Los supermercadistas se preparan para una nueva caída del consumo este año, consecuencia de la inflación y la caída del poder adquisitivo. El pronóstico tuvo consenso con matices leves en el Centro de Convenciones de Buenos Aires donde se realizó el encuentro Retail Day Expo con numerosa participación del negocio. El encuentro tuvo buena concurrencia pero los que estuvieron en ediciones previas apreciaron una asistencia menor.

En los pasillos se destacó la ausencia de autoridades políticas y grandes empresarios, que jerarquizaron convocatorias anteriores. “No quisieron aparecer por el contexto político y la situación económica en general” fue una conclusión común en el off the record.

Pablo Mandzij, director de Servicios de Retail de Nielsen informó que la caída del consumo fue del 14% entre enero y marzo, con un retroceso del 19 por ciento en el canal tradicional, las almacenes y comercios de barrio. Las grandes cadenas también cayeron pero menos, un 5% promedio.

La proyección es que la caída se prolongará en el año de las elecciones aunque se espera que sea moderadamente porque de marzo en adelante la comparación se hará contra los meses negativos de 2018.

Entre críticas a la intervención del Estado y expectativas de una recuperación vía paritarias, el titular de la consultora Scentia, una de las más escuchadas por el ambiente supermercadista, Osvaldo Del Río, pintó con números un panorama que, a contramano del interés vinculado a las elecciones promete una caída cercana al 3%.

La jugada del gobierno nacional para retomar el control frente al avance de la inflación con el programa Precios Esenciales cosechó buenas críticas. Según Del Río en diez días los productos de la lista tuvieron un volumen de ventas un 20% superior al previo al programa.

Pero el dato grafica también el momento del poder adquisitivo del salario. El consutor advirtió que “se está generando una brecha en la que el salario pierde contra la inflación y produce una retracción del consumo” por lo que llamó a las empresas a “reconstruir la base del consumo” con la mira en los sectores de bajos ingresos que son 70% de la población y el 50% del consumo a diferencia de los de mejores ingresos que son el 5% de la sociedad y el 13% del consumo.

Del Río cuestionó también el proyecto oficial de la Ley de Góndolas porque, consideró, “producirá el efecto contrario al deseado”. El especialista aseguró que en el mercado argentino ya existen 90% de marcas propias de pymes y que una vez que se recupere el saalaio “la gente volverá a la marca” en relación a los productos de las grandes empresas.

En ese contexto planteó que si se realiza el proyecto, que por ahora está frenado en el Congreso, “se fomentará la informalidad” en la actividad de los supermercados y las industrias vinculadas y calculó que se perderían unos 3.300 millones de pesos en concepto de recaudación.

Pablo Mandzij, de Nielsen, informó que el Indice de Confianza del Consumidor, que mide las expectativas de los consumidores respecto a sí mismos, el empleo, el país y los hábitos de consumo, es de 72, el número más bajo de la región.

Un 93% de las personas encuestadas por esa consultora sobre la economía respondió que ve al país en recesión y un 80 por ciento reconoció que cambió sus hábitos de consumo hacia segundas y terceras marcas. En ese orden, la economía, el trabajo y las tarifas son las tres mayores preocupaciones de las personas.

Para la salida, las fuentes coincidieron en la necesidad de conseguir estabilidad económica, contener la inflación, bajar el gasto públicas y generar expectativas de previsibilidad en el mediano plazo.

Aunque no hicieron comentarios sobre la carrera electoral y los distintos candidatos afirmaron que esta lista de factores económicos son los que más preocupan a futuro y que “quien capitalice esas demandas será el mejor perfilado en el camino hacia las urnas”.