«El comisario general Pablo Bressi es el hombre mejor preparado en la lucha contra el narcotráfico. Es mi prioridad y la vamos a llevar a cabo con mucha inteligencia, trabajo y honestidad»,explicaba el ministro de Seguridad de Buenos Aires, Cristian Ritondo, durante la presentación del heredero de Hugo Matzkin, ex jefe de la policía provincial.

Quizás haya sido la inexperiencia en el cargo, tal vez la soberbia marketinera del «cambio», pero Ritondo cometió un grave error durante la conferencia de prensa. Porque de Bressi se dicen muchas cosas. Y ninguna lo acerca a la mentada lucha contra el narcotráfico.
«Ritondo –adelantó Marcelo Sain– compró el paquete que le vendió Granados: el sistema de recaudación policial que luego sube a las autoridades políticas. Ahora Bressi va a aprovechar la reforma para organizar una cúpula propia.»

La decisión de Ritondo causó resquemor en la tropa policial más grande del país. Pronto comenzaron los pases de factura y se abrieron algunas bocas.

El elegido

Nacido y criado en zona oeste –el negocio familiar está Ramos Mejía–, separado de su primera esposa, padre de dos varones y una mujer. Antes de ser elegido jefe de la Bonaerense, sus apariciones célebres habían sido dos: en 1999 como negociador del Grupo Halcón en la balacera histórica de Ramallo, y en 2004 cuando el padre de Patricia Nine, secuestrada en la zona oeste del Conurbano, denunció que le cobraba un monto fijo por protegerlo de futuros secuestros.

Pero su verdadero perfil, el que lo llevó a ser el policía más importante de la provincia más grande del país, es otro. Según distintas fuentes policiales, Bressi fue recomendado por Guillermo González, comisario retirado de la Bonaerense, vinculado a la DEA (la agencia antidrogas estadounidense). González fue jefe de drogas durante la gestión de Ramón Orestes Verón, ministro de Seguridad de la gobernación de Carlos Ruckauf y socio en agencias de seguridad del histórico comisario Mario Naldi.

La historia de Bressi tuvo muchos sinsabores pero siempre se las ingenió para salir bien parado. Cuando el escándalo Nine lo dejó fuera de la fuerza, se transformó en protegido de los jueces federales de Morón, para los que trabajó en la Universidad de Morón, donde corregía trabajos prácticos mientras estaba desafectado de servicio activo. También se ganó la confianza del fiscal federal de Tres de Febrero, Paulo Starc, que lo reintegró a la policía cuando asumió como subsecretario de Investigaciones e Inteligencia Criminal, durante la gestión de Carlos Stornelli en el Ministerio de Seguridad provincial.

Con la venia del Poder Judicial, Bressi fue paseando sus métodos por distintas delegaciones de «Drogas» del Conurbano. En pocas tuvo éxito. Y no son pocos los policías que aseguran que fue durante su gestión que Esteban Echeverría se transformó en una de las jurisdicciones más calientes por narcotráfico. Allí, por ejemplo, un grupo de cinco traficantes pagaba un millón de pesos por mes para trabajar sin ser detenidos.

Tiempo se reunió en el barrio de Flores con dos agentes que trabajaron con Bressi y pidieron reservas de identidad y destino. Argumentaron que la mano del jefe es ahora más pesada que nunca. Después de la breve presentación, invitaron a subir a un auto no identificable rumbo a Caseros. La charla ocurrió en un bar de la zona céntrica. Ningún cliente escuchó la conversación. De haberlo hecho, habrían corrido espantados.

«El sistema de Bressi y su grupo era simple: arreglaban con los narcos, cobraban cachet por la zona donde trabajaban. Después –confesó uno de los entrevistados– te mandaba a investigarlos. Cuando tenías todo listo, mandaba a otro grupo a arreglar. Así les cobraba más.»

Las fuentes señalaron que para llegar a jefe de Drogas provincial, Bressi le ganó la carrera al comisario general Carlos Greco. Contó con la ayuda de otro vecino del Oeste, más precisamente de Haedo, Hugo Matzkin. En ese momento, el jefe de Investigaciones era Ángel «El Mono» Becerra, que antes había trabajado en la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de San Martín y conocía a fondo el entramado narco de la jurisdicción. Los voceros coincidieron en que Bressi y Becerra pactaron el método de recaudación y coordinaron esfuerzos en las jurisdicciones de San Martín y San Isidro. En este sentido, Bressi era jefe de Drogas provincial cuando una investigación del juez federal de Lomas de Zamora Carlos Ferreiro Pella detectó el pago de coimas a distintas reparticiones policiales. Entre ellas, se destacaba «la casita», denominación de la Delegación de Narcotráfico de San Martín. «Mameluco pagaba 500 mil pesos por mes a la división de narcotráfico de San Martín. El dinero, como lo demuestra el expediente, iba directamente a las manos del jefe de narcotráfico, o sea Bressi», detalló una fuente judicial. En ese entonces, el encargado de recaudar era «Lucas», identificado como el oficial principal Lucas Aciarresi, que trabajaba en la Delegación de Narcotráfico de San Martín. «Esos pagos –reveló un oficial– eran percibidos por el jefe de operaciones, este se los entregaba a su jefe Daniel Eduardo Rabey, y luego se los entregaba al comisario Leonardo Darío María, secretario del jefe de la Superintendencia de Drogas”.

