Un sesgo de las elecciones parlamentarias es que son básicamente provinciales. Los partidos no necesitan atar la boleta a una candidatura única de alcance nacional para conseguir el efecto arrastre, como ocurre cada cuatro años cuando se votan gobernadores y presidente.

Una de las apuestas del PRO para la contienda electoral del año que viene es “nacionalizar”. Tratar de repetir el clima del balotaje de 2015. En el macrismo suponen-quizás con exceso de confianza- que eso concentrará el voto y dará mejores resultados. Parece difícil, sin embargo, que logren escapar de la lógica de las votaciones de medio término y de las compleja realidad que tiene la propia coalición Cambiemos en los distritos claves.

La clave

La provincia de Buenos Aires será, como siempre, el lugar donde se posarán todas las miradas. La situación de Cambiemos, por ahora, no presenta demasiadas fisuras. El único radical que ha cuestionado la gestión del gobierno nacional e insinuado competir en las PASO es Ricardo Alfonsín. El diputado recibe apoyo de dirigentes de distintos municipios, aunque por ahora es sólo por lo bajo. La conducción de la UCR bonaerense quedó en manos del vicegobernador Daniel Salvador, partidario de la “unidad”.

Sin embargo, hay peronistas de distintas vertientes que cruzaron el río y se “pasaron” al oficialismo. Esto genera resquemores con los radicales de esos municipios. En la lista de los “peronistas PRO” están el ex intendente de San Miguel, ex massista, Joaquín De la Torre; miembro del Gabinete de María Eugenia Vidal; el intendente de Azul, Hernán Bartellys, ex FPV; el de Castelli, Francisco Echarren, que también se incorporó al gobierno provincial, y el jefe comunal de San Nicolás, que haciendo honor a su apellido (Ismael Passaglia) se pasó. Son símbolos, pero no alcanza para hablar de una “pata peronista” del macrismo. El verdadero problema del presidente en este distrito es que Cambiemos no liderando en ninguna de las mediciones que circulan.

La fractura de Santa Fe

En Santa Fe la situación es diametralmente opuesta y más compleja. Allí el radicalismo tiene un frente, el que gobierna la provincia, con el partido socialista. La mayoría de los boinas blancas que controlan la convención del partido, que decide las alianzas, quiere preservar esa coalición y competir contra el PRO.

El intendente de Santa Fe capital, José Corral, al igual que el diputado Mario Barletta, están en otra tesitura y apuestan a crear el Cambiemos santafesino, ya que formalmente no existe. El carácter de las próximas elecciones favorece por lejos las chances de los que pretenden armar sin el macrismo, aunque nadie descarta fracturas.
Por eso es que la Rosada posó sus ojos sobre el peronista Omar Perotti, que realizó una gran elección a gobernador en 2015. La figura del presidente en esta provincia, Miguel Del Sel, renunció a la embajada de Pamaná y anunció que vuelve a su primer amor, el grupo de humor Midachi.

El talón en el bastión

Aunque pueda sonar extraño, en el corazón del macrismo, la Ciudad de Buenos Aires, el panorama no es mejor. El todavía embajador en Estados Unidos, Martín Lousteau, apoyado por la estructura radical, ha enviado varias señales que indican que competirá en octubre próximo, con la mira en la jefatura de gobierno porteña para el 2019. Y nunca aseguró que lo haría por dentro de Cambiemos. La mayoría de las encuestas muestran al padre intelectual de la Resolución 125 con chances de ganar sin aliarse al macrismo, en un escenario de tres grandes fuerzas.

Esta realidad, aunque parezca extraño, ha generado que la Ciudad sea un lugar complejo para el presidente. Cerca de Horacio Rodríguez Larreta evalúan proponerle a Elisa Carrió que sea candidata. Suponen que con eso anulan las chances de Lousteau. Pero se genera otro conflicto. ¿Qué pasa si Carrió gana? ¿Cómo podrá Macri conducirla? El presidente sigue esperando que aparezca alguno más del riñón. Diego Santilli levanta la mirada, pero las mediciones lo muestran por debajo de Lousteau.

Córdoba y La Pampa

Podría decirse que Córdoba le dio la presidencia a Macri. Sacó alrededor del 70% de los votos en el balotaje. Ahora la situación no es tan clara, aunque el PRO tiene plafón para armar. La punta de lanza será el sector radical de Oscar Aguad, un macrista convencido hasta los huesos. Los tironeos estarán con Ramón Mestre, que gobierna la capital provincial y mira con mucha desconfianza la creciente buena relación entre el gobernador cordobés Juan Shiaretti y la Rosada.

Schiaretti envió una señal política muy contundente días atrás, que lo distanció de su eterno socio, el Gallego José Manuel De la Sota. Dijo: “Yo no soy parte del espacio político de Massa”. En La Pampa, Cambiemos prácticamente dejó de existir. El cacique radical Francisco Torroba, actual diputado nacional, ha planteado directamente ir con lista propia. “Su relación con (el macrista) Carlos Mac Allister está quebrada”, afirmaron en su entorno.

En el resto del país, en rigor, Cambiemos no existe como sello. Los radicales armaron, ya en 2015, frentes provinciales con otro nombre que incluyen sectores del peronismo massista. Son coaliciones en las que el PRO local ocupa un lugar secundario, algo que no cambiará en la próxima elección. «