«Le hemos sacado el pie de encima al campo y el campo respondió.» La frase de Mauricio Macri en el acto oficial de ayer, en el marco de la 131ª exposición de la Sociedad Rural Argentina, fue una de las más aplaudidas de un evento que, más que una inauguración protocolar, se pareció a un encuentro de amigos. El presidente sabía que sus palabras encontrarían una recepción calurosa y aplausos al borde del fervor. No podía ser de otra manera, luego de los continuos gestos de acercamiento que desarrolló en el año y medio de su mandato y que reforzó esta misma semana con la firma de convenios sectoriales de flexibilización laboral firmados por tres de las cuatro entidades que nuclean a los productores (la Federación Agraria Argentina no participó) y el sindicato de trabajadores rurales.

El anfitrión, Luis Etchevehere, agradeció que el gobierno hubiera sabido «reconocer la importancia» del sector agropecuario. El presidente de la Sociedad Rural, con un discurso digno de un candidato en campaña, no dudó en aplaudir las medidas tomadas por el macrismo. Y no es para menos, porque gracias a ellas el sector agrícola hizo este año una diferencia de más de 3200 millones de dólares. Esa es la suma que debería haber abonado con la política de derechos a la exportación vigente hasta finales de 2015 y que con la reducción y/o quita de retenciones implementadas por Macri quedó íntegramente en manos de los productores. Al cambio actual, son $ 57 mil millones que el Estado resignó con la finalidad de recomponer lazos con el sector.

La cifra surge de calcular la cosecha de este año de los principales cultivos y valorizarla según la cotización internacional (ver cuadro). De los tres más importantes, la soja, que este año rondará una producción de 55 millones de toneladas, es el único que todavía sigue abonando el 30% de retenciones, después de que el cronograma inicial de disminución de esos derechos, que establecía una reducción de cinco puntos porcentuales por año, se frenara tras la primera temporada por dificultades fiscales. A cambio, el Ejecutivo prometió iniciar un camino descendente de medio punto por mes a partir de enero próximo, para quedar en 18% a fines de 2019. En cambio, el trigo y el maíz pasaron de abonar 23% y 20% respectivamente a quedar libre de tributos. Los productores tomaron nota de ello y se volcaron masivamente a esos cereales: la cosecha de trigo de este año trepó de 11 a 18 millones de toneladas y la de maíz, según las estimaciones, pasó de 39 a 49 millones de toneladas. Esos tres cultivos forman el 90% de la producción agrícola del país, que este año rondará los 137 millones de toneladas, según estimó hace diez días el ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile, cuando visitó el predio de La Rural en Palermo. «Ocurrió lo que siempre dijimos que iba a suceder: la quita de retenciones generó confianza y un incentivo a la producción», dijo Etchevehere en su discurso, al enumerar otros efectos secundarios de esa política, como la suba en las ventas de maquinaria agrícola, tractores y fertilizantes.

Para el gobierno, la relación con los ruralistas es estratégica. No sólo espera que el campo colabore con la reactivación (la suba anual del PBI del sector fue de 4,3% en el primer trimestre, contra un magro 0,3% de la economía en su conjunto), sino que espera tenerlos contentos para asegurarse su adhesión en las inminentes elecciones legislativas. El voto chacarero del interior bonaerense puede ser clave para equilibrar una pulseada que, de acuerdo a las encuestas, parece estar siendo adversa para el oficialismo. En los pronósticos, Cambiemos sufriría un fuerte revés en el Conurbano y necesita hacerse fuerte en el resto de la provincia para no experimentar una derrota en el distrito más importante del país, que lo condicionaría de cara al futuro. Los ruralistas lo saben y por eso apoyan a Macri y su cronograma de quita de retenciones. «Si hay algo que tenemos claro, es que no podemos volver al pasado», aseguró Etchevehere en su discurso.

Como para no quedarse corto, el primer mandatario aseguró que “hay que bajar los impuestos y estamos preparando una reforma impositiva que involucre todos los niveles de gobierno».

La hora de la flexibilización

Como aperitivo de la fiesta de ayer en Palermo, los dirigentes rurales habían recibido otra ofrenda de amistad el viernes. Fue en Olivos, donde el presidente recibió, además de a Etchevehere, a Dardo Chiesa, presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA); a Carlos Iannizzotto, titular de Coninagro, la entidad que agrupa a las coperativas; y a la cúpula de UATRE, el gremio de trabajadores rurales. En la ocasión se firmó un convenio para «la aplicación de políticas de fortalecimiento de la productividad en el sector agrario».

A cambio de aumentos salariales de entre 23 y 25%, el sindicato aceptó la quita de topes máximos por trabajador a la cosecha de arándanos; la regularización de la actividad nocturna en el sector avícola; y un replanteo de las condiciones laborales de los cuidadores de porcinos, entre otras concesiones. Además, el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, informó que se buscará agilizar la negociación colectiva para adecuarse a la estacionalidad de las actividades en el agro, que suponen una concentración de las tareas en ciertos meses. Además las partes se comprometieron a «la erradicación del trabajo no registrado, la precariedad laboral y el trabajo infantil».

En representación de UATRE firmó Ramón Ayala, quien sucedió a Gerónimo Venegas como secretario general. El Momo, recientemente fallecido, fue uno de los principales aliados sindicales del gobierno. Ayer fue recordado en público y con honores: «El Momo nos hizo saber que en la Argentina hay que producir, producir y producir. Honremos su memoria y tomemos esa bandera», dijo Etchevehere.

Sin embargo, un informe que el Indec dio a conocer hace pocos días cuestiona las condiciones en que se desempeñan los trabajadores rurales y revela los alcances del empleo en negro. El relevamiento muestra que el 60,7% de los trabajadores no están registrados: sólo 344 mil de los 876 mil asalariados están en blanco. Es la segunda actividad con mayor grado de informalidad en la relación contractual de todas las relevadas, sólo superada por el servicio doméstico en hogares. En el mismo estudio consta que los trabajadores de establecimientos de agricultura y ganadería son los que menor proporción se llevan del valor bruto que generan: apenas un 30,1%, en comparación al 55,9% de ganancia de los dueños del capital (empresas y patrones); el resto se lo llevan los emprendimientos familiares, básicamente pequeños arrendatarios, y el Estado a través de impuestos.

Al margen de la fiesta

De las cuatro entidades gremiales, una estuvo ausente en la firma de los convenios de flexibilización y también de la inauguración de la exposición. Se trata de la Federación Agraria Argentina, que históricamente representó a los pequeños y medianos productores. «Nuestra institución no encuentra las condiciones esperadas para la firma de un acuerdo. Los millones de toneladas de materias primas se han incrementado y el número de pequeños productores ha decrecido, concentrándose tanto la producción como las tierras en menos manos», detalló en un comunicado la entidad presidida por Omar Príncipe. Sus reparos no empañaron una jornada de fiesta en La Rural, en la que el presidente y los dirigentes del agro ratificaron los términos de su alianza. «