No fue una buena jornada para la canciller Susana Malcorra. Y es que durante la reunión que mantuvo con los senadores de la comisión de Relaciones Exteriores para aclarar la cuestión Malvinas, recibió la noticia de su derrota en la carrera por la Secretaría General de Naciones Unidas. Si bien ante los legisladores quiso bajarle el tono al comunicado conjunto que su vicecanciller, Carlos Foradori, acordó con su par inglés, Alan Duncan, Malcorra terminó por reconocer que su responsabilidad «es ver si se pueden encontrar mecanismos para materializar» lo que ella dijo que no tiene el valor de un acuerdo pero que incluye el desarrollo económico de las islas, que abarca, entre otros ítems, la explotación de la pesca e hidrocarburos.

El salón donde se realizó la reunión lleva el nombre de Arturo Illia, el presidente que durante su mandato consiguió la Resolución 2065 de la ONU y que funge de hito en la historia del reclamo soberano sobre las Islas Malvinas. Colmado de senadores y asesores parlamentarios y de Cancillería, la ministra buscó primero ratificar la decisión del gobierno de Mauricio Macri de mantener y de continuar la defensa de los derechos soberanos sobre las islas. Luego defendió el acuerdo con los ingleses.

A la ministra no le gustó que lo alcanzado con el Reino Unido haya sido definido por algunos senadores de la oposición como un acuerdo de corte «mercantilista». Sin embargo, terminó por reconocer que lo que se hizo es buscar alternativas y caminos diferentes a los ya recorridos porque en las islas se continúan explotando los recursos naturales y «se drenan recursos y nosotros miramos sin hacer nada» o, que es lo mismo, sin beneficio en lo económico para la Argentina. Esa argumentación le sirvió también como el mejor justificativo al párrafo más cuestionado del texto consensuado con el Reino Unido, que dice que «se acordó adoptar las medidas apropiadas para remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas Malvinas», incluyendo comercio, pesca, navegación e hidrocarburos.

La palabra obstáculo es la que habilitó a una serie de preguntas por parte de los senadores del Frente para la Victoria (FPV) quienes, como la sanjuanina Marina Riofrío, le pidieron que precisara cuáles eran los obstáculos que el Reino Unido debería remover y también los que le competen a la Argentina. 

Seguramente la legisladora opositora esperaba que la ministra le dijera que Inglaterra debería por lo menos aceptar discutir la cuestión de la soberanía, pero Malcorra es una hábil declarante. «Me parece novedoso que encontrar formas para recuperar nuestros recursos sea malo para los argentinos», dijo primero, y luego se fue por las ramas. Entonces tuvo que insistir el entrerriano del FPV Pedro Guastavino y si bien Malcorra nunca dijo cuáles eran los obstáculos que espera la Argentina que remueva el Reino Unido terminó como reconocer que seguramente lo que pedirá Inglaterra será la prohibición de la pesca y que les pedirán la ley de hidrocarburos, afirmó pero luego aclaró :»No lo haremos unilateralmente.»

Nadie respiró más tranquilo, porque tampoco le respondió sobre los posibles acuerdos militares sobre los que le preguntó el vicegobernador de Tierra del Fuego, Juan Carlos Arcando, presente en el encuentro y al que le permitieron el uso de la palabra. Vale aclarar que el funcionario fueguino no insistió con su requerimiento.

Poco después Malcorra aclaró: «No se nos ocurriría avanzar en algo sin que se respete la competencia del Congreso.» Esta es una frase que en el fondo esconde una verdad de Perogrullo porque la Constitución exige que cualquier acuerdo con otro país debe contar con el aval parlamentario. Buscó en todo momento generar confianza en su tarea como cuando sostuvo que «el abrir un espacio de negociación no quiere decir que retrocedamos un tranco de pulga» con respecto al reclamo soberano. La mirada de los senadores de la oposición no daban cuenta del efecto que pretendía la ministra.

Los senadores del oficialismo, que en general suelen defender a sus «funcionarios», no la ayudaron mucho. En una sola oportunidad el presidente del interbloque Cambiemos, Ángel Rozas, se ofuscó por la pregunta del senador del FPV, Ruperto Godoy, quien quiso saber si ella estaba «revisando los votos para la ONU». En ese momento nadie en el salón sabía que Malcorra ya no tenía posibilidades concretas de alcanzar ese cargo, tal vez ella tampoco, y la canciller algo que sonó a un reproche: «La primera cosa que quiero decirles es que yo siento que la decisión del presidente (Macri) de apoyar mi candidatura debería ser valorada por la sociedad argentina.» Luego afirmó que no veía contradicción alguna entre su condición de canciller y candidata a dirigir la ONU.

Una frase que más tarde, cuando muy probablemente Malcorra ya sabía de su derrota en Naciones Unidas, provocó otro cruce. Esta vez fue con el senador del FPV por Tierra del Fuego, Julio Catalán Magni, quien insistió en esa contradicción y que por una cuestión de «decoro» habría que haber revisado la candidatura cuando está en juego la disputa por la soberanía de Malvinas. Ante ello Malcorra reaccionó: «Que usted ponga en discusión mi decoro me resulta difícil de digerir. Me afecta personalmente lo que ha dicho. Que usted considere que yo estoy mercantilizando las Malvinas es un trato injusto y que no me merezco como persona.» No pasó a mayores.

Cuando el mendocino Julio Cobos, en su condición de presidente de la comisión de Relaciones Exteriores, dio por finalizada la reunión, la ministra se rehusó a hablar con la prensa. Mientras esquivaba senadores y periodistas, la canciller no se percató que la ex embajadora argentina en el Reino Unido, Alicia Castro, se enfrascó en una corta y tensa discusión con el vicecanciller Foradori, a quien le dijo: «Sé que hay muy mal ambiente en la línea técnica de Cancillería por este adefesio.» Lo dijo en referencia al acuerdo firmado con el Reino Unido. Foradori intentó negar esa situación mientras hacía malabares para que no se le cayeran los papeles que llevaba en su mano. Ahora resta esperar que se concrete la fecha en que Malcorra se reunirá con los diputados. Esa jornada, sin duda, será mucho más tensa que la que tuvo con los senadores.

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