“No puedo explicar el contenido del dinero de esos bolsos por el riesgo que corremos si lo hago”.

La declaración indagatoria que prestó este viernes el ex viceministro de Planificación durante el anterior gobernó José Francisco López fue un fiasco. La expectativa en torno a determinar quién o quiénes son los dueños de los casi nueve millones de dólares que fueron hallados en los bolsos que intentó introducir a un convento de General Rodríguez se vio frustrada porque López respondió reiteradamente: “no puedo contestar esa pregunta”.

“Me usaron como chivo expiatorio, como una maniobra distractiva para poner la atención pública en otro lugar, agregando ridiculeces inexplicables. No tuve otra alternativa que obedecer”.

López dividió su exposición en tres partes: negar su enriquecimiento ilícito, desvincular a su familia del delito que se le reprocha y atribuir la propiedad del dinero a “varias personas” vinculadas con la política, sin ninguna otra precisión.

Incluso López cortó abruptamente las preguntas de su propia defensora oficial, Pamela Bisserier, quien quedó descolocada ante esa sorpresiva decisión. La exposición, prevista para unas dos horas, se redujo a poco más de media.

“Quiero que se demuestre que no me enriquecí de la función pública. Poseo casi las mismas propiedades que tenía en el año 2003”, desafió el ex funcionario, hoy preso.  Así, negó ser el dueño de una casona en Dique Luján, partido de Tigre; que no tiene testaferros, que sólo sumó a sus bienes una embarcación y dos terrenos y que su familia es ajena a cualquier procedimiento irregular que se le pudiera reprochar.  “No tiene nada que ver la evolución de mi patrimonio con el tema de los bolsos”.

“Ese dinero no es mío; cuando señalé que es dinero de la política es porque así me lo indicaron. Ese dinero era de personas vinculadas a la política de las cuales no puedo hablar. No es una persona sino varias y yo mismo no sé bien quiénes son todos, ni quiero saberlo”, dijo López ante el tribunal oral federal que lo juzga por enriquecimiento ilícito.

López realizó un poco verosímil relato, pues sostuvo que en una reunión de la que no dio detalles surgió una circunstancia que tampoco precisó por la cual se vio obligado a trasladar el dinero hacia el convento. “La diligencia encomendada consistía en que debía trasladar esos bolsos al convento al que yo conocía y tenía entrada, entendiendo que a partir de allí se los iba a ir retirando para darles otro destino”.

López describió: “al lugar no llegué solo, me escoltaron tres personas, una en una moto y dos en un auto. No eran simples acompañantes sino las personas que me entregaron el dinero y me siguieron todo el camino. Por eso dejé el auto en marcha. El dinero que quedaba en el auto era custodiado por esas tres personas”.

Incluso justificó el haber llevado un arma en una supuesta cuestión de temor sobre su seguridad personal.

“El dinero lo llevaron esa misma noche las tres personas que me escoltaron, no sabía que me iban a escoltar, por eso en la emergencia tomé el arma porque tenía miedo que me pasara algo en el camino de traslado al lugar. También temía lo que podía pasar al retorno, después de dejar (los bolsos) en ese lugar”.  López bajó el arma del vehículo en el que transportaba los bolsos y en las filmaciones de las cámaras de seguridad en ningún momento se lo ve preocupado por una eventual utilización de ese elemento como defensa personal ante un eventual ataque.

“Me arrepiento de no haber tenido la claridad y la fortaleza suficientes para haber resistido las presiones. Hubiera sufrido yo las peores consecuencias pero no el resto de mi familia”.

Lo que siguió fue una sucesión de “no puedo contestar esa pregunta” y una larga polémica en el tribunal sobre el contenido y las interpretaciones procesales sobre la declaración del ex funcionario.