Con una gran afluencia de público, una nueva versión de Tecnópolis abrió sus puertas en medio de un debate entre el pasado reciente, generador de espacios en los que convivían la ciencia, la tecnología y la identidad nacional, y un presente en el que el marketing recorre como un fantasma los senderos y los stands del predio de Villa Martelli. La forma que toma la «despolitización» anunciada por Hernán Lombardi, titular del Sistema de Medios responsable de la gestión del parque, es la invasión de marcas, los food trucks (unos camioncitos que venden comida) y el desplazamiento de la historia como un componente de la construcción de conocimiento.

En el organigrama institucional, el parque este año dejó de depender de la Secretaría General de la Presidencia y quedó en manos del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, a cargo del «despolitizador» Lombardi. Sin embargo, desde el Ministerio de Ciencia y Tecnología, que dirige Lino Barañao –el único ministro que sobrevive de la administración anterior–, Tomás Ameigeiras, secretario general del Consejo Federal de Ciencia y Tecnología, admitió en diálogo con Tiempo «una mayor participación de empresas en el predi». «Quizá haya cambios en la señalética o en el mensaje. Pero nosotros no hemos tenido que cambiar la forma de trabajar. Tenemos un ejercicio de seis años y seguimos haciéndolo de la misma forma. Desde nuestro ministerio coordinamos la mayor cantidad de espacios en el parque, somos los inquilinos premium», explicó.

La multitudinaria feria de ciencia, tecnología y arte abrió las puertas de su sexta edición al público el lunes al mediodía. Sin embargo, la inauguración, a cargo del presidente Mauricio Macri y su equipo de ministros, fue a las ocho de la mañana, fuera del horario abierto al público. Quebró así la costumbre instalada por la ex presidenta, Cristina Fernández, de brindar su discurso por la tarde noche, entre contingentes de estudiantes y sindicatos que formaban parte de la ceremonia.

Otra de las grandes diferencias de este año es que se recomienda tener un mínimo conocimiento del idioma inglés y sus deformaciones al castellano, ya que los protagonistas son los youtubers, en su mayoría jóvenes que suben videos de todo tipo a Youtube, los gamers, cuyo pasatiempo son los juegos en Internet y las It girls, chicas que consumen tecnología. Así lo anunciaron los propios organizadores: este año la vedette es la «multiplataforma más grande de habla hispana, junto a los nuevos artistas y estrellas de las redes sociales de todo el mundo». Allí pueden participar productores de ficción, humor, moda y belleza, deportes, gaming, diseño, arte, cocina, fitness, periodismo» con el objetivo de que puedan «crear su propia audiencia y conseguir millones de seguidores de todo el mundo».

De hecho, uno de los espacios que más cuestionamientos recibió a lo largo de esta semana fue el denominado Club de estilo donde habitan las It Girls, «un espacio que te invita a conocer a las protagonistas de las redes sociales dedicadas a la belleza, la vida saludable, el humor, la música y los libros». Allí se exhiben tutoriales de belleza donde las chicas, desde nenas hasta adolescentes, pueden tomar clases de maquillaje y sacarse selfies.

Para Ana María Franchi, investigadora del Conicet, presidenta de la Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnólogía esa propuesta es «patética». «Queremos que las mujeres se destaquen y desarrollen y que tengan un mejor pasar por la vida científica. Esto es una feria de ciencia, tecnología y arte y muestra a las mujeres asociadas a la moda o al peinado. Nos vuelve a poner en el mismo lugar tradicional y se desalienta a las chicas a seguir carreras científicas. Está demostrado que cuando las nenas o adolescentes ven que hay mujeres en los laboratorios empiezan a pensar en que ellas también pueden hacer eso», define la doctora en Química.

En la nueva versión de la feria la historia no forma parte del la construcción de conocimiento. El parque temático de Zamba dejó su lugar a laberinto para chicos. Del mítico personaje del canal Paka Paka, amigo de un para nada angustiado José de San Martín, sólo quedan unas siluetas de cartón ubicadas en una carpa y el recuerdo de las fotos que se difundieron en abril de este año, en las que se veía cómo la maleza le ganaba a las instalaciones temáticas.

En tanto, el espacio destinado a historia y derechos humanos, la exposición “Plaza de la Memoria”, sostiene que los desaparecidos de la última dictadura cívico-militar en la Argentina son 8960. “La CONADEP registró denuncias que le permitieron establecer información comprobable de 8960 casos de desaparecidos (‘cifra que no puede considerarse definitiva’, se aclaraba)”, dice un texto al pie de un collage fotográfico de publicaciones de la época. Se eliminaron las referencias a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, y tampoco se hace alusión a los demás testimonios de organismos de Derechos Humanos que dan cuenta de los 30 mil desaparecidos. «