A duras penas, el Banco Central consiguió su objetivo de llegar a las primarias con un dólar por debajo de los 18 pesos. Fue una victoria pírrica, porque en el camino la entidad tuvo que dejar U$S 1800 millones de sus reservas en sucesivas intervenciones que arrancaron el 28 de julio y que alcanzaron su clímax el miércoles, cuando debió sacrificar U$S 584 millones para saciar la demanda de divisas. La incógnita por el resultado electoral, el retraso cambiario previo y la huida de buena parte de los inversores en Lebacs hacia posiciones más seguras armaron un cóctel que obligó al titular del BCRA, Federico Sturzenegger, a abdicar de su postura abstencionista y meterse para frenar la corrida.

En los últimos 45 días la suba del dólar arañó el 10% y es un hecho que no bajará: el mercado cree que a fin de año estará en $ 18,30, según el último relevamiento de expectativas del BCRA. El nuevo piso producirá varios efectos económicos, pero uno ya se está notando: el traslado a los precios. Voceros de las grandes cadenas comerciales admiten que la mayoría de los proveedores están entregando sus mercaderías con subas promedio de 5 por ciento. «Si los fabricantes aumentan sus precios, eso se traslada a las góndolas», admitieron desde la Cámara Argentina de Supermercados. La tendencia se nota sobre todo en el sector de los aceites y de los productos de limpieza.

Con ese panorama, si la inflación de julio fue 1,7% (bastante por debajo de los cálculos de varias consultoras privadas y hasta de lo que esperaba el gobierno), el número de agosto puede ser bastante mayor. Para eso colaboraría una cuestión matemática: el Indec releva los precios a diario y por ello los aumentos se sienten más en el índice si se realizan los primeros días del período bajo estudio, como está ocurriendo este mes.

A pesar de la evidencia empírica, los enfoques sobre el efecto de la devaluación varían según el analista. «Los últimos dos saltos cambiarios argentinos (principios de 2014 y fines de 2015) generaron aceleración de las tasas de inflación. De esa manera, es previsible que el salto cambiario reciente también lo tenga, mucho más al ser acompañado de la habilitación de aumentos en la medicina prepaga y en las naftas», señala el último informe del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO). Como referencia, en el primer año de la gestión Cambiemos el dólar subió 58%, mientras que las mediciones privadas de inflación (el Indec no elaboró su estimador por varios meses) arrojaron entre 40 y 43 por ciento.

Del otro lado de la teoría, el último análisis de FIEL, elaborado por Daniel Artana, sostiene que «los saltos de inflación núcleo han estado asociados en los últimos 18 meses más a shocks tarifarios. Esto sugiere que el traslado a precios de la reciente depreciación del peso debería ser acotado», afirma el texto. El problema es que la fórmula del gobierno para actualizar las tarifas incluye expresamente el tipo de cambio: ese es uno de los parámetros para ajustar trimestralmente las naftas, por ejemplo; además, el valor de referencia para las tarifas de gas ya está dolarizado, por lo que el 10% semestral de aumento previsto para octubre al menos se duplicará. «

Se preparan para tomar más deuda en 2018

Aunque todavía falta un mes para la fecha límite de presentación ante el Congreso (el 15 de septiembre), el gobierno ya está preparando el Presupuesto nacional 2018. Según trascendió, el proyecto incluye una emisión de deuda cercana a los U$S 50 mil millones, de los cuales poco más de la mitad serán para refinanciar vencimientos y el resto (unos U$S 22 mil millones) para cubrir el déficit fiscal, previsto en 3,2% del PBI. El stock de deuda a fin de 2016, último dato oficial suministrado por el Ministerio de Finanzas, era de U$S 288 mil millones. La proporción entre deuda y PBI (una relación usada para medir la capacidad de pago) era de 54,2% y se estima que creció unos tres puntos durante 2017. Sin embargo, según el estudio Bein, la mitad de ese pasivo es intraestatal y fue contraído con organismos del sector público y es de refinanciación asegurada. Por esa razón, el gobierno no vería problemas en aumentar su exposición a los mercados internacionales.