Viajar a la luna califica sin lugar a dudas como uno de los sueños ancestrales de la humanidad: en cuanto el hombre descubrió el poder de imaginar, el satélite nocturno se volvió una fuente inagotable de fantasías. Desde entonces, mitos, leyendas e infinidad de obras literarias los tuvieron en su centro. Como si se tratara de una muestra a escala, en el cine ocurre lo mismo. Ya en 1902, apenas unos años después de su invención, el francés George Méliès, padre del cine fantástico y los efectos especiales, convirtió aquellos sueños en una película que acabaría siendo uno de sus trabajos más conocidos, titulado justamente Viaje a la Luna. La imagen de una luna con rostro humano y una bala de cañón incrustada en el ojo derecho hacen que esa obra de Méliès sea conocida casi por todo el mundo.

En el otro extremo de la línea cronológica se puede ubicar a El primer hombre en la Luna, que acaba de estrenarse este jueves y recrea la historia de Neil Armstrong, el famoso astronauta, capitán de la misión Apolo XI y, como ya lo informa el título en castellano de la película, el primer hombre en pisar la superficie lunar, el 21 de julio de 1969. Aquel que pronunció una frase, ahora inmortal, en la que definía a su hazaña como “un pequeño paso para un hombre, un salto enorme para la humanidad”.

Dirigida por el joven cineasta estadounidense Damien Chazelle, ganador el año pasado del Oscar al mejor director por el musical La La Land, El primer hombre en la Luna se adelanta al aniversario número 50 de la llegada del hombre al suelo lunar, que se cumplirá el próximo mes de julio. Pero aunque el corazón de su relato tiene por objeto dar cuenta de ese logro, sin embargo la película elige poner el foco en su protagonista, realizando un recorrido por la vida profesional de Armstrong. El relato da cuenta de sus inicios en 1961 como piloto de pruebas en prototipos supersónicos que la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (o NASA, según la sigla en inglés) utilizaba para poner a prueba las nuevas tecnologías que luego aplicaría en los vuelos espaciales. Y culmina poco después de su regreso de la Luna, en agosto de 1969.

De esta manera la película se convierte también en un recorrido por buena parte de la historia de la astronáutica estadounidense. Una historia que a través del cine es posible conocer casi completa y en tan solo cinco películas, que abarcan el arco de las primeras pruebas e investigaciones para poner una nave en órbita, a comienzos de la década de 1950, hasta casi la cancelación a mediados de los ’70 del programa Apolo, aquel cuyo objeto era precisamente alcanzar el sueño lunar.

Estrenada hace apenas un par de años Talentos ocultos (Hidden Figures,Theodore Melfi, 2016) es un claro emergente del boom inclusivo que atacó a Hollywood luego de que la comunidad negra boicoteara la gala de los Premios Oscar por la ausencia de artistas de color entre los nominados en 2016. La película recrea los primeros años de la NASA, pero poniendo en primer plano los graves conflictos raciales de los Estados Unidos en la década de 1950. Se trata de la historia real de Katherine Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson, tres científicas negras que jugaron un rol vital en el origen mismo del programa espacial estadounidense. Incluso puede decirse que la figura de Johnson—que fue la primera afroamericana en ser autorizada por la Corte Suprema de los Estados Unidos para realizar estudios de posgrado en su país— no solo recorre completa la historia de los viajes a la Luna, sino también el arco cinematográfico de las películas incluidas en esta nota. Johnson fue la encargada de calcular las órbitas de la mayoría de los viajes del programa Mercury –de cuyos protagonistas se encarga la película Los elegidos de la gloria (The Right Stuff, Philip Kaufman, 1983)—; la del Apolo XI, que finalmente llegó a la Luna; y una de las responsables de proyectar la ruta de regreso del fallido Apolo XIII, cuya adaptación a la pantalla corrió por cuenta de Ron Howard en 1995. Aunque sobrecargada con las buenas intenciones que suelen limitar a las películas pensadas desde la moraleja, Talentos ocultos es un homenaje no sólo a aquellas mujeres que pelearon contra la discriminación sino también, de forma más amplia, a todos los protagonistas anónimos de la historia de los viajes espaciales.

