La fecha de presentación del disco es un misterio. Estaba planificada para el 4 de abril, pasó para el 5 de junio y el tiempo dirá cuándo finalmente se concretará. Pero eso no impedirá que miles de oídos y espíritus se entusiasmen y sueñen con Abrazo, el bello nuevo disco que concibió Luciana Jury. “A diferencia de mis otros trabajos, no demanda hacer un paréntesis en el día para escucharlo. En ese sentido es mucho menos exigente que mis otros álbumes. La mayoría de los temas son muy rítmicos, y no sé si del todo felices en la propuesta de las letras, pero el tema de la rítmica hace que sea un disco que lo podés escuchar mientras haces las cosas de la casa”, destaca la cantante.

La novedad también está en el cancionero. “Si bien siempre me interesó la música latinoamericana, este es mi disco más latinoamericano. Al menos hasta ahora. Abre la puerta para descubrir un mundo bastante más abundante. Fui a la búsqueda de la música latinoamericana para abrazar la idea de la Patria Grande porque veía que se estaba desmoronando en lo político. Empecé una vez más un esfuercito en la memoria, en mi propia historia. Y me encontré con que había aprendido todas esas canciones”.

Canciones que vienen a Jury en momentos específicos de la historia. “Será porque vengo de una familia que está muy atenta a los procesos políticos”, intenta suavizar la importancia de esa antena que le dice qué decir. Sin embargo, fue política su decisión de no grabar por cuatro años y hacer de ese lapso un tiempo exclusivo del disco La Madrugada. Un título que anunciaba, paradójicamente, un fin. “Era el comienzo de una noche larga donde esperaba la luz de la madrugada. El disco salió a fines de 2015, cuando llegaba a nuestro país algo que empecé a sentir a partir de la muerte de Chávez en 2012: el sueño de la Patria Grande, ese reverdecer de primavera que tuvimos, empezaba a desmoronarse, entraba en crepúsculo. Siento que los procesos políticos que vive cada país están en permanente interrelación y los países vecinos estaban empezando una etapa distinta. Por eso decidí que ese disco haga todo su proceso durante el macrismo. Ahora este nuevo hijo es porque estamos en un nuevo momento”, subraya.

Muchas de las canciones de Abrazo fueron parte de la infancia de Jury: “La cueca ‘Mi Juana’, por ejemplo, que prácticamente es un manifiesto feminista anónimo, me la enseñó mi mamá cuando era chiquita. Por una cuestión generacional, su cultura y por su crianza, mi vieja no fue una abanderada feminista. Pero la libertad como emblema estaba en las canciones. Por algo uno siempre las retiene. La memoria está también cuando uno internamente tiene una intención en la vida y se va transmitiendo. Abrazo es mi camino hacia adelante en el presente, y avanza a través de la memoria”.

Y si bien la coyuntura lo hace aparecer a contramano, el título no puede dejarse de pensar en ese gesto que en los últimos años el feminismo ha convertido en una más de sus banderas. “Es el gesto que venimos necesitando y teniendo con el que uno se encontraba en las calles, con los amigos, con la familia después de haber vivido cuatro años de mucha desesperación y desigualdad. Fue el gesto que nos sostuvo. Me parecía como una devolución de todo ese período. Y también porque es un disco atravesado por la corriente feminista, que como resistencia ante el neoliberalismo feroz nos mantuvo firmes en la necesidad de ganar derechos. Y a mí me atravesó personalmente también”, señala.

Jury no duda en profundizar en este aspecto: “Este aluvión, en especial en las marchas por la despenalización del aborto, es lo que me llevó a mí, porque he vivido lo que vive una mujer en la clandestinidad cuando tiene que tomar esa decisión. El feminismo me hizo revisar cada gesto que una mujer tiene ante un hombre y cómo cede o qué es lo que decide relegar en pos de mantener una relación estable. Son cosas que las pibas más jóvenes ya no están dispuestas a vivir y me alineo en esa lucha, además, porque  tengo una hija chiquita y no quiero eso para ella”.


Voces de la tierra
Luciana Jury siente -en una reminiscencia de su tío Leonardo Favio- que todo elogio es desmesurado. Por eso cree que es mucho pensar su voz como una de las voces de Latinoamérica. “Cuando me decís eso pienso en Violeta Parra, en Isabel -su hija-, en Chabuca Granda, en Chavela Vargas, en Amparo Ochoa, en Totó la Momposina y en Mercedes Sosa, por supuesto. Y me faltan muchas más. Es verdad que la música latinoamericana ha tenido un sostenimiento a través de la voz de las mujeres y debe haber alguna razón histórica que hace que a nosotras nos nazca una sonoridad que llame la atención, que haga parar la oreja. Pienso que tiene que ver con una cultura que se ha pretendido sepultar -la de los pueblos originarios- y esa voz está enraizada, está bajo tierra por decirlo de alguna manera. Me parece que tiene que ver con eso y con la fuerza femenina que esas culturas han sostenido.”