“Soy un narrador. Mis libros son muy diferentes, pero mi interés siempre es reflexionar sobre la dialéctica entre lo social y lo individual”, afirma el escritor alemán Uwe Timm horas antes de presentar en la Argentina su última novela “Aves de paso” y una nueva edición de “Tras la sombra de mi hermano” (UNSAM EDITA).

La presencia del autor alemán en el Instituto Goethe no podría haber reunido obras más disímiles. Porque en una de ellas recorre el poder y la “inmoralidad” del deseo; y en la otra, se anima a contar la muerte de su hermano en las filas de las SS hitlerianas, un tema tan personal como difícil de abordar. “La tremenda historia que vivió Alemania está muy cuestionada desde su literatura”, sostiene Uwe Timm durante una extensa entrevista en la que también condena el drama de los refugiados e, indignado, plantea que “hay que liquidar al capitalismo”.

– Usted ha publicado ensayos literarios, políticos, obras infantiles y novelas de todo tipo. ¿Qué lo llevó a escribir sobre el fin, o el comienzo como prefiera, del deseo?

– Todos sabemos que, de pronto, las relaciones dejan de funcionar. Es algo común que nos pasa a todos. Es por eso que me interesa saber cómo están constituidos los sentimientos, cómo es ese golpe que, de repente, siente una persona y hace que se enamore de otra. Cómo se activa ese sentimiento que hace que todo se desbarate. Todos sabemos de qué estoy hablando y que en la mayoría de los casos, después se pierde, se revierte, y se pasa de ser un gran hombre o mujer a un canalla más. Me parece muy interesante cómo esos sentimientos atávicos, como el amor, el odio, el miedo y la angustia, son definidos por reglas sociales. Y después vienen las preguntas de cómo uno se comporta, cómo se viste y cómo está cargada toda esa emoción.

– “El amor conoce la renuncia, el deseo no. Ahí reside su poder, no puede renunciar. Es la fuerza inmoral”, es una de las definiciones que plantea en “Aves de paso”.

– El deseo es el que habilita a una libertad absoluta, el que acompaña nuestro trabajo y, en un caso extremo, no le importa la moral ni las reglas sociales. Por eso digo que es una fuerza inmoral. Pero bueno, no soy muy original porque ese poder de libertad del deseo es uno de los grandes temas de la literatura universal.

– En la novela también se refiere a la influencia de las redes sociales. ¿Cree que a través de ellas ha surgido una nueva forma de deseo?

– Creo que sí. Se está desarrollando algo completamente nuevo, una nueva forma del placer. Lo digital se impuso, se expandió y la gente hoy se comunica de otra manera. Una mujer se levanta y manda una foto mostrando cómo se cepilla los dientes y, al final del día, cómo se acuesta. Es la nueva comunicación. Insisto, es otra forma de sentir placer, que está quebrada porque no tiene una continuidad, pero que evidentemente ha generado un amplio consenso.

– Desde lo personal, ¿cuál es su reacción frente a esta situación?

– Pertenezco a otra generación y a mí no me da ningún placer que me manden una fotografía por un celular. Prefiero la relación personal, ir a tomar un café y hablar cara a cara. Creo que el olor y las miradas siguen jugando un papel importante en las relaciones.

– En su libro “Del principio y el fin” escribe sobre la creación literaria y dice que un buen texto tiene un excedente de significado que va más allá de lo que el autor creyó darle. ¿Cuál sería ese plus en sus obras?

– Es difícil decirlo, porque es algo que descubre cada lector. Como autor sólo pongo una determinado intención, pero cada lector tiene su realidad y despierta otra intencionalidad. Un buen ejemplo son las películas basadas en libros, que terminan convirtiéndose en una especie de reducción de la historia original.

– ¿Qué objetivo se plantea al escribir?

– Soy básicamente un narrador y no un escritor que hace literatura sobre literatura. Mis libros son muy diferentes, pero mi interés siempre es reflexionar sobre la dialéctica entre lo social y lo individual.