Por el contrario, los protagonistas de Los elegidos de la gloria son las primeras estrellas del programa espacial de los Estados Unidos. Se trata de los Mercury Seven, los siete astronautas que formaron parte del Programa Mercury con el que Estados Unidos comenzó sus excursiones fuera de la atmósfera, quienes llegaron a ser los primeros héroes espaciales verdaderos. Algunos de sus nombres son bastante conocidos, como los de Alan Shepard, primer estadounidense en el espacio (1961) y uno de los únicos doce hombres en toda la historia en haber caminado sobre la Luna, o John Glenn, primer hombre en realizar una órbita completa alrededor de la Tierra (tres para ser exactos) en 1962. Pero algunos de ellos también se convirtieron en las primeras víctimas de ese ambicioso proyecto. En particular Virgil “Gus” Grissom, quien falleció como capitán de la misión inaugural del programa Apolo, cuya cápsula se incendió minutos antes del despegue a partir de una falla técnica en el interior de la cabina. Un hecho que se encuentra entre los acontecimientos que se relatan en El primer hombre en la Luna. Pero en Los elegidos de la gloria todavía faltaba mucho para eso. Basada en el libro homónimo del escritor y periodista Tom Wolfe, la película recrea los desafíos de quienes aceptaban el reto de ser pioneros en la conquista humana del espacio, reservándole un lugar destacado a la figura de Chuck Yeager. Interpretado por el actor, poeta y dramaturgo Sam Shepard, Yeager no formó parte del programa Mercury, que se desarrolló entre 1958 y 1963, aunque estaba llamado a ser su líder. Primer hombre en romper la barrera del sonido en 1947, Yeager prefirió continuar pilotando prototipos experimentales, convirtiéndose en la leyenda del macho alfa que eligió seguir siendo un lobo solitario mientras sus compañeros viajaban al espacio. Los elegidos de la gloria es una gran aventura, filmada por Kaufman con estupendo pulso cinematográfico.

Dentro de la cronología que propone este recorrido, el último trabajo de Chazelle se ubicaría aquí. Concluido el Proyecto Mercury llegó el Proyecto Gemini, marcando el punto más bajo del programa espacial estadounidense de cara a la opinión pública. Neil Armstrong integró el plantel del Gemini y El primer hombre en la Luna muestra las tensiones políticas surgidas en torno al proyecto. La película pone en escena estas tensiones a partir de un clip musicalizado con la canción “Whitey on the Moon” (El blanquito está en la Luna), compuesta e interpretada por Gil Scott-Heron. Aunque se trata de un anacronismo, ya que la canción pertenece a Small Talk at 125th and Lenox, disco debut de este poeta y músico negro que recién se editó en 1970, su letra resulta perfecta para ilustrar el rechazo por el derroche que los programas espaciales representaban dentro del presupuesto nacional. Así, mientras los “blanquitos” paseaban por la Luna, algunas cuestiones relacionadas a la supervivencia básica de millones de ciudadanos seguían sin resolverse.  “La otra noche el tipo me aumentó el alquiler / (Porque el blanquito está en la Luna) / No funcionan ni el agua caliente, ni el baño, ni la luz /  (Pero el blanquito está en la Luna)”, dice una de las extraordinariamente lúcidas estrofas de la canción de Scott-Heron. Aquel gran salto para la humanidad que dio Armstrong en 1969, tal vez la mayor hazaña humana de la historia, no solo sirvió para maravillar a todo el mundo, sino que tal vez fue el golpe de efecto perfecto para mantener abierto el flujo millonario que le permitió al programa de exploración espacial de los Estados Unidos seguir con vida hasta la actualidad.

