El precandidato a presidente de Consenso Federal trabajó para evitar la polarización y posicionar sus propuestas económicas. Con escaza cobertura por parte de los medios concentrados, el ex ministro de Economía apuesta a que su espacio sobreviva de cara a octubre.

La novela de la candidatura de Lavagna llega hasta las PASO sin la centralidad que le auguraban propios y extraños, luego de aquella foto de verano en la que se mostraba en medias y ojotas junto a Miguel Ángel Pichetto. El senador era por aquel entonces el principal interesado en que sea protagonista del proceso electoral.

Sin embargo, y contra la percepción de la mayoría del mundo político, en el bunker que estará ubicado en el Hotel NH City arrancarán la jornada del domingo 11 de agosto esperando que el escrutinio provisorio los muestre con dos dígitos. Esperarán en especial los resultados que lleguen de la ciudad de Buenos Aires, la provincia de Buenos Aires, Santa Fe y Mendoza. De lo que suceda en esos distritos, más lo que pueda aportar el terruño de Juan Manuel Urtubey, dependerá en buena medida la cantidad de votos obtengan al final de la jornada.  

En el comando de Lavagna admiten las dificultades que tuvieron que afrontar en la campaña pero siguen destacando dos cuestiones que convirtieron en pilares. Son que “Roberto sigue siendo el dirigente con mejor imagen en la provincia de Buenos Aires” y que “la sociedad sigue rechazando mayoritariamente a los dos líderes de los polos electorales”.

El ex ministro de economía tuvo más apoyo antes de comenzar su proceso proselitista que después. Un sector de la CGT, parte del peronismo y el Frente Renovador fogonearon su candidatura y prometieron respaldo. Pero la decisión de las dos principales fuerzas, Cambiemos y el Frente de Todos, de ampliar su base de sustentación y concretar acuerdos previos a las primarias dejaron a Lavagna con poco margen de maniobra. Desde ya que la indecisión del exministro de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, su rechazo a definir su postulación en una PASO, erosionaron su propio armado.

Al igual que las otras fuerzas políticas, Consenso Federal dividió los esfuerzos. Juan Manuel Urtubey, candidato a vicepresidente, recorrió en soledad buena parte del país. Eduardo “Bali” Bucca, postulante a la gobernación bonaerense, junto con Graciela Camaño, primera candidata a diputada nacional, se repartieron la recorrida por la provincia.

Con buena imagen en el electorado pero invisibilizado por la polarización y relegado en los medios de comunicación concentrados, Lavagna se inclinó por invertir dos horas diarias para hablar con los pequeños medios del interior del país.

Sobre el final de la campaña, sin resignarse a diluirse entre los polos electorales, el economista se aferró a la idea de “ponerle plata en el bolsillo” a la gente. En Consenso Federal siempre supieron que esa idea fuerza sería tomada también por el Frente de Todos pero apostaron al plus que podría tener el propio Lavagna como “el ministro de economía que sacó a Argentina de las crisis”.