Alfredo Romero Ramos

“A estas alturas de mi vida, tras 50 años, pienso que el Che Guevara ha sido un gran tipo porque ha querido instaurar una vida diferente para la gente humilde, trabajadora y la gente que siempre ha sido explotada”. Estas palabras podrían pertenecer a cualquier miembro del Partido Comunista o algún ex compañero de combate de Ernesto “Che” Guevara en Bolivia, sin embargo, aunque parezca contradictorio, pertenecen al militar Alfredo Romero Ramos, quien fue uno de los cuatro soldados que capturó al argentino en la Quebrada del Churo el 8 de octubre de 1967.

Tras medio siglo, Romero Ramos, de 70 años, se destaca como Presidente de la Federación de Aeromodelismo de Cochabamba, donde además compite, tanto en los certámenes organizados en su país como en el exterior. Se queda hasta altas horas de la noche armando aviones a escala que le piden que fabrique desde diversos puntos de Bolivia. Su sueño era ser piloto pero los altos costos que demanda sacar la licencia le frustraron ese deseo.

A los 19 años y debido al servicio militar obligatorio que aún hoy en día rige en Bolivia, hizo el entrenamiento con los Rangers estadounidenses que llegaron a instruir a los soldados bolivianos sobre cómo combatir a la guerrilla. Fue escolta derecho de la bandera, lo que según él explica es una distinción al soldado más destacado del “mejor batallón de la historia de este país” y aunque tuvo este reconocimiento especial, se diferencia de los militares de carrera. “Ellos nunca van a aceptar que Estados Unidos y la CIA tuvieron una participación activa en la captura del Che, sin ellos no hubiéramos derrotado a las guerrillas y hubiéramos seguido siendo un pobre ejército”, confiesa Romero Ramos.

Su participación duró apenas 10 días de los once meses de los que en total estuvo el grupo comandado por el argentino en Bolivia. “El Presidente Barrientos nos despidió y nos dijo ustedes son la última carta que tiene este país para derrotar al Che”, recuerda, pero ese corto período fue suficiente para cumplir el objetivo final. “Guevara estaba apoyado en su mochila junto a Willy, alias de Simón Cubas, líder minero y guerrillero, cuando nosotros lo vimos, fuimos por atrás e hicimos que se rindieran, a Ernesto le costaba respirar, y no tenía botas, apenas tenía unas medias. Luego me pidió si le podía preparar su pipa y entonces saqué de su mochila unos cigarros Astoria, y me explicó como tenía que desarmarlo, así que tuve ese privilegio también”, cuenta el cochabambino.

A pesar del recelo que existe entre los militares a mantener ciertas versiones, Ramos derriba mitos sobre la guerrilla. Por ejemplo niega rotundamente que el Che haya dicho “no me maten, soy el Che Guevara, valgo más vivo que muerto”. “Él nunca dijo eso, esa versión se creó después, en realidad nos dijo que la guerra no era contra nosotros sino contra nuestros oficiales” y también admite que la orden de fusilarlo llegó directamente de Estados Unidos.

“Cuando estábamos bajando para hacer el rastrillaje buscando a los guerrilleros sobrevivientes, escuchamos la ráfaga de disparos y un momento después, un tiro solitario, me imaginé que lo habían matado. Me dio un poco de pena porque estaba herido y demacrado. Años después decidí leer sobre quién era la persona a la que había capturado y lo empecé a admirar por sus ideales, audacia y porque es el único hombre que jamás se arrodillo ante el imperio”, reflexionó Romero Ramos.

Carlos Balboa

“El Che me hizo ganar dinero después de muerto, a veces la vida es irónica, vendía fotos del Che Guevara, como soy fotógrafo puse el retrato de su carita en la vitrina y la gente compraba, por eso digo que de muerto él me ha ayudado”, afirma Carlos Balboa, uno de los cuatro soldados que capturó a Ernesto “Che” Guevara, el 8 de octubre de 1967, en la Quebrada del Churo.

A unas cinco cuadras de la Avenida del Prado, Ciudad de La Paz, Bolivia, hay una humilde tiendita y se acercan algunas personas al kiosco, sobre todo para comprar lápices, lapiceras, útiles escolares, esa es la especialidad. Es casi imperceptible el cartel que dice “Balboa Fotografía”, y el espacio destinado a retratos dentro del local es aún menos reconocible.

“Ellos nos estaban disparando de arriba, si no hubieran pasado tranquilos, ahí es cuando los vimos y comenzamos a atacarlos. Ellos tenían mejores armas que las nuestras, pero nosotros fuimos haciendo zig-zag por el costado sin que nos vieran, mientras otros soldados les disparaban hasta posicionarnos detrás de ellos. Ahí fue cuando lo tuve al Che de frente y le apunte con mi arma. Pude haber cambiado la historia pero le vi un gran parecido a Cristo y decidí no disparar”, recuerda el ex soldado.

Al igual que Alfredo Romero Ramos, Balboa, a pesar de haber combatido contra el guerrillero argentino, reivindica la imagen del Che y revalida la lucha que llevó a cabo, “me dio tristeza cuando me enteré que lo habían fusilado, porque fue un gran hombre que luchaba porque tanto ricos como pobres tengamos las mismas posibilidades”, afirma en un tono tímido característico el ex conscripto. E incluso recuerda que los guerrilleros les decían a los soldados: “Estamos luchando por ustedes, los pobres”. En ese momento la mayoría del ejército estaba compuesto por obreros y campesinos.

La vida pública de Balboa cambió totalmente después de aquel hecho, dado que por el 25 aniversario de la captura de Guevara le realizaron una entrevista televisiva. “Tras esa entrevista, alguna vez en la calle me insultan, otros me han dado la mano, muchos me criticaban y muchos me saludaban, me decían que yo había sido el captor del Che y era así, pero no lo veía como una victoria”, recuerda Balboa y agrega que incluso lo han increpado algunas veces y le han dicho: “¿Por qué mataste al Che?, ¿no ves que Bolivia está así por tu culpa?”. Él afirma que solamente estaba cumpliendo su misión y que lo único que hizo fue entregarlo a sus superiores.

Hoy en día ya no vende fotografías del Che, aunque dice que después del 50 aniversario de su muerte va a comenzar a vender nuevamente, dado que eso le generaba una estabilidad económica. “Desde la época de Barrientos hasta ahora los gobiernos siempre se olvidaron de nosotros, hoy en día no tenemos jubilación como veteranos de guerra, incluso cuando fuimos a reclamar la recompensa por la captura del Che de 50.000 pesos bolivianos, 4200 dólares aproximadamente, nos dijeron que el ejército no podía pedir recompensas. Luego el Presidente nos prometió una mensualidad pero murió y desde ahí no nos escucharon más, todavía tengo esperanzas de que eso cambie algún día”.