En la vida de cualquier intérprete la búsqueda de un autor a quien ponerle el cuerpo y alma es parte de una praxis imposible de ser abandonada. Liliana Herrero sabe mucho de esa instancia como una de las cantantes más reconocidas de la música local, pero fue recién en 2017 que decidió que era el momento justo para sumergirse en las vivencias de un músico que siempre fue parte de su entorno. Canción sobre canción, su nuevo álbum de estudio financiado de manera colectiva, incorpora su particular inmersión dentro de once temas seleccionados del cancionero de Fito Páez pero con una idea central: convertirlos en composiciones propias, o como bien ella dice «cuestionarlos hasta que me digan algo».

Con la ayuda de Pedro Rossi (guitarras), Ariel Naón (bajo), Mariano Cantero (percusión), Mariano Agustoni (piano), Federico Siksnys (bandoneón) y Martin Pantyrer (clarinete), el abanico de composiciones elegidas por Herrero arranca con «Del 63» y se pasea por clásicos como «Ámbar Violeta», «Tres agujas» o «Instant-taneas», entre varios otros. Decididamente, charlar con Herrero es hacerlo con alguien que admira a Páez como amigo y artista, sin olvidar que para ella abordar su obra es hacerlo desde el punto de vista de la esperanza que ofrecen las canciones de uno de los rosarinos más famosos de los últimos 30 años. «Este es un disco que me tiene muy contenta. Lo grabamos en septiembre, hicimos cuestiones técnicas al mes siguiente y lo publicamos poco más tarde. Había algo de lo que estaba segura y es que no me gustaba la idea de renunciar al disco físico, sobre todo porque en algún momento me lo sugirieron. Yo era de escuchar mucho en vinilo, así que imaginate por qué no quería prescindir del CD con este lanzamiento», dice Liliana.

–¿En qué momento específico de tu vida como artista decidiste abordar el cancionero de Fito Páez?

–Siempre quise grabar un disco con temas de Fito, siempre. Lo que ocurrió después no sé, pero lo que sea hizo que siguiese con mis cosas y no tuviese tiempo de encarar esa idea. Debe hacer como más de diez o 15 años que tengo ganas de tener un disco como este pero en alguna parte de 2017 me decidí como nunca antes. Pero volviendo a lo de Fito, me parecía que hacer un disco con sus composiciones era algo que iba a venir con el tiempo, que iba a llegar solo. Es medio místico lo que digo pero estaba segura de que yo iba a percibir cuando sería el momento justo. Cuando ese tiempo llegó me pasé mucho rato escuchando toda su discografía, aun conociéndola desde los años ochentas llegando hasta su último disco editado.

–La obra de Fito es muy prolífica. ¿Cómo manejaste toda esa extensión para elegir los temas que serían parte de Canción sobre canción?

–Primero elegí un arco temporal. Decidí tomar discos desde el ’84 al ’99, así que esa fue una decisión porque hasta allí estuve muy cercana a las producciones de Fito, ya sea participando de discos o conversando sobre ellos. No es que luego no hayamos estado cerca, sino que estábamos muy ocupados los dos. A su vez, él participó intensamente en mis primeros tres discos que en realidad fueron sus producciones, porque en verdad la idea de que yo grabase fue su idea. Recuerdo que en ese entonces hicimos un demo, armé una banda, me puse a tocar y luego vinieron todos los otros discos. Fito siempre fue muy cercano a todos los discos que sacaba, e incluso participó en mis grabaciones, aun en épocas difíciles como en el 2001. Pero volviendo a este disco, comencé a recolectar temas que tenían historias que yo conocía de cerca, historias familiares y personales, pero no las que tenían que ver con sus amores porque eso me parece que las tiene que cantar él y nadie más que él. Yo quería contar otras historias en las que estuve cerca, porque conocí a sus abuelas, a su papá. Después de las desgracias que ocurrieron en su vida, él estuvo viviendo con nosotros, así que elegí algunas cosas que conozco y que él compuso durante ese período.

–¿Hablaste con él para contarle algo sobre este nuevo álbum?

–Él sabía que en algún momento lo haría porque se lo iba contando. Me aconsejó que lo haga tranquila y que piense qué quería decir, todos consejos de un músico serio que considera a la música su trabajo. Pero digamos que cuando llegó el momento no lo sorprendió. Terminé eligiendo once temas.

–¿Cuánto te quedó afuera de todo lo que elegiste?

–Muchísimo. Pero lo que yo hago es intervenir una obra y a veces podés hacer algo con los temas y otras veces no. Por ejemplo, un tema como «Tumbas de la gloria» siempre me pareció un tema hermoso, así que pensé que tenía que quedarse como está, sobre todo porque no encontré nada para interrogar a una composición como esa. La interpretación es siempre una interrogación.

–¿Tenías algún plan para abordar cada una de las composiciones?

