El largo camino barranca abajo de la economía argentina ya lleva un año y todavía no hay señales firmes de cuándo se terminará. Por su intensidad y su larga duración, el actual ciclo recesivo ya se convirtió en el más importante desde 2009, cuando a estas costas llegaron los remezones de la crisis internacional que causó el cierre de bancos en varios de los centros financieros más importantes del planeta.

Los datos del Indec ratificaron los números rojos de la actividad. En el primer trimestre del año, el Producto Bruto Interno (PBI) bajó 5,8% con relación al mismo período de 2018. La medición desestacionalizada con relación al trimestre anterior también fue negativa en un 0,2%. A moneda constante, la producción argentina está en el mismo nivel que a comienzos de 2011.

Se trata del cuarto trimestre consecutivo de baja de la actividad. El proceso descendente comenzó con la devaluación de abril del año pasado y derivó en una aceleración de la inflación, la caída del salario real y la promesa al Fondo Monetario Internacional de un fuerte ajuste en el gasto público. Todos esos factores tuvieron sus consecuencias: el consumo privado se derrumbó un 10,5%, el público lo hizo un 0,2% (se recuperó después de haber bajado un 5,3% a fines del año pasado) y la inversión se redujo en un estrepitoso 24,6 por ciento.

Se entiende que una economía ingresa en recesión cuando su PBI, comparado con el del año anterior, se reduce por dos trimestres consecutivos. Con ese criterio, el ciclo actual es el quinto de los últimos diez años. Sólo el tercero fue más extenso (ocupó cinco trimestres entre fines de 2013 y todo 2014). En cuanto a su intensidad, el pico recesivo de la actual llegó a ser de 6,1% a fines del año pasado y sólo fue superado por el 11,3% del peor momento de la crisis de 2009.

La historia oficial

La esperanza del gobierno es salir pronto de esas dificultades para mostrar un futuro más auspicioso en octubre, cuando se juegue la reelección presidencial. «Somos cautelosos pero optimistas con respecto a la tendencia que empezamos a ver», dijo el ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica.

Los deseos oficiales chocan con la dinámica de la actual situación, que mantiene aletargados los factores que podrían ayudar a la recuperación. Un caso concreto es el consumo privado. Con salarios reales empequeñecidos, desempleo en alza y empresas que cada vez producen menos por la baja en las ventas, será difícil que ese capítulo que explica el 60% de la demanda global pueda repuntar. Lo mismo ocurre con la inversión, un ítem que dejó de ser prioritario habida cuenta de que las fábricas sólo utilizan el 61% de su capacidad instalada, según estimó el Indec. Con ese contexto, los estímulos oficiales al consumo, como los Precios Esenciales, los créditos de la Anses a tasa subsidiada y el relanzamiento del programa Ahora 12, se parecen a gotas en un desierto.

El cambio de tendencia podría darse no por una mayor actividad sino por una cuestión estadística. De ahora en más, la variación interanual se realizará contra trimestres en los que la economía ya se había achicado. Eso podría ayudar a que en algún momento la comparación vuelva a dar resultado favorable.

Aun con ese artilugio matemático, la luz al final del túnel parece lejana. «Está clarísimo que por la devaluación gigantesca del año pasado, quedó un aumento de precios remanente, el poder adquisitivo del salario ha quedado muy abajo y, además, no hay crédito. Así, no se puede tener reactivación», dijo Rodolfo Santángelo, director de la consultora MacroView, a Radio La Red.

Los pronósticos de los analistas, en su mayoría, afirman que el año ya está perdido. El Relevamiento de Expectativas de Mercado que realiza el Banco Central entre bancos y consultoras afirma que el PBI caerá 1,5% en 2019. En base a modelos estadísticos, el Centro de Investigación en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella predijo que «la probabilidad de salir de la recesión en los próximos seis meses se ubica en 40,4%». De una u otra manera, todo indica que Mauricio Macri finalizará este mandato con la economía más chica que cuando asumió y con dos años seguidos de recesión, hecho inédito en el país desde la salida de la convertibilidad. «