Menos de un año después del éxito del Apolo XI, la NASA envió otras dos misiones tripuladas con el objetivo de alunizar. La Apolo XII lo consiguió; la Apolo XIII no. El fracaso no solo sirvió para darle argumentos a los supersticiosos que ven en el número 13 un símbolo de la mala suerte, sino para que el director Ron Howard realizara en 1995 una de sus películas más famosas y para consolidar a Tom Hanks como una de las estrellas de Hollywood más redituables de los años ’90. Aunque se trata de un film de aventuras en el cual el suspenso es manejado de forma efectiva, Apolo XIII tal vez no seguiría siendo una película demasiado presente en la memoria colectiva si no fuera por una recordada línea de guión, en la que Hanks le comunica a la base en Tierra la existencia de problemas serios en la cápsula. Aquello de “Houston, tenemos un problema” se convirtió en un latiguillo que personas de todo el mundo utilizan desde entonces para anunciar complicaciones de cualquier tipo y magnitud, desde una demora para llegar a una cita hasta un inodoro tapado. Ese tipo de cosas son las que convierten a una película en un símbolo dentro de la cultura pop. Como se muestra en la película de Howard, la misión Apolo XIII tuvo que regresar a la Tierra sin poder concretar el alunizaje, pero felices de por lo menos haber vuelto. Muy cerca estuvieron de que eso tampoco ocurriera. Un dato curioso: el actor Ed Harris, quien estuvo a cargo del papel de John Glenn en Los elegidos de la gloria, acá interpreta a Gene Krantz, director de vuelo de la misión Apolo XIII en el centro de comando de Houston.

Hasta aquí cuatro películas que registraron una serie de hechos verificables que conforman una breve y entretenida reseña de la historia de los viajes a la Luna. Pero esta lista no estaría completa si no incluyera otro hito de la cultura popular vinculado directamente con ellos. Se trata de la teoría conspirativa según la cual el hombre nunca llegó a la Luna, sino que se trató de un montaje cinematográfico realizado en secreto por el gobierno de los Estados Unidos para derrotar a la Unión Soviética en la carrera por la conquista espacial. Hay que recordar que el gigante soviético le llevaba la delantera al equipo norteamericano, habiendo puesto al primer satélite artificial en órbita (el Sputnik I, en 1957); el primer ser vivo en orbitar el planeta (la perra Laika, un mes después del Sputnik 1, que también fue el primer ser vivo en morir en órbita); el primer hombre en el espacio (el cosmonauta Yuri Gagarin, en 1961); y la primera caminata espacial (Alexei Leonov, en 1965). Ante las primeras derrotas, en 1961 el presidente John F. Kennedy había prometido en un discurso transmitido por televisión que “antes de terminar esa década” los Estados Unidos pondrían un hombre en la Luna. La promesa se convirtió en una orden tácita para la NASA y la misma no solo aparece entre las imágenes iniciales de El primer hombre en la Luna, sino que es lo primero que se ve en la película Operación Avalancha (Matt Johnson, 2016). Se trata de un film de ficción que pone en escena de manera extraordinaria la fantasía paranoica de los negacionistas del alunizaje. Allí se puede ver a un grupo de cineastas jóvenes quienes ante la evidente imposibilidad tecnológica de cumplir en tiempo y forma con el “mandato kennediano”, le proponen a la NASA realizar un engaño, una primigenia fake new: simular en un estudio de cine aquello que era irrealizable en la realidad. Operación Avalancha comienza como una comedia que el director y actor Johnson maneja con gran timing. Pero a medida que avanza el clima paranoico de la Guerra Fría comienza a colarse por las grietas del relato, poniendo a los protagonistas en medio de una trama de intrigas, persecuciones y espías, mientras un terror silencioso comienza a envolverlos lentamente. Por supuesto hay alusiones a Stanley Kubrick, a quien la leyenda urbana también le atribuye haber filmado el falso alunizaje luego de haber estrenado la inoxidable 2001: Una odisea en el Espacio un año antes de que Armstrong llevara los pies humanos hasta la superficie de la Luna. Una película que los fanáticos del genero no deberían dejar pasar.

Para los amantes de la historia de la conquista espacial, El primer hombre en la Luna representa la mejor de las oportunidades para ir al cine. Las otras cuatro películas, la excusa perfecta para seguir la fiesta en casa. Una panzada lunar.