Si la guerra es la continuación de la política por otros medios, como decía el prusiano Carl von Clausewitz, la vacuna contra el Covid-19 es el escenario de la disputa por el control global. Por eso los gobiernos de Rusia, China, India, Gran Bretaña y hasta el aislacionista de Donald Trump apuraron sus propias vacunas: por marketing político, pero también porque la pandemia es como una guerra, con más de 2,2 millones de muertos y por arriba de 100 millones de heridos. Esa guerra la ganará el que pueda inmunizar antes a la propia tropa. Y así avanzar en este verdadero TEG sanitario.

Los países del grupo Brics la vieron de movida. Rusia ya tiene dos vacunas, y la de Gamaleya avanza en varios países latinoamericanos como la opción más razonable, más allá de dificultades de provisión que comparten todas las desarrolladas hasta ahora. China también tiene dos productos para proveer. India, en tanto, con sus más de 20 plantas elaboradoras, muestra capacidad para solventar los pedidos en poco tiempo.

Los otros dos países de ese grupo son Brasil y Sudáfrica. La nación africana junto con India planteó a la Organización Mundial de Comercio la necesidad de suspender los derechos de propiedad intelectual de todas las vacunas. En América del Sur, los seguidores de Jair Bolsonaro desplegaron su rechazo tanto a “la vacuna rusa” como a la china. Sucede, sin embargo, que el instituto Butantán, uno de los más prestigiosos del mundo, firmó un acuerdo para fabricar la CoronaVac en San Pablo. Ahora informaron que si Brasilia no piensa utilizar su producto exportarán los 54 millones de dosis a producirse.

Amenazas similares se registran en Europa, donde el Reino Unido, ya fuera de la UE, se trenzó en una controversia con Bruselas por la vacuna de Oxford-AstraZeneca. Los retrasos en las entregas pactadas levantaron las alertas en el continente, mientras en las islas los sectores más nacionalistas pretenden que las vacunas –también producidas entre Argentina y México– sean de uso exclusivo para los británicos. “Una egoísta UE quiere nuestras vacunas” despotricaba el Daily Express. En Bruselas allanaron la fábrica local para verificar si el retraso era por cuestiones técnicas y una presión de Londres.

Las demoras de Pfizer también crean sospechas. Desarrollada con apoyo gubernamental a través del proyecto Warp Speed y la Autoridad para el Desarrollo e Investigación Biomédica Avanzada (BARDA, siglas por sus siglas en inglés), existe el compromiso de abastecer a EE UU antes que exportar.

La OMS alertó que el 75% de las vacunas en marcha se concentra en solo diez países y reclamó que la campaña de vacunación sea igualitaria. Y promueve un mecanismo, Covax, para compartir las vacunas entre todas las naciones. Cuba e Irán, por las dudas, desarrollan sus propias vacunas, para no someterse a una extorsión sanitaria.