Más de 30.000 hinchas de Colón viajarán a Asunción este sábado para presenciar la primera final internacional en los 114 años de historia del Sabalero. Buena parte de Santa Fe está convulsionada e ilusionada con la inesperada oportunidad del equipo que hizo de la adversidad una fortaleza: en cuatro de las cinco fases estuvo en desventaja y en todas logró dar vuelta la serie. La última, la que lo depositó en la final de la Copa Sudamericana en la que enfrentará a Independiente del Valle de Ecuador, es la que tuvo más épica: en Brasil, contra el poderoso Atlético Mineiro, puso garra, corazón y fútbol para forzar los penales y lograr el delirio de un club que llegó a donde nunca había llegado. Esos últimos tres conceptos, sumados a la personalidad y el estado de ánimo, son los que resalta Pablo Lavallén, entrenador del Sabalero, para explicar por qué su equipo sorprendió al continente y llegó a la final, que también será la primera para todo su cuerpo técnico.

-¿Cómo se prepara un partido de esta magnitud?

-Tratamos de prepararlo con la mayor naturalidad posible, pero no es fácil por la ansiedad que siente el hincha, el dirigente, la familia y los propios protagonistas. Fue complicado, pero nos manejamos partido a partido y recién cuando culminó el duelo con Atlético Tucumán nos pusimos a pensar y preparar el partido para volcarles a los jugadores todo lo que hemos visto de Independiente del Valle. Queremos culminar este camino con el título para quedar definitivamente en la historia. 

-¿Qué se le transmite a los jugadores?

-No tenemos la receta ideal porque para nosotros también es algo novedoso: como cuerpo técnico también será nuestra primera final. Lo que les transmito, por el hecho de haber tenido la posibilidad de disputar finales como jugador, es que el futbolista no necesita que uno le diga la importancia que tiene una final porque ellos lo vienen experimentando desde que terminó el partido con Atlético Mineiro en Brasil: la ciudad está convulsionada, las redes sociales viralizan audios de hinchas soñando con salir campeones y la carga emocional ya la tiene el futbolista. Toda una provincia está mirando y gran parte del país va a estar pendiente de esta final. Hay una carga emocional que hay que saber controlarla para enfocarnos en lo que nos importa, que es el partido de fútbol, el rival, su forma de jugar, cómo se le puede hacer daño, de qué nos tenemos que cuidar. El hecho de disputar una final es una sensación hermosa, una posibilidad increíble: son muy pocos los que tienen esta suerte. Y estos chicos han tenido este privilegio hoy, en esta época, en este año, por primera vez en este club en más de 110 años. Muchas veces en estos partidos se gana con el plus, con el corazón, la garra, la mentalidad y el convencimiento de que uno se merece ser campeón. 

-¿Cómo podrías definir por qué Colón está en esta final?

-Llega por lo que se dio a lo largo de casi toda la Copa. Afrontamos cinco llaves, en la primera ganamos los dos partidos, después ante River de Uruguay, Argentinos Juniors, Zulia y Atlético Mineiro fuimos abajo en el marcador, siempre luchamos con el nerviosismo de jugar algo tan importante como un torneo internacional y en algún momento, cuando el equipo se vio en desventaja o acorralado por quedar afuera, sacó su mejor versión: fútbol, garra y corazón. Quizás no tengamos el rodaje o el aplomo necesario para jugar este tipo de partidos pero porque son inéditos para nosotros. No somos un equipo copero ni estamos acostumbrados a jugar finales. Muchos jugadores tienen la oportunidad de consagrarse campeones por primera vez por más de que tengan carreras ya hechas y estos chicos han demostrado que tienen mucho corazón. Esos son un poco los argumentos desde lo futbolístico y lo anímico, que no es un dato menor. 

-¿Cómo se vive en Santa Fe esta final? ¿Cómo repercute en los protagonistas las historias de vida como la del abuelo de 78 años que viajó a Brasil en su cumpleaños para ver a Colón?

-Es muy lindo transitar este momento y saber que la gente hace cualquier cosa para estar en esta final. En esta era uno puede mandar un video o grabar un audio y eso puede llegar a miles de personas. Emociona la sensación hermosa que tiene la gente en la calle, uno quisiera que eso nunca se acabe o poder estar el 10 de noviembre en Santa Fe para darle la Copa a los hinchas, para ver su cara de satisfacción: hoy lo que más queremos es ganar este título para dárselo a gente nunca ha ganado nada. Ellos darían su vida, recuerdan a sus padres o abuelos que los hicieron del club y ya fallecieron, y se ilusionan con salir campeones. Es un momento único. Ese tipo de mensajes nos sobrecargan de fuerzas, nos dan ganas y creo que a la hora de jugar este tipo de partidos, todo lo que uno escucha y vive se tiene que canalizar para que se dé ese empujón anímico.

-¿Cuántas veces soñaste el partido?

-Lamentablemente uno no puede gobernar sus pensamientos, entonces lo pienso permanentemente. El partido aparece y uno tiene que tratar de estar tranquilo, porque pasan miles de formas, de nombres, de estrategias por nuestra cabeza, y tratamos de volcarlo todo entre el cuerpo técnico para ver cuál es la mejor idea, formación y estrategia. El fútbol tiene tantas idas y vueltas que no sabemos quién va a ser el héroe de esta final. Y puede ser el menos pensado. En este deporte de tantas presiones, hay pocas responsabilidades lindas como esta, que es lo mejor que le puede pasar a un futbolista porque puede desencadenar en lo más lindo que tiene el fútbol, que es salir campeón.