La frazada está demasiado corta. Eso es lo que, en definitiva, explica los vaivenes en la relación entre el gobierno y los dirigentes sindicales que, hace apenas unos meses apoyaron cerradamente la candidatura de Alberto Fernández.

La decisión de poner como punto de partida la negociación con el FMI y los acreedores, y condicionar el presupuesto 2020 a sus resultados, a escala del mercado de trabajo se reflejó en su voluntad de generalizar las sumas fijas. La propuesta no cayó bien entre los líderes sindicales que, en rigor, la desconocieron y sellaron acuerdos porcentuales.

Es que, en definitiva, el posicionamiento de los dirigentes de la CGT no puede más que ser un reflejo, aunque a veces distorsionado, de las opiniones que anidan en la base de los trabajadores que ellos representan y que, a todas luces, perciben la realidad desde una condición social y económica bien distinta a la de sus representantes. Es que, en promedio, perdieron un 19,6% de su poder adquisitivo durante los cuatro años de gobierno de Cambiemos.

Con la llegada del nuevo gobierno aspiran a recuperar, al menos, parte de lo que han resignado.

La eliminación de las cláusulas gatillo que garantizarían el valor del salario real y las sumas fijas que achatan la pirámide salarial van en sentido contrario a esas aspiraciones.

Ante el incipiente descontento, el presidente adelantó por Continental que buscaría reunirse en persona con los dirigentes sindicales: «esta semana empiezo una serie de reuniones con sindicalistas. Son muy importantes, quiero que sean parte de este tiempo».

Sin embargo, horas después, uno de los integrantes del binomio que conduce la CGT, Carlos Acuña, pateó el tablero: “no está pautada ni en agenda una reunión con Alberto Fernández» y, continuó, “no veo que se preocupen mucho por la deuda interna”. Al mismo tiempo polemizó con el concepto esgrimido por el Ejecutivo acerca de que las cláusulas gatillo serán eliminadas porque “indexan la economía”. Desafiante, disparó: “pareciera que los responsables de la inflación fueran los salarios». El dirigente, parte del espacio de Sergio Massa, molesto, disparó: “en campaña se comprometen y después nos dan la espalda».

Casi en forma inmediata, Alberto Fernández asumió personalmente la tarea de persuadir a los dirigentes para evitar que la sangre llegase al río. El miércoles, fuera de agenda, se reunió con el siempre díscolo Hugo Moyano que se encontraba en la Casa Rosada en una reunión con el Ministro del Interior Wado de Pedro. El jueves fue el turno de Héctor Daer, que, al salir, le bajó el tono a la polémica señalando que las cláusulas gatillo“no son un fin en sí mismo” además de asegurar que “hay que transitar el camino que estamos transitando” puesto que “todos estamos convencidos de que el salario no debe erosionarse”.

Acuña no fue parte del convite a pesar de ocupar el mismo cargo que Daer. Desde el  entorno del dirigente minimizaron el diferendo. La misma actitud asumió Jorge Sola, secretario de prensa de la CGT quien, en diálogo con este medio, aseguró que “la relación está muy bien. Estamos en el mismo camino de levantar el país”. Sobre la actitud de Acuña, señaló que “no voy a opinar sobre las declaraciones de un dirigente. Lo que vale es la reunión de Alberto con la CGT a través de Héctor Daer”. Sobre las sumas fijas, Sola señaló que “sirvieron para salarios que estaban atrasados. El gobierno ratificó que las paritarias son libres y sin techo».

Hugo Moyano, después de su cita,  dijo que: «la suma fija tiene una ventaja para los gobiernos. En el ’73 se implementó y fue una buena medida. Es lo que intenta el gobierno. El presidente no me reprochó nada, fue una linda reunión.».

Omar Plaini, referente del FreSiMoNA señaló a este diario que “todas las corrientes del movimiento obrero estamos acompañando. Alentamos a votar al Frente de Todos. En 60 días no vamos a modificar lo dicho. Si hay alguna expresión aislada responderá esa expresión». Con todo, opinó que «el pueblo no puede pagar la deuda impagable que asumió el gobierno anterior. Se tienen que hacer cargo los que dejaron entrar y salir los dólares: el sector financiero, el agrario y el extractivista. Habrá que plantarse frente al FMI».

Así las cosas, el margen parece muy estrecho para que el Pacto Social se desarrolle en plena armonía. «