“Las únicas marcas que crecen en 2018 son las de bajo precio”, es la conclusión a la que llega la consultora Kantar Worldpanel. Lejos de ser una nueva tendencia, es la salida que encuentra el consumidor ante la pérdida del poder adquisitivo.

Un informe de la citada consultora remarca que las marcas de bajo precio “crecieron un 3% en volumen en el primer trimestre -en relación al mismo periodo del año pasado-, mientras que las primeras marcas cayeron igual al mercado de consumo masivo: 1%”.

El informe de Kantar detalla: “Las marcas de bajo precio representan el 20% del gasto en consumo masivo de los hogares argentinos”. Federico Filipponi, Director Comercial de la consultora, sostiene: “Cuando analizamos las marcas que más crecieron en los niveles socio económicos Alto y Medio en los últimos dos años, la mitad es de bajo precio”.

El informe señala que este cambio se acentúa en los hogares sin hijos y en las ciudades de más de 500 mil habitantes del interior del país.
Además, Filipponi advierte que “el hogar, aprovechando la diferencia de precio, se lleva hasta un 6% más de producto que cuando compra una primera marca. Este efecto lo observamos principalmente en los lácteos, jugos en polvo y pañales descartables”.

Héctor Polino, fundador de la ONG Consumidores Libres, explica a Tiempo que “desde hace rato ocurre esto. Un año y medio, aproximadamente. Además, aumentó el consumo de harinas y de polenta, al tiempo que disminuyó el consumo de leche, lo cual es otra muestra del deterioro de la calidad del consumo”.

Para Polino, “la pérdida del poder de compra de sectores que viven de un ingreso fijo (asalariados, jubilados, pensionados) se reflejan en este tipo de datos”. El especialista entiende que “los aumentos en los servicios básicos provocan un deterioro en la calidad de vida”. En el mismo sentido, expone: “En 2015, la porción del salario mínimo que se usaba para pagar los servicios básicos y el transporte público era del 6%; en 2018, es del 21%”. Los consumidores “compensan esta pérdida cambiando el estatus y la calidad del consumo. La elocuencia de los números exime de mayores argumentaciones”, opina.

Polino advierte que esta situación se refleja también en el rubro medicamentos. “Es un escándalo. Entre diciembre de 15 y febrero de 18, los remedios aumentaron por encima del 250%. Además, el Pami cubría el 100% y ahora en el mejor de los casos, el 50%”.

Esta situación podría repararse “con el cambio de la orientación en la política económica y social del Gobierno: retrotraer la política tarifaria como punto de partida”, finaliza.

Un estudio realizado por el Instituto de Estudios de Consumo Masivo (Indecom) señala que entre el 1 de enero y el 28 de marzo de este año, el 90% de los argentinos modificaron sus hábitos de consumo y que la compra en supermercados cayó un 30%.

En este informe se detalla, tras estudiar 1022 casos, que la baja de consumo se ve reflejada en el comportamiento de los argentinos a la hora de sustituir productos y elegir los lugares de compras.

El sondeo arrojó una suba entre el 15,7 y el 20,4% en los volúmenes de ventas realizadas por los feriantes de barrio, que dependen del tipo de producto que se comercializa y el lugar geográfico del puesto.

El estudio además observa una notoria baja en el consumo de bebidas gaseosas, entre otros productos, que se ubica en un descenso del 27,8% promedio, emparentado con un aumento del mismo porcentual en el consumo de los jugos en polvo diluibles.

Según el Presidente de la consultora, Miguel Calvete, los cambios más significativos se ven reflejados en los sectores más vulnerables ya que el 9,2 de cada 10 encuestados manifestó haber cambiado sus costumbres de consumo.

Una manera que encontraron las grandes marcas para adaptarse a esta situación es la de ofrecer sus productos en envases más pequeños y, por ende, más baratos. Tal es el caso de las principales marcas de gaseosas, por citar un caso.

Informe: Matías Varas