Una parte de los dueños de las grandes empresas de la Argentina decidió dejar de cuidar las apariencias y realizar a plena luz del día presiones políticas que por lo general se hacen en reserva. Manejándose como si Cambiemos fuese una mera factoría de candidatos en la que ellos definen las líneas de producción, los empresarios empezaron a reclamar públicamente que el presidente Mauricio Macri decline su aspiración a la reelección y que María Eugenia Vidal compita por la Casa Rosada.

El clímax de esta operación se produjo el martes pasado en el Hotel Alvear, en el marco de un almuerzo organizado por el Concejo Interamericano de Comercio y Producción. La única oradora del evento fue Vidal y los hombres de negocios aprovecharon la ocasión para decirle que la respaldaban si se  decidía a competir por la presidencia. En otras palabras, le bajaron el pulgar a Macri que intenta mantenerse en pie en el centro del Coliseo.

¿Qué es lo que está detrás de este acto en apariencia desesperado?

Lo cierto es que en el mundo de las grandes empresas circulan encuestas del escenario electoral con resultados muy distintos a las que mayormente se difunden en los medios. Son sondeos en los que Macri aparece con muy malos resultados. Varios consultores que miden para el poder económico hablaron con este medio en estricta reserva y confesaron que el jefe de Estado figura con una banda que oscila entre 20 y 25 puntos de intención de voto, mientras la expresidenta Cristina Fernández se mueve entre los 30 y 35. Es decir que CFK está al menos 10 puntos por encima del jefe del PRO para la primera vuelta de octubre. Estos indicadores son los que explican la reacción de los dueños de empresas, que no consistió sólo en pedirle a Vidal que compita sino también en comenzar a reforzar puentes con el kirchnerismo. Nada personal.  Son negocios.

Los mismos datos son los que entusiasman a los referentes de la «tercera vía», Sergio Massa y Roberto Lavagna, que imaginan que Macri puede quedar tercero.