Dos semanas después de un duro revés electoral en su propio distrito, la canciller alemana Angela Merkel volvió a sufrir un golpe en las urnas luego de que su partido, la Unión Demócrata Cristiana (CDU), quedara segundo lejos en las elecciones regionales de la ciudad-estado Berlín, debilitado por el ascenso de la extrema derecha xenófoba, según resultados parciales.

El Partido Socialdemócrata (SPD) se mantiene como primera fuerza, con 22,2% de los votos y, muy lejos, llegó la CDU con sólo 17,9%, su peor resultado desde el final de la Segunda Guerra Mundial, según cómputos parciales difundidos por la televisión pública ZDF y, citados por la agencia de noticias local DPA. Hace sólo cinco años, la CDU había obtenido alrededor de 23% de los votos.

La caída de los conservadores de Merkel tiene como principal explicación el ascenso de la derecha radical y xenófoba de Alternativa para Alemania (AfD), que según el boca de urna se instaló quinto con 13,7% de los votos y obtuvo representación en otro Legislativo regional, el décimo de un total de 16 en todo el país. Si los resultados finales no dan una sorpresa -algo muy improbable en los conteos alemanes-, a la CDU de Merkel no le alcanzará para reeditar su alianza de gobierno con los socialdemócratas en la ciudad-estado alemana.

La alternativa podría ser una alianza tripartita liderada por el alcalde-gobernador, el socialdemócrata Michael Müller, con los Verdes y la Izquierda, lo que marcaría el inicio de un gobierno más abiertamente progresista y una posible escalada de la tensión política entre conservadores y socialdemócratas en el gobierno federal, donde también comparten coalición.

Según los resultados parciales, Los Verdes y la Izquierda, un partido integrado por comunistas de la antigua Alemania del este, quedaron prácticamente empatados con 15,5% y 15,6% de los votos, respectivamente.

Esta elección dejó afuera del Parlamento regional a los otrora protagonistas de la escena política ascendente de Berlín, el Partido Pirata, y a Los Liberales. Ninguna de las dos fuerzas logró superar el umbral de 10% para conseguir bancas.

Otro dato significativo es que la participación creció de manera significativa desde la elección de 2011, al pasar de 60,2% a 67,3%.

Pese a haber quedado quintos, los ultraderechistas de la AfD se declararon los «verdaderos ganadores» de la jornada.

«Lo que hemos conseguido hoy en Berlín es único», celebró el líder de la formación xenófoba en la capital alemana, Georg Pazderski, mientras que el copresidente de AfD, Jörg Meuthen, destacó la importancia de haber crecido y ganado representación legislativa en un histórico bastión de los sectores más progresistas y cosmopolitas de Alemania. La crisis de representación de los grandes e históricos partidos políticos no es algo nuevo ni en Alemania ni en el resto del mundo.

Sin embargo, en los últimos meses en Alemania, el principal motor económico y político de la Unión Europea, el grado de erosión de las grandes fuerzas políticas se midió según la capacidad de la extrema derecha de reclutar electores y simpatizantes con su discurso xenófobo y antimigratorio.

El principal impulso que recibió el AfD fue la llegada a Alemania y la Unión Europea el año pasado de más de un millón de refugiados e inmigrantes de las zonas más violentas y pobres del mundo.

Merkel intentó liderar el esfuerzo europeo para recibirlos, lo que desató la ira y la reacción inmediata de los sectores más racistas y ultranacionalistas de su país y del resto del continente. Hoy no sólo cayó el apoyo electoral de la CDU de Merkel, sino también el de los socialdemócratas -quienes también apoyan la recibida de refugiados-, que pasaron de ganar con 28,3% en 2011 a imponerse como primera minoría con más de 22%.

Sin embargo, la sangría de votos y apoyos no se siente tan fuerte en los otros partidos tradicionales como entre los conservadores de Merkel.

Hasta ahora, Merkel no se pronunció sobre sus posibles aspiraciones reeleccionistas. Sin embargo, varios analistas coinciden en que los resultados de las elecciones regionales de este año podrían ser determinantes en su decisión de competir por un cuarto mandato consecutivo.