«Cuando este sistema de recaudación salió a la luz, Bressi –continuó– protegió a Rabey y Aciarresi. Después llegaron los allanamientos por el caso de la Cárcova, donde detuvieron al jefe departamental de San Martín, y también a oficiales de San Isidro. Bressi los rescató y los mandó a Quilmes.» Sin embargo, la justicia federal de Lomas de Zamora abrió un expediente por cohecho que promete traer noticias a la brevedad.

Cuando el río suena

Las mencionadas no son las únicas causas judiciales que podrían revelar el mecanismo de la cúpula de la Bonaerense para administrar el delito. Para entender el rompecabezas, hay que retroceder algunos años, hasta la época donde el protagonista de esta historia asumió como jefe provincial de Drogas. Apenas ocupó el cargo, Bressi nombró a Mario Quintana como director de la Delegación Enlace Aeroportuario y a Pablo Javier Montán en Narcotráfico de Esteban Echeverría. Quintana y Montán habían trabajado juntos en la sede de drogas de La Matanza, donde compartieron destino con Abraham Segundo Jalaf, encargado de «hacer la vuelta», como llaman los policías a la recaudación ilegal.

En febrero pasado, en Esteban Echeverría, Jalaf fue detenido junto a otros dos policías: uno de apellido Ávila, el otro Altamirano, cuando negociaban con un abogado la liberación de zona para la venta de drogas. Tiempo consultó al fiscal Juan José Vaello, a cargo de la UFI  N° 5 de Lomas de Zamora, que confirmó las detenciones y aclaró que la causa fue caratulada como «Ofrecimiento de tráfico de influencias». «Todavía no hay nada claro, pero la reunión fue grabada y consta en el expediente», señaló el funcionario.

«Los tres eran de la División de Enlace Aeroportuario que depende de Drogas Ilícitas. El responsable es Quintana. Cuando Bressi trabajó en Narcotráfico de Lomas de Zamora, Quintana era su segundo jefe y Jalaf hacía las cobranzas ilegales. Después Bressi continuó su carrera en La Matanza, donde Quintana y Jalaf lo siguieron. Más tarde repitieron en Quilmes, y en Esteban Echeverría. Ahí se sumaron Ávila y Altamirano. Cuando Bressi llega a la Superintendencia de Drogas, Quintana se hace cargo de la División de Enlace Aeroportuario, y lleva a Jalaf, Ávila y Altamirano. Dentro de la policía no es secreto que esos tres recaudaban para el jefe», reveló otra fuente policial.

«Gracias a Bressi se cimentó el protocolo de recaudación de las delegaciones de narcotráfico. Ellos tiene ‘Los Agendados’, que son los narcos que pagan todos los meses, y otros métodos para cobrar»-, denunció el abogado Damián Odetti, presidente de la Asociación Civil Nuevo Concepto Penal.
A seis meses de la declaración de guerra, Ritondo  sigue confiando en Bressi para acabar con el narcotráfico. Aquellos que conocen al jefe de policía, no comparten su entusiasmo. «

Los detalles de «La caja»

Un oficial que trabajó bajo las órdenes de Pablo Bressi detalló cómo se rendirían los cobros del narcotráfico en la Bonaerense. “La caja de recaudación de Seguridad de la policía siempre la maneja el segundo jefe. Ahí podríamos agendar los sobres que aparecieron en La Plata. Otra cosa –explicó la fuente- es Narcotráfico, una caja grande pero caliente. El segundo jefe de policía tiene el total manejo de las dependencias de Seguridad, recaudación conocida como ‘la tradicional’. Maneja adicionales, ‘cores y polad’. El jefe de policía controla las brigadas: drogas, juego, prostíbulos y piratas. En Drogas, la General se paga los viernes del 1 al 5. Los mensuales son generalmente grandes narcos. Cuentan que tienen una cuota fija que abonan regularmente. Los semanales son pequeños transas. Es gente más expuesta, vendedores desorganizados, que no inspiran confianza para un pago mensual”.

De la Masacre de Ramallo a Kosteki y Santillán

El 17 de septiembre de 1999 el cielo de Ramallo se tornó rojo. Tres ladrones entraron armados para  robar el Banco Nación y se llevaron a tres rehenes. Era de noche cuando los delincuentes salieron en auto. ¿El resultado? Dos rehenes asesinados (la esposa del gerente, Flora Lacave, se salvó de milagro) y uno de los asaltantes logró sobrevivir. El entonces oficial del Grupo Halcón, Pablo Bressi fue el «negociador» de los policías. Se dispararon 170 balas, 46 dieron en el auto. El otro doble crimen atroz que tiene en su currículum la Bonaerense es el de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, asesinados a tiros por el grupo del comisario Alfredo Franchotti y su ladero Alejandro Acosta, el 26 de junio de 2002, en la estación de trenes de Avellaneda.

Uniformes

La decisión de cambiar el uniforme de la Policía Bonaerense generó malestar. Los efectivos se quejaron por el gasto superfluo y volvieron a pedir aumento. 

El reclamo se da en el marco de una fuerte disputa con el poder político e incluye planes de sindicalización de la fuerza policial más grande de la Argentina.