Hace 40 años que desde esa factoría de música que bajo la tutela de Rubens «Donvi» Vitale y Esther Soto fue Músicos Independientes Asociados (MIA) tejen melodías en las que se entrelazan sus voces con las voces que emanan de la tierra y las culturas ancestrales de nuestro país. Liliana Vitale y Verónica Condomí saben que la mejor forma de celebración para este acontecimiento es el canto, y lo plasman en Elementales, el disco que publicaron y que presentarán a modo de despedida del año en la sala Sinfónica (la Ballena Azul) del Centro Cultural Kirchner, Sarmiento 151, este sábado 2 a las 20 con entrada libre y gratuita.

Los pasajes sonoros que fluyen de las once pistas que integran la placa sugieren entramados armónicos y melódicos en los que la austeridad instrumental potencian las ya reconocidas características de ambas cantantes. El álbum se transforma en un recorrido de emotivas interpretaciones de piezas como la vidala «Ella canta» de Vitale con textos de Henri Michaux, el huayno «La caja del viento» y «Canción de nacimiento en la galaxia del Buenhijo» de Alberto Muñoz, «Será que la canción llegó hasta el sol» de Luis Alberto Spinetta y la baguala «Sangre de agua» de Condomí. 

Estas canciones son entretejidas por las que las cantantes decidieron bautizar como «danzas» («Del alba», «De las manos», «De la noche», «De ánimas», «De nosotras», y «Desnuda»), que no son otra cosa que improvisaciones en las que las voces de ambas y una sobria instrumentación (Condomí en voces, guitarrita, bombo legüero, viola caipira, udu, ektara, kalimba, cuatro y pandeiro y Vitale en voces, caja, sacha batá, cencerros, sacha bombo y climas) generan diversas atmósferas. Con estas herramientas para crear un territorio sonoro en el que la tradición y lo ancestral encuentra un delicado equilibrio con la utilización sutil de recursos técnicos (secuencias, ecos, sonidos ambientales).

No resulta casual que el bautismo de este trabajo haya ocurrido en la celebración de la Pachamama en Amaicha del Valle, Tucumán, a principio de agosto de este año. El disco está dedicado «a nuestras madres Guaray y Esther, que nos enseñaron a tejer». El tejido es una metáfora que puede interpretarse también en un sentido literal, ya que en sus presentaciones el canto de ambas se entrelaza para formar un tapiz de voces que se elevan desde la profundidad de la tierra. Y, del mismo modo, con retazos de lanas multicolores, van haciendo un  tejido que, presentación a presentación va cobrando mayores dimensiones como una forma simbólica de dar cobijo y calor. 

La presentación  en el CCK será una excelente oportunidad para escuchar estas dos voces que desde hace cuatro décadas celebran su compromiso vital con la canción.