Quizá como Scherezada, el peronismo tiene siempre un nuevo relato para contar, una nueva forma de abordar la realidad y así persiste en el tiempo. Por eso, el título Las mil y una noches peronistas (Editorial Granica) es quizá el más adecuado para una antología que reúne cuentos sobre peronismo que no necesariamente están escritos por autores peronistas, pero que pone en evidencia el incontenible caudal narrativo que es capaz de generar ese movimiento político argentino que es a la vez una marca de identidad nacional y un hecho difícil de explicar que permanentemente se reinventa a sí mismo. De ahí que el subtítulo de la antología sea Relatos sobre el peronismo del último milenio.

Leonardo Killian, uno de sus compiladores junto con el médico psiquiatra y psiconalista Gustavo Abrevaya. Fue docente de historia, es escritor y también especialista en arquería. Rara avis o francotirador en el mundo institucional de la literatura.  “Si bien escribo novelas, libros de cuentos, ensayos y libros de historia del arco porque me dedico a la arquería –se autodefine- , no pertenezco al mundo de la literatura, no pertenezco a la SADE ni me reúno con escritores.”

Sin embargo, es capaz de generar verdaderos acontecimientos editoriales. Cuando se le pregunta por el origen de Las mil y una noches peronistas, cuenta: “Juan Salinas es un periodista militante que tiene un blog que se llama Pájaro rojo y publica todos los días noticias y cuentos. Lo conocí, comencé a mandarle cuentos míos que tenían como eje temático el peronismo. Cuando los vi publicados se me ocurrió hacer una antología que se llamara Cuentos peronistas. Comencé a buscar y encontré una idea parecida en un libro de los años 80 publicado por el Centro Cultural de la Cooperación. Había cuentos de Borges, de Cortázar, en general, cuentos antiperonistas. Luego encontré el libro de Jorge Edwards, Entre el bombo y la palabra, que no es un libro de cuentos, sino un ensayo y ahí descubrí que había un mundo que yo no conocía.”

Decidido, no tardó en llevar a la práctica la idea de una antología que enfocara el peronismo desde la ficción y que tuviera un sentido amplio, es decir, incorporara voces que no fueran peronistas. “Con Gustavo Abrevaya –cuenta- escribimos una novela juntos que se llama El enviado. Fue publicada por Punto de Encuentro para una colección que se llama Código Negro. Él escribió su parte y yo la mía. Cuando surgió la idea de la antología lo llamé, le propuse que la hiciéramos juntos y trabajamos de la misma manera. Cada uno buscó a su gente. Pensábamos reunir 25 o 30 cuentos, pero el proyecto se fue agrandando. Hablé con Juan Sasturain, a quien conozco hace muchos años y comenzaron a aparecen vinculaciones. Virginia Feinmann me dijo llámalo a tal. Vicente Battista nos dijo que lo llamáramos a Mario Goloboff y él nos sugirió otros nombres. Gustavo mencionó a Luis Gusmán para escribir el prólogo y él llevó el material a la editorial Granica. La idea original era que hubiera nombres consagrados y de escritores nóveles. La editorial hizo una selección, sacó unos y agregó otros.”

El broche de oro fueron las ilustraciones de Daniel Santoro, a quien Killian le llevó los cuentos y se quedó charlando toda una tarde. Santoro les dijo que tomaran lo que quisieran de su obra para incluir en la antología. El resultado fue un libro que no sólo tiene gran calidad literaria, sino que también es un tiene belleza como objeto.

“La idea –aclara Killian- no era que escribieran solo autores peronistas, sino que distintos autores escribieran sobre peronismo y de hecho, así fue. Algunos me aclararon que no eran peronistas, pero la idea era que escribieran sobre peronismo independientemente de su posición política. El objetivo no era escribir un libro militante. De haber podido, hubiera incluido a Borges y a Cortázar. De todos modos en el libro hay mucha nostalgia de un período que es ilusorio, nostalgia de un primer peronismo que ha quedado en la memoria colectiva como algo mítico, donde todo era perfecto. Esa es la diferencia entre el mito y la historia porque en la historia hay de todo, hay luces y sombras, no todo es tan lineal.”