– Ante esta preocupación por lo social, ¿cómo definiría la posición de los autores alemanes frente al nazismo?

– La tremenda historia que vivió Alemania está muy cuestionada desde su literatura. Son muchos los autores que abordaron el tema del nazismo en forma muy crítica. Es una cuestión que pertenece a su literatura.

– Y que usted expresó como pocos en “Tras la sombra de mi hermano”, el libro en el que cuenta la muerte de su hermano como soldado de las SS.

– Sí, fue muy importante.

– ¿Le costó escribirlo?

– Lo fui postergando, pero fue importante cuando lo hice y pude terminarlo.

– En el libro explica que debió esperar que falleciera su hermana para escribirlo. ¿Porqué?

– Quise esperar que murieran todos los que estaban vinculados afectivamente a él. Escribir teniendo en cuenta si podía lastimar a alguien iba a ser muy difícil. Yo quería que fuera verdad lo que contaba, pero iba a ser imposible si debía cuidarme para no lastimar los sentimientos de mi hermana o de mi madre. No iba a ser un relato tan comprometido con la realidad.

– ¿En algún momento sintió temor ante lo que iba descubriendo?

– En un momento pensé que se podría haber comprobado que mi hermano fuera uno de los que fusilaba a judíos, pero no fue el caso porque le tocó manejar un tanque. Igual, para mí fue difícil. Pero logré escribir con la suficiente libertad, franqueza y dureza. No sé hacerlo de otra manera.

– ¿No temió que el libro fuera interpretado como una defensa de su hermano nazi?

– Sí, se me pasó por la cabeza pero no fue el caso. Muchos colegas que estudiaron judaísmo lo leyeron y me confirmaron que de ninguna manera se podría interpretar como una defensa de mi hermano. Está muy claro de qué lado estoy parado. Los que sí se horrorizaron fueron los viejos nazis, pero yo sabía que eso iba a pasar.

– ¿El drama de los refugiados es el nuevo horror del que se va a escribir?

– Sí, claro. Es interesante la literatura de los refugiados que está surgiendo en los distintos países. Por ejemplo, en Alemania están escribiendo los mismos refugiados, pero no en su idioma original, sino en alemán. Personas de Afganistán, Pakistán o Singapur cuentan su drama en alemán. Eso es un cambio cultural muy profundo, es muy fuerte.

– ¿Cómo cree que evolucionará la situación de los refugiados? ¿Qué solución imagina?

– Mi posición es que hay que liquidar al capitalismo. Se nota que soy un hombre de izquierda, pero está claro que en este momento no parece que eso fuera a suceder. Es una verguenza ese intercambio irregular entre el mundo industrial y el africano. La Unión Europea manda pollos con precios subsidiados a África, lo que hace que los africanos ya no los puedan producir. Lo mismo ocurre con las grandes petroleras, que actúan con la complicidad de elites corruptas, que envían millones a paraísos fiscales sin pagar impuestos. Y, en el medio, están los bancos que siempre hacen su gran negocio.

– Por lo que dice, parece que no hay forma de resolverlo.

– No, no creo eso. De a poco está apareciendo una crítica más radical, parecida a la que había en Mayo del ´68, donde había otra conciencia y nivel de solidaridad social. Y en este proceso de cambio que está surgiendo, me parece que hay países como Argentina que están más avanzados que los europeos.

– ¿Cómo?

– Algunas discusiones tienen otro nivel de madurez en algunos países de América Latina. Son debates que en Europa no son tan comunes. Me sorprende, y encanta por supuesto, ver que en Argentina existen pequeñas editoriales que no responden a ese mandato neoliberal de ganar dinero como sea.

Memoria y violencia

La obra de Uwe Timm fue uno de los disparadores del ciclo “Memoria y violencia”, que se realizó la semana pasada en la Universidad Nacional de San Martín con la participación del escritor alemán y autores como Patricio Pron, Eva Menasse y Martín Hielscher, el biógrafo de Timm.