El pueblo irlandés se movilizó el viernes para votar a favor o en contra de liberalizar la legislación sobre el aborto mediante la anulación de la llamada octava enmienda que, al equiparar el derecho a la vida de la mujer gestante con el del feto, implicó la prohibición del aborto en casi todos los casos. Los resultados dan un apoyo al cambio de cerca del 70% de los votantes en 37 de las 40 circunscripciones escrutadas. Ya el viernes, los mismos responsables de la campaña por el No habían admitido su derrota en las urnas. 

Hasta ahora Irlanda posee una de las leyes más duras de Europa, que solo permite la interrupción del embarazo en circunstancias excepcionales -que no incluyen casos de incesto, violación o malformaciones del feto-, sólo cuando la vida de la madre corre peligro. Al mismo tiempo prevé penas de cárcel de hasta 14 años para las mujeres y los profesionales que realicen abortos al margen de la normativa. Todo cambiará antes de fin de año cuando el Parlamento vote una nueva ley ahora que se la enmienda constitucional.

El primer ministro irlandés, Leo Varadkar, destacó este sábado que tras el resultado del referéndum del viernes, Irlanda tendrá “una constitución moderna para un país moderno” y que los contundentes resultados a favor del Sí, que rondan el 70% de los votos con la participación del 69,4% del electorado, suponen una “revolución silenciosa”. El mandatario también se ha dirigido a quienes se han inclinado por el No, asegurándoles que Irlanda “es el mismo país que la semana pasada, solo que un poco más amable, un poco más tolerante y un poco más moral”.

El ministro de Salud, Simon Harris, uno de los principales impulsores de este cambio junto con la ministra de Infancia, Katherine Zappone, indicó que ha sido una jornada “muy emotiva”, ya que a la miles de irlandesas que viajan cada año al extranjero para abortar “en vez de decirles que tomen el barco, ahora les damos la mano y les decimos que cuidaremos de ellas”.

John McGuirk, una de las figuras de los grupos antiabortistas (Save the 8th),  admitió la derrota de la campaña para que no se modifique la enmienda constitucional que hasta ahora negaba el derecho de las mujeres irlandesas a interrumpir su embarazo. La enmienda constitucional que que ha sido rechazada había sido votada en 1983 por un porcentaje similar. El cambio parece indicar un cambio en la fuerte influencia de las instituciones religiosas en el país. 

Desgranado por grupos, los votos de los jóvenes de entre 18 y 24 años se inclinaron en más del 87,6% por el sí; los de entre 25 y 34 años, en un 84,6%; los de entre 35 y 49, en un 72,8% y el de 50 y 64, por un 63,7%. Solo en el grupo de más de 65 se dio una mayoría por el no. Si bien el voto por el cambio fue mayoritario tanto en los sectores urbanos como rurales, en los primeros rondó el 70%, diez puntos más que en los sectores rurales. Si se divide por género, la diferencia es de unos siete puntos, el 65,9% de hombres y el 72,1% de mujeres votaron de manera positiva.

Con este cambio, el actual gobierno, que se encuentra en el poder desde 2011, debe presentar una nueva legislación que permitirá el aborto en Irlanda en todas las circunstancias durante las primeras doce semanas de embarazo y, en casos excepcionales, hasta las veinticuatro semanas. Probablemente la discusión por las especificidades de la ley coincidirá con la visita del papa Francisco en Agosto.