Camina por Retiro, es viernes a la noche y entre el caos de micros y pasajeros de diciembre ella parece todavía más chiquita. Está por volver a casa, a Misiones, para pasar las Fiestas. Pero antes de empezar el viaje repasa otro. El suyo. El de Lucina Von Der Heyde. El de la campeona del mundo. El de la promesa.

Este año, Luchi fue la capitana de Las Leoncitas que ganaron el Mundial Sub 21, que la Argentina no conseguía desde 1993. Con 19 años, fue la más chica del plantel de Las Leonas en los Juegos Olímpicos de Río. Y, como si fuera poco, terminó la temporada como campeona metropolitana con River. Tiene un futuro enorme y una historia atrás –una más– como la de muchas chicas –casi nenas– que dejan a su familia por un sueño. En este caso, ser Leona.

«Vivo sola en un departamento. Por suerte me mantengo, tengo una beca, pero para las chicas de provincias es distinto. No llegás a tu casa y tu mamá te cocina, o no quedás afuera de alguna lista y tu mamá te abraza. Yo llego cansada, me cocino, pago las cuentas, me doy cuenta de lo que cuesta ganar la plata, del esfuerzo que hace la familia, que hay que trabajar mucho para conseguir lo que queres…», valora Luchi, que con 17 años dejó la escuela, la familia, a sus hermanas y sus amigos para buscar su futuro en Buenos Aires. Al principio le costaba la ciudad, aprender a manejarse sola, acomodarse al ritmo de entrenamientos en River, no extrañar su casa, madurar de golpe.

A los cuatro años empezó a jugar en el Club Educación, después pasó a San Francisco y terminó en Centro Cazadores, donde se formó hasta dar el salto: participó de varios regionales y torneos argentinos hasta que llegó a River. Después de la primera semana en Quinta la citaron para la Primera. Este año su carrera explotó y esta misionera de apellido alemán será volante en Las Leonas por muchos años. «Cuando empecé entrenaba en canchas de pasto o de tierra, después busqué el sintético más cercano en una cancha de fútbol 5 para jugar. Apenas completábamos los equipos”, recuerda de aquellos años.

–Dicen que sos una mimada de Cachito Vigil en River…

–No sé si mimada pero tengo una relación muy linda. Es como mi papá acá porque además de ser entrenador es una persona que te escucha, te consuela. Yo lo quiero mucho. Es uno de los mejores entrenadores del mundo, me enseñó cosas que nunca había entrenado o que no sabía que existían. Es motivador, hace que te quieras superar día a día.

–¿Se te dio todo muy rápido?

–Todavía no caigo que estuve en los Juegos Olímpicos o que compartí la cancha con Carla Rebecchi, Noel Barrionuevo, Belén Succi, a las que fui a ver y les pedí fotos en el Mundial de Rosario 2010. También tengo como referentes a Maca Rodríguez y a Silvina D’Elía, pero mi ídola es Cecilia Rognoni, la mejor jugadora del mundo.

–¿Sentías que iban a ser campeonas?

–No sé si campeonas, pero en el grupo se sentía una vibra positiva, especial, era difícil de explicar pero todas lo sentimos. Fue un torneo soñado, estuvimos muy metidas.

–¿Cuánto influyó no usar redes sociales en la concentración? ¿Cómo lo acordaron?

–Fue una propuesta de los entrenadores. Querían que nos concentremos en nuestro objetivo, el Mundial, y que no pensemos en las redes, las fotos o en cosas que distraen. Las capitanas estuvimos de acuerdo. Y nos sirvió, nos hizo bien, ayudó a que interactuemos entre nosotras mucho más.

Las Leoncitas disputaron la final contra Holanda (ganaron 4-2), pero antes de jugar, Agustín Corradini, el entrenador argentino, supo motivarlas: «Nos mostró una nota donde el entrenador de Holanda decía que Argentina era el rival más exigente pero que si ganábamos era porque ellas no se habían preparado bien. Nos dio mucha bronca, vimos la camiseta naranja y salimos con todo”.

–Y ahora la mayor: Minadeo sumó a 14 Leoncitas y dejó afuera a algunas históricas. ¿Empieza un nuevo ciclo?

–Sí, empezó el año pasado con algunas jugadoras importantes que se fueron, pero ahora con 14 juniors cambia, hay una nueva generación. Va a estar muy bueno porque somos un grupo chico, que se conoce mucho y se da ahora, cuatro años antes de un Juego Olímpico, como para ir preparando el sistema que el entrenador quiere. Igual todavía no caemos de la magnitud de lo que es salir campeonas del mundo y que vamos a estar en el seleccionado mayor.

–¿Con qué soñás hoy?

–Soñé toda la vida con este año, no sólo por lo que gané sino por las experiencias que viví. Ahora quiero afianzarme en el seleccionado, jugar tranquila y seguir así, jugando al hockey, que es lo que quiero hacer toda mi vida.