–No, porque fue algo que fui haciendo sobre la marcha. Lo que sí había era una estética que quería darle a cada canción, que es mía y que me acompaña como un horizonte desde hace muchos años. Quería trabajar sobre eso y sobre ostinatos; cambié ritmos, omití palabras, frases y alteré estructuras de los temas. Hice lo que tenía que hacer y me parecía que debía hacerlo (risas). En ese sentido estoy contenta y Fito también, lo cual me alegró mucho. Al ser yo una intérprete muchas veces estoy trabajando sobre la obra de otro que muchas veces no está presente. En cambio, a Fito le pude mandar algunas cosas que iba haciendo.

–¿Te dio alguna devolución?

–Su devolución fue enorme, fue hermoso lo que me dijo. Me llamó un día que estábamos ensayando con la banda y me dijo que le había gustado mucho, le había impresionado el material y que estaba en shock. Luego me mandó un largo mail con unas observaciones que había encontrado junto a varias otras cosas. Entre ellas, le llamó la atención mi versión de «Giros», porque para mí era un tema que tenía frases actuales y muy necesarias para nuestro día a día como país.

–¿Y cuál te costó más?

–»Del 63″. Sobre todo porque revela una historia hermosa, su propia historia. Fue una de las canciones que más me costó para pensarla en términos de estructura porque había que hacer foco en qué cantar y sobre la base de qué horizonte rítmico, melódico y musical trabajar. Y con respecto a lo melódico puedo decir que casi no cambié ese aspecto, salvo algunos fraseos distintos. Lo que sí hice fue poner el acento en los textos porque, básicamente, soy una cantora. Es decir, todo este disco está lógicamente pasado por un «herrerismo» como tamiz (risas). Creo que lo que hagas con un tema, aunque sea distinto al original no significa un valor, no significa tampoco que mi versión es mejor que otra. Es simplemente que la obra de Fito siempre te deja una hendija para entrar y encontrar cosas nuevas. Ese es mi trabajo y a lo que me dedico. Hubo que estudiar y trabajar porque los temas de Fito muchas veces son complejos.

–En la data previa que nos llegó a los periodistas mencionás que algunas de estas canciones fueron compuestas en tu casa. ¿Recordás cuáles?

–Exactamente no me acuerdo cuáles, pero recuerdo que él estuvo mucho tiempo en casa y compuso muchas canciones ahí o por lo menos tiró bases. Me acuerdo del tema «DLG», porque estábamos vacacionando en Villa Gesell, conversamos mucho sobre lo que era el país y lo que significó para mí la transformación social de esos años. Charlar es algo que hacemos siempre, no sólo en esa época. No estoy segura si también forma parte «Yo vengo a ofrecer mi corazón», aunque la frase que dice «Y uniré las puntas de un mismo lazo», me parece que es una idea que apareció por esos días como marco de nuestro universo de profunda amistad y de amor infinito entre nosotros y nuestras familias.

–¿Es esperanzador para vos cantar a Fito en este momento?

–(Piensa) …Sí, absolutamente sí. Auguro tiempos mejores, como si este disco augurase tiempos mejores que vendrán. Así como en tiempos de bonanza hice un disco como Maldigo, un álbum oscuro te diría, sin embargo ahí estábamos en buenos tiempos. Es como si ese disco hubiese augurado la oscuridad que vendría y Canción sobre canción ofreciese la llegada de un tiempo feliz, de cierta paz luego de tres años y medio de locura, con gente sin trabajo y muchos nuevos pobres. «

Spinetta y la bengala encontrada

La pasión de Liliana Herrero por interpretar textos y melodías de grandes de la música popular como Cuchi Leguizamón, Rubén Rada o Miguel Abuelo (entre varios otros) la llevó este último verano a interpretar «a un difícil» del rock local. En el marco del festival El Marcapiel –evento que celebra anualmente la obra de Luis Alberto Spinetta–, Liliana subió al escenario de un abarrotadísimo Centro Cultural Konex para interpretar dos temas de la obra de El Flaco, generando la mejor de las reacciones en el público y crítica.   

«Me invitó Javier Malosetti, que organiza anualmente el festival de Spinetta. Me perguntó primero qué quería cantar y luego me insistió para que hiciera «Bagualerita», un tema que Luis me mandó para que lo cante. Yo lo grabé primero y después él hizo lo mismo, así que para el show del Konex lo canté. A mí me gusta mucho «La bengala perdida» y la canté también, más allá del miedo que tenía. Es muy difícil cantar la obra de Luis porque creó un estilo único y exquisito. Escuché todas las versiones que había de ese tema, aunque más tarde decidí no escuchar más y listo. Me subí al escenario y canté lo que a mí me pareció (risas). Es un tema que tiene muchas melodías internas, es muy difícil y tuve que estudiar mucho», destaca la cantante nacida en Villaguay, provincia de Entre Ríos.

¿CUÁNDO?

Liliana Herrero presenta Canción sobre canción. Domingo 14 de abril a las 21, en La Usina del Arte, Agustín Caffarena 1. Entrada gratuita. Reservas en <www.buenosaires.gob.ar/usinadelarte>.