-¿Como qué jugador creés que jugaste?

-Como Messi.

-¿Como Messi o como alguno de Talleres?

-No, como Messi…

El que responde que jugó como Lionel Messi es Cristian Pavón. Tiene 11 años. Es 8 de julio de 2007. Usa la camiseta 10 del equipo de Anisacate en el torneo de fútbol infantil de Canal 12, transmitido a toda la provincia de Córdoba. El que le pregunta es el periodista Agustín Caretó. “Me acuerdo patente esa nota porque fue el día previo a que nevara en Córdoba. Y en ese momento -dice Caretó-, Messi no era lo que es hoy. Pero ya lo tenía fichado, esa idea en la cabeza.” Messi hacía un año que había jugado en Alemania 2006, su primer Mundial. En Rusia 2018, su cuarta Copa del Mundo, Messi jugará por primera vez con una generación de futbolistas que creció viéndolo por televisión, como Pavón, el chico tímido que jugaba como Messi.

Pavón tiene hoy 22 años, igual que Giovani Lo Celso. Son los más jóvenes en el plantel de la Selección. Le siguen Paulo Dybala (24) y Nicolás Tagliafico (25). Cuando Messi debutó en un Mundial, recién jugaban en las categorías infantiles. Y con ellos, con los que querían ser como él, pretende encontrar complicidades en el juego.

Desde la canchita del Club Deportivo Recreación Anisacate, enfrente a la casa de los Pavón, Rogelio Giménez, uno de sus entrenadores, dice: “Se dio futbolísticamente con Messi porque es humilde, buen compañero, y no le importaba hacer los goles. No es de mucho hablar, pero siempre lo tuvo ahí. Él era la pelota y la 10. Le decíamos: ‘Mirá que para usar la 10 tenés que poner, eh, tenés que sentirte Maradona, no la usa cualquiera’. Cristian jugó siempre así, de chiquito. Jugaba descalzo, en el barrio, sin  ningún problema. Es potrero y sigue siéndolo”. Pavón jugó tres veces el tradicional torneo de Canal 12: con su categoría, la 1996, y con la 95 y la 94: los compañeros más grandes le cedían la camiseta amarilla y roja con la 10 en la espalda. Nunca lo pudo ganar, y después pegó el salto a las inferiores de Talleres.

Dybala también nació en Córdoba, en Laguna Larga. En La Agustina, la pensión de Instituto, siempre elegía en la PlayStation al Barcelona para maniobrar a Messi. Los demás le decían que cambiara de equipo, que no siempre hiciera las jugadas con Messi. En ese sentido, Dybala admitió que lo miraba por la tele “para aprender”, porque en aquel entonces jugaba como él, de falso nueve. Era el pibe que hacía los goles de Messi en Instituto. “Lo idolatraba -marca Pablo Álvarez, parte de la coordinación de las inferiores del club, entrenador de Dybala en el selectivo de juveniles-. He jugado con él a la Play, porque para los pibes que están en la pensión somos como los padres. Terminaba de entrenar y pasaba un rato para charlar, a revisar las piezas, a tomar mate, y si había Play, nos prendíamos”.

Si con Pavón hubo amor a primera vez, la relación futbolística con Dybala está en deuda, en veremos. “Como todo deporte de grupo -arriesga Pablo Álvarez-, les falta más tiempo entre ellos. A lo mejor el Mundial les hace bien. Hay una admiración hacia Messi, y no debe ser muy fácil jugar con él, que es el más destacado, juega diferente, y todos tienden a dársela, a jugar para él, y eso se va limando”.

El que suele entregarle la pelota como autómata es Lo Celso, rosarino como Messi, pero surgido de Rosario Central, no de Newell’s. Es el que intenta romper líneas con la repentización, con el pase directo a Messi y, a la vez, ser su apoyo retrasado. Leonardo Fernández fue su técnico en 2013, cuando jugaba en la Sexta División. Fueron campeones. “Nos llamaba la atención por su traslado de la pelota y velocidad -destaca Leo Fernández-. Corría más de diez kilómetros por partido, que a su edad nos asombraba. Al principio lo pusimos de carrilero para aprovechar su explosión. Pero después lo tiramos adentro, medio enganche, medio doble cinco, y marcó la diferencia: tiene un pase que no tiene nadie. La sociedad con Messi la veo ideal. Siempre lo va a encontrar muy bien ubicado y le va a dar el mejor pase, lo va a posicionar siempre muy bien, no se la va a dar para sacársela de encima”.

Tagliafico, como Lo Celso en Rosario Central, pasó de la Sexta a la Primera de Banfield. En los primeros años en las inferiores, insistía con jugar de mediocampista. “A este chico déjenlo de lateral izquierdo, que va a ser el lateral de la Selección”, les repetía a los entrenadores de las categorías Silvio Marzolini, entonces coordinador de las inferiores de Banfield. Tagliafico debutó en Primera después de ser sparring en el Mundial de Sudáfrica 2010, el segundo de Messi. En 2012, cuando pasó por una temporada al Murcia de España, Jordi Alba llegó al Barcelona. “Lo miro a Jordi Alba -reconoció Tagliafico-. Sé que tengo que mirarlo más. Messi en su momento tuvo de socio a Dani Alves y ahora lo tiene a él. Se conocen de memoria. Leo se la tira desde el medio hacia la izquierda, Jordi desborda y da el pase atrás para que Leo, que viene acompañando la jugada, la meta. Hay un gran timing y un entendimiento, que es lógico: están entrenando todos los días juntos”.

A ellos, y a los otros más chicos de la Selección, como Maximiliano Meza y Marcos Acuña (26), Messi les dijo que jueguen tranquilos: que son el futuro de Argentina. “Dejen que la presión caiga sobre nuestros hombros -bajó línea el capitán Messi y su generación-. Que nos maten a nosotros. Mal o bien, ya estamos acostumbrados”. En Alemania 2006, Messi compartió el plantel con Pablo Aimar, que jugaba su segundo Mundial después de Corea-Japón 2002. Aquel año, Messi fue fichado formalmente por el Barcelona. Jugaba en la categoría Cadetes. Tenía 15 años. “Tengo un poco el estilo de Aimar -contaba en Barça TV-. Jugamos en la misma posición. Cuando recibe rápido, sabe antes lo que tiene que hacer”. Messi, más líder que nunca en la Selección, adentro y afuera de la cancha, sabe antes lo que tiene que hacer.