Verborrágico, ocurrente, remador. Más reservada, siempre elegante, medida. Nadie en su sano juicio confundiría a Fernán Mirás con Carla Peterson. Sin embargo, en una charla relajada no parecen tan distintos. Las fronteras de sus personalidades se hacen más difusas gracias al entusiasmo que les genera la razón que los convoca: el flamante estreno de Recreo. La película de Hernán Guerschuny (El crítico) y Jazmín Stuart (Pistas para volver a casa) volvió a reunirlos después de múltiples cruces a lo largo de los años y parece haber potenciado su química personal. Mirás y Peterson están contentos, y se nota. 

Recreo se desarrolla en una idílica casa de campo que incluye pileta y múltiples comodidades. Allí se reúnen tres parejas amigas que rondan los 40 años y sus respectivos hijos para pasar un fin de semana largo. ¿Qué puede salir mal? La vida y todo lo demás, parece responder la película. Falta de comunicación, vanidad, las dificultades que impone toda relación de pareja y la necesidad de construir un relato de felicidad ante los demás, entre otras pulsiones, ofician de caldo espeso para alimentar conflictos y también algunas risas. Recreo no ofrece respuestas a estas problemáticas universales y no resulta extraño: después de todo, la humanidad no las encuentra desde hace siglos. Pero exhibe una galería de personajes y problemáticas que seguramente harán que más de un espectador se sienta identificado.

–¿Qué sintieron cuando vieron la película terminada?

Fernán Mirás: –Una gran satisfacción. De alguna manera me dije: «¡Mirá estos tipos! Son todos muy buenos profesionales y pusieron la mejor onda». Recreo es una película coral. Por eso el aporte de todos fue determinante. De Carla, Jazmín (Stuart), Juan (Minujín), Martín (Slipak) y Pilar (Gamboa). Me hizo reflexionar. Pasaron los años, más de los que nos gusta reconocer (risas) y todos armamos nuestros recorridos. Por eso fue tan lindo reencontrarnos y poder sacar partido de lo que fuimos aprendiendo. Son actores que admiro y gente que quiero. Ver la película terminada me hizo revivir esas dos cosas: lo bien que la pasamos y la calidad del laburo.

Carla Peterson: –Yo vi uno de los primeros cortes porque estuve de vacaciones. Todavía no vi la película definitiva y me muero por hacerlo. Pero me pasó algo muy parecido. Me di cuenta de que cada uno de nosotros sabía muy bien de qué tenía que jugar y eso es fundamental (se toma unos segundos y piensa)… ¡No sé por qué siempre me salen metáforas de futbol! (risas). La experiencia siempre es valiosa y acá se nota.

–Recreo tiene una estructura coral. ¿Cómo influyó eso en la construcción de sus personajes?

CP: –Diría que ese laburo tuvo tres etapas. La primera tiene mucho que ver con la intimidad. Estudiás el texto, pensás qué podés hacer, cómo expresarlo mejor. Después vino el tema de trabajar con Fernán, porque al interpretar a una pareja estaba bueno intercambiar opiniones y generar ciertos códigos que les dieran más naturalidad a nuestros personajes. Y después estaba lo grupal, porque en definitiva la película vive a través de la interacción entre las tres parejas y los cruces. Estuvimos todos muy unidos durante el rodaje. La mayoría de las escenas eran conjuntas, pero cuando se filmaban partes en las que había sólo dos personajes los demás las seguíamos a distancia.

–La química tenía que fluir en las parejas, pero también en el grupo.

FM: –Claro. Los personajes exigían una naturalidad que se construye en años y que se iba a exhibir a lo largo de toda la película. Al mismo tiempo, todo eso está puesto a prueba en un contexto muy particular. Lo que más me gustó del guión cuando lo leí por primera vez fue trabajar sobre esa especie de síndrome del descanso autoimpuesto. Odio esos planes de hacerte una escapada por tres días. Te exigís hacer un montón de cosas y nunca llegás. «Quiero leer un libro porque hace mucho que no leo; voy a jugar con los chicos porque en la semana llego tarde; me parece que hace mucho que no garchamos con mi mujer, vamos a tener que ponernos al día» (risas). El fracaso es ineludible. Las vacaciones de tres días son la tormenta perfecta del estrés.

–En la película las crisis se dan más por el arrastre de problemas que por la convivencia.

CP: –Coincido. Creo que hay mucho mar de fondo y ese microclima que se genera con las otras parejas en todo caso lo hace más visible. Más allá de algunos temas puntuales. Las parejas cargan con las dificultades de todas las parejas, que en nuestra cultura no son sencillas, pero en esas supuestas vacaciones se exigen más. Entonces saltan cosas no dichas durante mucho tiempo, por ejemplo. Nuestra pareja aparentemente no tiene conflictos. Recién sobre el final se hace claro que algunas cosas no funcionan nada bien. Con las otras parejas las crisis son nítidas casi desde las primeras escenas.  

FM: –Nosotros somos la pareja de más años, que ya tiene un hijo relativamente grande que les permite tratar de retomar su vida íntima. En algún punto funcionan como un faro para las demás. Pero con el tiempo queda claro que no tomaron las mejores decisiones.

–¿Cuál consideran que es el tema principal de la película? ¿La crisis de los 40, la dificultad de la vida en pareja o la complejidad de la amistad?

CP: –(Piensa). Todo eso. También hace foco en el pedo de tomar decisiones y en el de no tomarlas. Y sumaría el mandato social de formar una familia.

FM: –A mí me parece que el tema central es las dificultades de las parejas. En mayor o menor medida, todos las sufrimos. Otra de las cosas que me gustaron de la película es que es piadosa con los personajes. No hay ningún hijo de puta, el que más cerca está es Mariano (Juan Minujín), pero no llega a serlo del todo. Recreo cuenta la historia de tres parejas atrapadas en conflictos que son muy comunes en nuestra sociedad.

–¿Alguna vez en su vida personal se tomaron vacaciones similares?

FM: –El otro día nos juntamos a cenar con el elenco y hablábamos de eso. Nos decíamos: ¡tenemos que irnos de vacaciones todos juntos! (risas). Conversamos del tema y todos teníamos alguna mala experiencia. Siempre aparece un amigo que se levanta a las 6 de la mañana, otro que toca la trompeta todo el día, el que pretende obligar a todos a hacer lo que él quiere. Uno se termina preguntando: ¿cómo puede ser que fui amigo de este tipo durante 30 años y recién ahora me vengo a enterar de que es un denso? (risas). «