Si la inclusión de los centrodelanteros en la lista definitiva para Rusia 2018 fuese una carrera de caballos –no lo es, son futbolistas, carne humana con sentimientos y razones cambiantes–, hay una fija –Sergio Agüero–, una media fija después de una reparación psicológica –Gonzalo Higuaín–, uno que quiere pelearle a pesar de la baja performance –Mauro Icardi–, otro que alcanza y quiere ganar –Lautaro Martínez–, uno que puede aparecer como alternativa porque conoce ese centro –Paulo Dybala– y un último que está afuera por lesión –Darío Benedetto–. Jorge Sampaoli planea convocar a tres jugadores para esa posición en el Mundial. Agüero e Higuaín, de altos presentes en Manchester City y Juventus, comparten además una particularidad: son los únicos de ese grupo que metieron goles con la camiseta de la Selección. El lugar del tercero en discordia lo pelean Dybala y Martínez. La titularidad, a 118 días del debut ante Islandia en Moscú por el grupo D, es de Agüero, a quien Sampaoli considera el mejor jugador argentino después de Lionel Messi, su socio.

«Mirá lo que será Guardiola –le dijo un campeón del mundo en México 86 a Sampaoli– que dirigía al Barcelona y España salió campeón en Sudáfrica; que dirigía al Bayern Munich y Alemania salió campeón en Brasil; y ahora está en el Manchester City, un club globalizado, mejorando a muchas selecciones, y Agüero y Otamendi son los más importantes sacando a Messi». Agüero es el tercer máximo goleador de Argentina después de Messi y Gabriel Batistuta (Higuaín, el quinto, junto a Diego Maradona). Pero, especialmente, Agüero fue el «borrado» en la primera lista, a mediados de 2017, lo que le hizo un clic: pidió hablar con el entrenador y comenzó a reconstruirse para surfear, con Pep Guardiola al mando de un City súper líder de la Premier League y candidato a la Champions, quizá su más alto nivel futbolístico. «El 9 tiene que ser Agüero, sin ninguna duda. Es goleador, lo siente. Hay que darle confianza. Hay que mimarlo, decirle: ‘¡Qué fenómeno que sos! ¡Qué gol que hiciste'», dice José Sanfilippo, décimo goleador (21) en la Selección, y agrega: «Agüero e Higuaín son goleadores de la puta madre en Europa. Acá los critican, pero se equivocan».

Higuaín, el jugador más burlado por fallar la terminación de jugadas decisivas en finales es, tal vez, al mismo tiempo, el autor del gol de la Selección más importante después del de Claudio Caniggia a Italia en 1990: la volea ante Bélgica, el pase a las semifinales de Brasil 2014, ese cruce del Rubicón esquivo durante 24 años. A fines de enero, en la reunión con Sampaoli en Turín, Higuaín le soltó: «Nos salió bien la que hicimos». La estrategia: la ausencia de Higuaín en la Selección, que incluyó los tensos partidos de clasificación en Eliminatorias, como un impasse emocional en la relación, aceptado por las partes. «El Mundial se juega dentro de cuatro meses, y hay que apuntar a los que mejor andan. Hay que esperar que Agüero e Higuaín estén con el mismo pie que ahora –sostiene Leopoldo Jacinto Luque, noveno goleador (22) en la historia de Argentina–. A Icardi le dieron la oportunidad y no sé qué le pasó. No hay que llevar a los de más experiencia ni a los guerreros, como dijo un jugador por ahí». El jugador que Luque no nombra: Carlos Tevez, fuera de la consideración.

Como Icardi –lesionado y en baja– se superpone por parecidas características con Higuaín, en caso de que Sampoli finalmente opte por tres delanteros que puedan jugar por el centro del ataque, Dybala y Lautaro Martínez pelean por un pasaje a Rusia. Cada uno con sus argumentos, con sus cartas echadas en la cancha. Dybala no jugó de centrodelantero en la Selección con Sampoli. Lo ubicó de segunda punta. Pero puede jugar ahí, descolló en Instituto como 9 y «falso» 9 en la temporada debut, la B Nacional 2011/12, con delanteros por los costados: 17 goles en 40 partidos; y su punto fijo en el horizonte es el gol. Suma 14 en la Serie A, igual cantidad que Higuaín. «Y un Mundial –acota un integrante del cuerpo técnico de la Selección– se define por goles, lo que le da sentido a que vaya». La contra: la poca química en la cancha con Messi. Lautaro, en cambio, fuerza su inclusión no sólo desde los goles: la juventud lo lleva a presionar, a correr un poco más que el resto, a desplegarse, y eso Sampaoli lo valora porque en un ataque con Messi y Agüero se torna necesario. «Este pibe Lautaro es un toro, sangre nueva, no hay que descartarlo porque es inquieto, incómodo para los defensores, sobre todo cuando un equipo se mete atrás. Hay que llevarlo para ir preparándolo, y en algún partido hay que tirarlo», dice Luque.

La rotura del ligamento cruzado anterior y del menisco externo de la rodilla derecha de Benedetto le allanó el camino de las decisiones a Sampaoli en el puesto con más competitividad (el otro centrodelantero que fue convocado por el entrenador –y está afuera– es Lucas Alario). «Todos me gustan», aclara César Luis Menotti, entrenador campeón en Argentina 78, y explica: «A Agüero lo conozco. Lo puse en Independiente después de que debutara con Ruggeri. Hasta me hacían chistes cuando dije que era parecido a Romario. Higuaín tuvo la desgracia de errar un gol. Hay otros que erraron 50 goles. Agüero tiene mejores recursos en los espacios reducidos. Higuaín, en los contragolpes, por ahí es más rápido y decisivo. Lo tiene que decidir el entrenador, poner al que está más cerca de su idea futbolística. O poner a todos juntos, como los puso Sabella». Todos juntos: que jueguen, de entrada, Messi, Ángel Di María, Agüero e Higuaín. Nunca lo hicieron con Sampaoli. Coincidieron de titulares nueve veces: siete triunfos y dos empates. Los cuatro estarán en Rusia. Y si Sampaoli elige que sean tres los centrodelanteros, hay otro en el plantel que puede jugar ahí. Si los rayos de la mala fortuna caen sobre Agüero, Higuaín o quien sea, está Messi. Que puede jugar de 9, de «falso» 9, de lo que quiera. Que, en concreto, le da sentido al fútbol de la Selección.