Muchas veces, en alguna que otra discución futbolera o deportiva de entre mesa, se menciona la frase “lo quiero en mi equipo”. El personaje en cuestión, normalmente, tiene como cualidad la de ir al frente o no temerle a nada. Es un ganador, un lider, sin importar el equipo, el puesto o el deporte. En el “lo quiero en mi equipo” hay gustos para todos. Y quien siempre aparece en esas conversaciones es Luis Scola.

Es que en Luifa es el atleta más influyente dentro y fuera de la cancha de los últimos años en el deporte argentino. Su altura, su fuerza, su cabeza, sus palabras, sus manos, su confianza y su corazòn se destacaron siempre. Y en esas manos, en ese corazón, estará la bandera argentina cuando el próximo 5 de agosto se inauguren los Juegos Olímpicos en Rio de Janeiro y el basquetbolista lidere a la delegación nacional.

Y pese a toda la gloria alcanzada, con 36 años y cuatro hijos, el gran capitán ya soñaba con la elección como abanderado como si estuviera a punto de egresar del secundario: «Sería un logro gigante, uno de los mayores de mi carrera, por lo que representa mucho más allá del deporte en sí». En el Comité Olímpico Argentino lo votaron por unanimidad.

Pero el mérito de Scola va más allá de los números y las medallas. Su infuencia a nivel dirigencial es asombrosa: se puso al frente del pedido de renuncia a Germán Vaccaro, ex presidente de la CABB acusado de corrupción y se mantuvo como líder en la reconstrucción del organismo. En Río buscará el voto de los atletas para integrar la Comisión de Atletas del Comité Olímpico Internacional.

Sin embargo, Luifa se centra en los más jóvenes, que lo tienen como modelo. Es el creador del Programa TAP (Transición al Profesionalismo) en la Argentina).

Junto a la Asociación de Jugadores de Básquet, el porteño que tuvo un paso por Ferro en la Liga Nacional, trajo la idea de la NBA que consiste en preparar a los más jóvenes antes de dar el gran salto. Cómo tratar a un agente, el contacto con los medios, con los fanáticos, el manejo del primer dinero y las redes sociales, entre otras tantas cosas que el atleta novato no sabe controlar. Con el correr de los años, se abrió el abanico y hoy casi todos los deportes participan del programa.

La bandera del deporte nacional está en buenas manos, la tiene un líder, un coloso, un ganador, un capitán. La tiene ese que todos quieren en su equipo.