En el afán de posicionarse como uno de los líderes políticos de gran influencia a nivel mundial, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, se reunió con los mandatarios más influyentes en sus primeros cien días de gobierno. Ahora, el galo encabezó una gira por los países del este de Europa para trabajar junto a ellos en un tema que mantiene preocupados a varios miembros de la Unión Europea: el dumping social. La figura es una práctica delictiva que se traduce en una competencia desleal basada en la explotación y bajos salarios de trabajadores. Esta práctica busca rebajar los costos laborales de producción con el objetivo de ofrecer precios más competitivos en el mercado y, de esa manera, aumentar los beneficios. Por ejemplo, si una empresa polaca gana un contrato en Francia y envía trabajadores a ese país, estos acceden a los derechos de la nación que los recibe, como el salario mínimo, pero mantiene las regulaciones y los aportes a la seguridad social de Polonia. Pero esto también sucede si una empresa constructora francesa prefiere contratar temporalmente a un polaco que a un francés para pagar menos contribuciones. 

La escalada que llevó a cabo Macron empezó por Austria, donde también estuvieron presentes los líderes de República Checa y Eslovaquia y recibió un respaldo contenido. El segundo país fue Rumania, quien marcó cierto recelo con la iniciativa de la modificación de las cuestiones laborales dentro de la Unión Europea, aunque se mostró optimista al reconocer «que hay algo que debe cambiar en la cuestión de los trabajadores desplazados». Por último visitó Bulgaria, país con el que se supone que llegará a un acuerdo recién en unos meses.

Pero la gira de Macron para combatir el dumping laboral tenía un as en la manga, y era reflotar la idea de revisar el Tratado de Schengen, el acuerdo que anuló las fronteras interiores en 1995 y permite la libre circulación de los ciudadanos de los países miembro de la Unión Europea.

«Debemos ser sinceros, el espacio de Schengen no funciona bien y no podemos alegrarnos de esto», dijo Macron durante la reunión con su homólogo rumano, Klaus Iohannis. «Mi intención es que en los próximos meses podamos acelerar una reforma de las reglas comunes en el campo del empleo, con un mejor control de las fronteras y las normas de asilo», subrayó Macron, quien a la vez reconoció que el movimiento de trabajadores de países del Este hacia Occidente «se está realizando de todas maneras y sin un control medido».

Pero lo que en Francia se ve como la defensa de una Europa más protectora y social y una lucha contra el dumping, en otros países despierta la sospecha de que el país galo intenta subir las barreras proteccionistas en el mercado único. Uno de esos países más reticentes es Polonia, que tiene como primera ministra a una candidata del conservadurismo quien desató una crisis diplomática entre su país y Francia (ver recuadro).

Según el diario Le Figaro, en 2015 había en Francia 280 mil trabajadores desplazados. Sólo representan el 1% del total de personas empleadas. Polonia, Rumania, Portugal y España son los países de origen de mayor presencia en territorio francés. Unos 300 mil franceses son trabajadores desplazados en el extranjero, de los cuales la mitad están dentro de la Unión Europea.

La batalla de la directiva sobre trabajadores desplazados debería librarse en diciembre, durante la cumbre comunitaria. Macron cuenta con el respaldo de Alemania, la cual a su vez tira con Italia y España, junto a un apoyo tibio de países del este como República Checa, Eslovaquia, Bulgaria y Rumania (a estos últimos Macron le ofreció el ingreso al Espacio de Schegen por sus votos). En clara oposición se encuentran Polonia y Hungría, dos países con ciertos reflejos xenófobos hacia los inmigrantes y de gran nacionalismo. 

Con su imagen en descenso dentro de Francia (la reforma liberal del trabajo dentro de su país le está causando dolores de cabeza), Macron intenta tomar inmediatamente decisiones que prometió durante su campaña. Una de ellas es ocuparse del tema de los trabajadores desplazados. A pesar de haber ganado las elecciones presidenciales y las legislativas con aún más ventaja, Macron sigue sin hacer pie ante los embates que se le plantean. «

«Que se ocupe de los problemas de su país»

“El pueblo polaco merece algo mejor y la primera ministra tendrá dificultades en explicar que es bueno pagarles mal a los polacos”, dijo el presidente francés desde Bulgaria, en su último tramo de la gira. “Un nuevo error por parte de Varsovia va a poner al pueblo polaco al margen de la Unión Europea”, dijo Macron en cuanto a la negativa de Polonia de participar en la modificación de los trabajadores desplazados. 

Beata Szydlo, primera ministra de Polonia, calificó las declaraciones de Macron como “arrogantes”. “Quizás sus dichos son debido a su falta de experiencia y práctica política, lo cual comprendo”, afirmó Szydlo, quien siempre fue de tener discursos duros contra los países pioneros de la Unión Europea.

Para finalizar, aconsejó al presidente francés “que se ocupe de los problemas de su país, así quizás logra tener mejores resultados económicos y el mismo nivel de seguridad para sus ciudadanos como los hace Polonia”. No es la primera vez que ambos países se cruzan. Anteriormente, Polonia canceló un gran contrato con Francia que iba a suministrarle helicópteros militares. Esto causó malestar en la élite francesa. Además, durante la campaña presidencial de Francia, la mayoría de los polacos se volcaron por Marine Le Pen antes que Macron.