Ninguna política ni supuesta estrategia para contener a miles y miles de migrantes que buscan refugio en Europa, da respuesta a su acuciante crisis humanitaria y acaso, si no integrarlos al tejido social de países europeos, evitar que mueran hacinados en refugios o ahogados en el Mar Mediterráneo, ha demostrado alcanzar algún resultado favorable. Todo lo contrario.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) acaba de anunciar que el número de personas que murieron intentando navegar precariamente hacia Europa creció en 2016 un dramático 22% si se lo compara con 2015. La entidad precisó el viernes que el número de personas muertas en la peligrosa ruta para las embarcaciones en las que los inmigrantes intentan cruzar desde África o Turquía, se elevó a 4636, casi 1000 más que las contabilizadas en el mismo período del año anterior. En lo que va del año cruzaron el Mediterráneo 343.604 refugiados. El anuncio se produjo un día después de alertar que 365 personas murieron en los últimos días intentando esa travesía.

Pero el calvario para los migrantes no solo está en el convulsionado mar. Esta semana, Médicos del Mundo, presentó un duro informe que pone en evidencia una «preocupante situación de vulnerabilidad» a la que están expuestos los refugiados en países europeos en materia de salud, por lo que demandan «poner en marcha un sistema de acogida y asistencia adecuado». MDM afirma que «el 68% de las personas que llegaron a los dispositivos de Médicos del Mundo no tenía cobertura de salud, incluidas las mujeres embarazadas». Además, «el 54% de los niños y niñas no estaba vacunado contra el sarampión, las paperas y la rubéola, y el 32% tampoco contra el tétanos. Más del 40% de las mujeres embarazadas no había tenido acceso a cuidados prenatales. Cerca del 60% no había tenido posibilidad de someterse a test de VIH y hepatitis B y C y no sabía adónde acudir para ello.»

El estudio está basado en datos médicos y sociales recogidos en 2015 en 31 ciudades de 12 países y revela una vez más la exclusión de los sistemas públicos de salud de las personas más vulnerables en Europa. Pero esa exclusión es contradictoria, ya que el informe muestra que «sólo el 3,1% de pacientes ha citado la salud como una de las razones de su migración. Tres de cada cuatro portadores de patologías crónicas han descubierto su enfermedad después de llegar a Europa», dice la organización sanitaria.

«Los múltiples actos de violencia sufridos por las personas que entrevistamos para la elaboración de este informe tendrían que sensibilizar a las autoridades sanitarias sobre las necesidades de las y los migrantes y refugiados», afirmó José Félix Hoyo, presidente de Médicos del Mundo España, que participó de la presentación del informe en Bruselas. Su par francesa, Françoise Sivignon, fue categórica: «La verdadera decepción proviene de la mayoría de los gobiernos europeos, incapaces de ponerse de acuerdo sobre normas comunes que permitan dar respuesta a las necesidades de las personas que huyen de guerras, de conflictos y de situaciones que amenazan su vida.»

Lejos de poner en práctica políticas tendientes a resolver el problema, Amnistía Internacional denuncia que las naciones europeas han entrado en una «parálisis» de medidas al respecto. «En 2015, la crisis mundial de refugiados cobró un protagonismo en Europa que nunca había tenido. Un año más tarde, tras sucesivos cierres de fronteras, hemos dejado de ver imágenes de miles de personas avanzando penosamente por los Balcanes. Sin embargo, la crisis humanitaria no ha desaparecido. Casi 60 mil personas refugiadas y migrantes se encuentran atrapadas en Grecia, la mayoría en condiciones deplorables», dice en su último informe sobre el tema.

“En marzo de 2016, al cerrarse la frontera griega con la ex República Yugoslava de Macedonia (Macedonia), se bloqueó, de hecho, la ruta a otros países europeos. Incapaces de proseguir sus viajes para reunirse con sus familias y perseguir sus sueños, las personas refugiadas y solicitantes de asilo se vieron obligadas a pedir protección en Grecia –sumida a su vez en una devastadora crisis económica–, lo que dio lugar a una crisis humanitaria que continúa sin remitir», explicó AI. «