La antología incluye un cuento del propio Killian, El robot argentino, en que un ingeniero construye una réplica dirigida por control remoto de Juan Domingo Perón. Se mezclan en él el sentido del humor y un deseo industrialista que hoy más que nunca es una cualidad distintiva del peronismo. “Me gusta mezclar realidad y ficción –remarca el autor- y en ese cuento me interesaba mostrar el clima caótico del 55 en que el peronismo estaba por caer”.

Cuando se le pregunta si fue difícil lograr una calidad literaria pareja, contesta: “Creo que la calidad tiene que ver con que el peronismo es un género literario en sí mismo, es una de las formas de ser argentino. Peronismo y antiperonismo no existen uno sin el otro, son una unidad dialéctica y algo tan argentino que explicarlo para afuera es imposible. Es algo complejo y para alguien que no es argentino es inabordable. Pese a eso hay algunos ensayos de extranjeros que son muy buenos. Horacio González dijo algo extraordinario, que cuando en el futuro se quiera saber cómo era el peronismo se va hablar del trabajo de los sociólogos, pero también se va a hablar de Las mil y una noches peronistas, porque la literatura ayuda a entender el alma de un pueblo.  Así como si uno quiere saber cómo era el pueblo ruso en el siglo XIX tiene que leer La guerra y la paz. No soy tan pretencioso respecto de la antología que hicimos, pero sí sé que para saber qué fue el peronismo habrá que leer novelas y cuentos. Yo me fui del peronismo hace muchísimos años a la izquierda nacional. Sé que el peronismo no es ese monstruo del que se habla, pero tampoco es la maravilla que se supone cuando se dice que los días más felices fueron y serán peronistas. No se puede negar que el gobierno de Isabel también fue peronista y también el de Menem. No se puede decir “esos no son”, pero para entender el peronismo hay que entender eso y aceptar, si no, nos quedamos con una visión muy parcial. Me fui del peronismo durante el menemismo porque sentí que no podía acompañar lo que estaba haciendo. Pero voté a Fernández y a Cristina y tengo toda la esperanza. En muchas cosas se anticipó de manera revolucionaria a muchas cosas que iban a suceder después. Por ejemplo, nunca fue feminista en los términos en que se entiende hoy, pero le dio el voto a la mujer y Evita se convirtió en mito nacional. Tuvo una rama femenina y, nos guste o no, la primera presidenta fue Isabel y la segunda fue Cristina.”

Pedro Saborido observa en el posfacio: «Así como un puesto de choripán aprovecha la convocatoria de un acto para vender lo suyo, acá un montón de escritores hacen algo parecido. El peronismo puede salir bien o mal. Pero siempre será una oportunidad. En este caso, el peronismo es una oportunidad para escribir. Lo cierto es que nunca nadie vio un altar con velas y una foto de Balbín, una remera con la cara de Aramburu. Ni un termo con la cara de Stolbizer. Quizás porque no hacen falta.»

Escritores que participan del libro:

Rafael Bielsa, Virginia Feinmann, Jorge Alemán, Celeste Abrevaya, Ezequiel Bajadish, Teodoro Boot, Beatriz Pustilnik, Carlos Dámaso Martínez, Miguel Gaya, Osvaldo Contreras Iriarte, Mario Goloboff, Marcelo Luján, Marta San Martín, Vicente Battista, Ana Arzoumanian, Luis Tedesco, Ezequiel Bajder, Daniel Sorín, Mercedes Pérez Sabbi, Javier Chiabrando, Carlos Balmaceda, Juan P. Csipka, Horacio González, Alejandro C. Tarruela, Juan Sasturain, Elizabet Jorge, Mariano Abrevaya Dios, Hugo Barcia, Claudia K. Cornejo, Pablo Mourier, Ernesto Gonet, María Inés Krimer, Juan Diego Incardona, Miguel Rep, Carlos Piñeiro Iñiguez, Leonardo Killian, Gustavo Abrevaya.