Elegir una ciudad invitada de honor se transformó en una tradición que ya lleva algunos años en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. La primera invitada de honor fue Amsterdam en 2013. En 2014 fue el turno de San Pablo. En 2015, de Ciudad de México. En 2016, de Santiago de Compostela. En la próxima feria de 2017, la invitada es la ciudad de Los Ángeles, tal como fue anunciado en la presentación de la 43° edición del encuentro anual que reúne a personas y entidades relacionadas con el mundo del libro. Como también es tradición, hubo un traspaso formal de la condición de invitada de honor el 7 de mayo de este año. Santiago de Compostela le cedió el lugar a Los Ángeles.

En un mundo globalizado en que se han acortado las distancias, los criterios para elegir una ciudad como invitada de honor se amplían, aunque no significa que no los haya. Pueden no ser muy claras las razones por las que por primera vez se invitó a Amsterdam. En cambio, resulta más clara la elección de San Pablo porque Brasil es uno de nuestros vecinos geográficos. Otro tanto puede decirse de México D.F. por la relación que existe cultural entre el país azteca y la Argentina, relación que se intensificó en los años de dictadura, durante los que México fue el destino de muchos argentinos exiliados. Con Santiago de Compostela nos une la inmigración. Gran parte de los argentinos descendemos de españoles a los que se llamó “gallegos” aunque provinieran de otros lugares de España.

¿Pero cuál es el lazo que nos une históricamente a la ciudad de Los Ángeles? ¿Quizá tenga que ver con las relaciones carnales que en su momento mantuvo Menem con los Estados Unidos y ahora reedita el gobierno de Macri? En el mes de mayo durante la ceremonia de traspaso, Kevin Sullivan, encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos en el país declaraba: “Creemos que esta invitación que se hace a Los Ángeles como huésped de honor para 2017 ofrecerá nuevas oportunidades de conectar a nuestras dos naciones en múltiples niveles -la literatura, la edición, las artes, el medio ambiente, las empresas, la industria del cine, el turismo, la educación, el multiculturalismo y la inclusión social.” Agregaba también que el 50 por ciento de la población de esa ciudad está integrada por hispanos y latinoamericanos.” Cabe destacar que durante 2014, Sullivan declaró que era importante que Argentina saliera del default, lo que fue recibido por el gobierno kirchnerista como una «injerencia  indebida en la política del país».

El 4 de mayo una nota aparecida en Clarín y firmada por Susana Reinoso informaba: “Según recogió Clarín por fuentes confiables, dos fueron las posibilidades que se consideraron: París y Los Angeles. Pero ésta última apresuró los trámites para exhibir en abril de 2017 toda su diversidad cultural, con una fuerte presencia de hispanohablantes, que en los Estados Unidos superan ya los 40 millones.” Y más adelante agregaba: “Una fuente consultada por Clarín especuló con que, quizá, el acercamiento entre los Estados Unidos y la Argentina en la nueva etapa política haya facilitado también la presencia de la primera ciudad norteamericana en la Feria de Buenos Aires.”

Por un lado, resulta coherente que bajo el gobierno macrista se elija a una ciudad considerada como la reina del “entretenimiento” a juzgar por los programas de ese tipo que pueden verse en la pantalla de la televisión pública y por la concepción de la cultura que el gobierno expresa en diferentes ámbitos. Por otro, también resulta coherente con la nueva política neoliberal. Después de todo, por qué los libros deberían quedar excluidos de las relaciones carnales que Argentina vuelve a mantener con los Estados Unidos.

Resultan menos coherentes los encendidos discursos del ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto, a favor del desarrollo de la industria editorial que, según dijo en la presentación de la 43° edición de la Feria, en un gesto federal quiere extender este desarrollo a todas las provincias. ¿No resulta contradictorio el deseo de desarrollar la industria nacional del libro con la apertura irrestricta a la importación de libros? ¿Y no resulta contradictorio también con el tarifazo que obligó a cerrar a diversas librerías?

Quizá no resulte una contradicción desde la lógica macrista que con el supuesto objetivo de generar empleo deja a miles de empleados en la calle y que levanta el dedo admonitorio contra la corrupción cuando pone al frente de la Oficina Anticorrupción a alguien de su propio partido que, además, no cumple con los requisitos necesarios para ocupar ese espacio dado que no es abogada. La lista de contradicciones que para el macrismo no son tales continúa y es larguísima. Según su lógica es perfectamente posible «repicar» y, al mismo tiempo, andar en la procesión.