Detrás de la bandera que Gustavo Fernández llevará este miércoles por el Maracaná, en la apertura de los Juegos Paralímpicos, desfilarán otros 84 deportistas argentinos. Como el 5 de agosto pasado, cuando los atletas se encolumnaron detrás de Luis Scola, será la delegación nacional más grande en la historia. Habrá participación en 15 de las 23 disciplinas que otorgarán medallas. Superaron, también, los controles –algunos sorpresa– antidoping. Desde el miércoles y durante once días, dormirán en Barra de Tijuca, la misma Villa que hospedó a Usain Bolt, Michel Phelps, Simone Biles y al resto de la constelación que brilló hasta el 21 de agosto en Brasil. Competirán en los mismos estadios, las mismas playas y las mismas calles. «Son atletas, como los otros, con la única diferencia que tienen una limitación», dice Graciela Muñiz, ex defensora adjunta de la Ciudad que estuvo en Londres 2012 y viajará a Río como espectadora. La expectativa la marca José María Valladares, el presidente del Comité Paralímpico Argentino  (COPAR): «No todos van a estar en el  podio, pero casi todos van a superar sus registros.» 

Quienes están cerca de estos deportistas afirman que el crecimiento y la evolución son considerables: en Brasil, dicen, se verá la delegación más preparada y profesional de las 16 que participaron desde la primera edición en Roma 1960. «Que se hayan clasificado 15 deportes es muy auspicioso. La mejora –cuenta Valladares– es notable. Tenemos mucha confianza y hay un grupo equilibrado entre juventud y experiencia.» En Río, por ejemplo, la Argentina tendrá presencia en las tres disciplinas acuáticas por primera vez: Juan Fernández Ocampo competirá en vela, Mariana Gallo lo hará en remo y habrá diez atletas en natación. Por sus últimas actuaciones –ganador en Rolando Garros–, Gustavo Fernández, el abanderado nacional, acaso carga con la presión más fuerte para conseguir una medalla en tenis en silla de ruedas. En el fútbol para ciegos, donde ya se agotaron las entradas, Los Murciélagos  están entre los favoritos. Nadia Báez intentará mejorar –o repetir– el logro en Londres 2012, donde se colgó el bronce en los 100 metros pecho. El judo y el ciclismo, con diez representantes, también reúnen esperanzas. 

«Estoy convencido de que va a ser un gran Juego. Es una delegación con un recambio generacional muy importante y con grandes valores dentro de cada disciplina», analiza –y se entusiasma– Gabriel Copola, jugador de tenis de mesa que está sexto en el ranking mundial. Él también sueña con el podio en su segunda cita olímpica. Su objetivo de mínima será sortear la fase inicial que sólo superarán los líderes de cada grupo. Sabe que será difícil. Por eso, en abril, se fue un mes a China para entrenarse –en doble y triple turno– en un complejo paralímpico junto a un entrenador y dos sparrings. «La idea fue buscar un salto de calidad», explica. Él, de todos modos, siente que ya ganó: «Es importante poder a llegar ese tipo de competencia. Yo la llamo la medalla invisible: es el reconocimiento al esfuerzo y a tantas cosas que dejás de lado». 

Osvaldo Hernández conduce otra de las aspiraciones del deporte argentino en Brasil: es el entrenador de Los Tigres, el equipo de fútbol 7 integrado por jugadores que sufrieron parálisis cerebral. La disciplina que se práctica desde 1984 tiene unos leves cambios en relación al fútbol convencional: son equipos de siete jugadores, la cancha es más chica, los saques de banda se pueden hacer con una mano, no hay offside y se juegan dos tiempos de 30 minutos. El técnico señala que Ucrania, Rusia (excluida por completo de los Juegos), Irán y Brasil son los países que están varios escalones arriba del resto. Argentina está expectante, en el segundo pelotón. «Vivimos de sueños e ilusiones, pero somos realistas: queremos mejorar el sexto puesto en Londres», dice. 

Unos días antes del comienzo de la competencia, empujados por el furor de los recientes Juegos, el canal DxTV confirmó que trasmitirá el evento. Será la primera vez de una cobertura de este tipo con una enviada especial (Laura Couto) y dos programas diarios (uno al mediodía y otro por la noche con un resumen de cada jornada) conducidos por Gabriel Ganci y Sabrina Montero. Aunque aún no está definido si habrá programación en vivo.

Para Copola, que se inclinó por el deporte cuando vio al tenista de mesa Gabriel Hailand en el programa de Susana Giménez, será un punto de inflexión. “Servirá para generar conciencia en la gente, para que se naturalice la discapacidad y también para lograr que un chico pueda darse cuenta que, pese a la discapacidad, hay muchas cosas por hacer. Ojalá alguien se sienta identificado y tome la posta”, dice sobre el posible impacto de la difusión de los Paralímpicos. “Nosotros tenemos que mejorar nuestro mensaje y llegar a la comunidad que ahora tiene otra percepción: sabe que son deportistas de alto rendimiento”, asegura Valladares. Graciela Muñiz, en cambio, todavía exige algo más. Reclama, como Copola, un cambio de paradigma. «Para muchos periodistas deportivos estos son otros juegos, como si no existieran. Para mí son los mismos. Estos atletas son un ejemplo y son poco reconocidos.»