El rock se ha convertido en una fuente de libros, en un torrente donde muchos autores corren a cargar sus baldes vacíos con ideas nuevas para escribir. Una tendencia que se aceleró en los últimos años. Podría pensarse que uno de los motivos para explicar el fenómeno es el carácter declinante que comenzó a signar al rock a partir del final el siglo XX. Ese paso que por un lado lo sumió en una lenta decadencia, también terminó de convertirlo en un terreno mítico y no hay mejor material para escribir un libro que una leyenda.

Otra explicación, ya entrando en el territorio del mercado editorial argentino, puede ser la creación del sello Gourmet Musical. Un emprendimiento que desde hace ya unos años viene construyendo una verdadera biblioteca melómana, dedicándole sus estantes más destacados al rock nacional, a sus estrellas, sus espacios y sus historias. Gourmet es entonces el espacio ideal para sumar a la colección Días distintos, un libro dedicado a la figura de Andrés Calamaro, y en particular a esa trilogía espontánea formado por sus discos Alta suciedad (1997), Honestidad brutal (1999) y El salmón (2000).

El hombre detrás del libro es el escritor y periodista Walter Lezcano, quien ya en las primeras páginas confiesa no sólo su admiración por Calamaro, sino que hace responsable a una de sus canciones («Paloma», incluida en Honestidad brutal) de haber cruzado en su camino al amor de su vida. Pero no es sólo desde la devoción que está hecho Días distintos. Se trata de un libro construido por preguntas que aprovecha la obra del artista para hablar de las épocas que sus trabajos atraviesan, reflejan e incluso ayudaron a definir. Porque si Lezcano desmenuza los discos que integran lo que él mismo bautiza como «la fabulosa trilogía de fin de siglo», no es solamente para regodearse en una dialéctica rockera sino para, desde ahí, tratar de dar cuenta en el mismo movimiento del devenir biográfico del artista y del contexto histórico y social en el cual gestó su obra.

El libro de Lezcano cuenta algunos episodios e historias de la vida de Calamaro que pueden ser bien conocidas para cualquiera que sea (o haya sido) lector habitual de suplementos y revistas de rock (dos especies extintas o en vías de serlo). Pero lo hace con un nivel de detalle que por momentos pareciera que se trata de un texto escrito por alguien que ha estado ahí, compartiendo cada una de las situaciones que Calamaro atravesó durante la composición de estos tres discos emblemáticos no sólo de su obra, sino del rock nacional.

En el camino le da forma a una biografía ad hoc de Calamaro que se esfuerza por entender de qué forma se fue articulando la figura, la personalidad y la obra del artista. Y, no menos importante, lo hace sin abrevar nunca en las miasmas del amarillismo periodístico. Sin morbo, evitando meterse en esos rincones de la vida privada que suelen usarse para vender kilos y kilos de papel en forma de revistas de chismes, o para rellenar muchos minutos de televisión (una de las unidades de tiempo más costosas que existen), pero que nada le aportarían al relato que se propuso hacer en estas páginas. En ese sentido Días distintos es un libro honesto, libre de cualquier sospecha de oportunismo, que consigue leer en profundidad y abordar la obra de Calamaro desde puntos de enfoque diversos que con inteligencia consigue volver complementarios.

Pero si de ninguna forma el libro puede ser definido como oportunista, con toda justicia se lo puede calificar de oportuno. Porque su edición en el actual contexto político y social de la Argentina es también un gesto político. Lezcano logra tender los puentes que permiten entender a estos tres discos, que van del virtuosismo sonoro al exceso creativo, como exponentes que reflejan el paisaje trágico de la Argentina de fin de siglo tal vez como ningún otro artista lo consiguió. Traer a colación una obra que retrata con tanta fidelidad y desencanto el daño que le produjo a la sociedad argentina la explosión neoliberal en tiempos de Menem y De la Rúa, y hacerlo en tiempos de Macri, es sin dudas un gesto que no puede evitar leerse políticamente. Y ese no es un mérito menor de este libro en el que Lezcano intenta comprender y explicar las recetas del salmón. «