Llegó en un viaje relámpago. Vino a pedir ayuda. A denunciar las condiciones de detención de Luiz Inácio Lula Da Silva. En las pocas horas que lleva en Buenos Aires propuso acciones concretas en solidaridad con el ex presidente brasileño. Su nombre es Manuela D’Avila. Gaúcha (de Porto Alegre), de 36 años, es egresada de Periodismo en la Pontificia Universidad Católica de Río Grande do Sul y dirigente del Partido Comunista brasileño (PCdoB). 

El año pasado, su partido lanzó oficialmente su precandidatura a presidenta de Brasil. Pero desde que el Poder Judicial y los medios concentrados profundizaron el hostigamiento a Lula, D’Avila se convirtió en un respaldo incondicional para el fundador del PT y dos veces presidente de Brasil.

D’Avila llegó el jueves a las 7 de la mañana a Montevideo, Uruguay. Allí se entrevistó con José “Pepe” Mujica. Después cruzó el Río de la Plata y, ya en Buenos Aires, completó su raid con un encuentro con Hebe de Bonafini en la sede de la Asociación Madres de Plaza de Mayo y una conversación con la senadora Cristina Fernández en el Instituto Patria.

Tanto a Mujica, como a Hebe y a Cristina, la joven diputada estadual del Río Grande do Sul les solicitó que viajen a la ciudad de Curitiba, en el estado de Paraná, donde se encuentra detenido Lula. 

La propuesta que transmitió es que personalidades políticas, del deporte y la cultura de la Argentina viajen hasta allí para sumarse al acampe que montaron los simpatizantes de Lula a 100 metros de la prisión en la que está encarcelado.

“Estuve con Hebe y con Cristina. Ellas tienen que estar en Brasil. Tienen que ir al campamento de la resistencia de Curitiba. Porque la gente en Brasil y en nuestros países tiene que saber que Lula es un preso político”, exhortó públicamente D’Avila durante un acto realizado, cuando ya caía la tarde, en la sede del gremio SADOP (docentes privados), en el barrio de Once.

La militante del PCdoB denunció además que el juez Federal de la sala 13 de Curitiba Sergio Moro –responsable de la orden de detención contra Lula y a quien ella mencionaba todo el tiempo como “juez estrella”- impidió que 11 gobernadores del PTo aliados pudiesen visitar al líder brasileño en la cárcel.

“Sólo lo pueden ver parientes de primer grado. Lo que implica que hasta la nieta queda excluida. Esto es otra prueba de que nosotros necesitamos de ustedes. Ellos (por la derecha brasileña, el Poder Judicial y los medios concentrados) creen que nosotros somos como ellos, y que en dos semanas nos vamos a olvidar de Lula. Pero se equivocan. No lo vamos a abandonar nunca. Y lo vamos a liberar. Porque Lula está detenido en nuestro nombre, en nombre de los que luchan”, aseguró D’Avila durante el didáctico y apasionado discurso que ofreció en el auditorio sindical.

Sorpresivamente, la joven brasileña coló una frase –de condena- sobre la reciente intervención judicial del Partido Justicialista, de la que se mostró bien informada.

La visita de la joven militante de izquierda de Brasil llevó hasta la sede de SADOP a un grupo de dirigentes, gremialistas y legisladores. Todos querían escucharla y saber de primera mano qué pasa en Brasil. El otro orador fue el diputado Máximo Kirchner, quien hizo un breve discurso de bienvenida. 

«Los pueblos de Brasil y Argentina tienen que aprender a cuidar a los líderes populares que los han cuidado cuando estuvieron en el gobierno”, señaló Máximo. En otro tramo mencionó la relación del PT con los dos partidos de izquierda que se acercaron en el último tiempo –el PCdoB y el PSOL- como un ejemplo a tener en cuenta por el espacio nacional-popular en la Argentina. “Ese amplio abanico que acompaña a Lula es también un caso para imitar de cómo organizar una alternativa electoral que anteponga las contradicciones principales a las secundarias”, aseguró.

Pasión y verdad

Antes de que D’Avila iniciara su discurso, el locutor presentó a quienes la acompañaban en el escenario. Eran Jorge Kreyness (Partido Comunista), Carlos Raimundi (Solidaridad e Igualdad); los diputados nacionales Laura Alonso, Adrián Grana, Horacio Pietragalla y Carlos Castagneto; los miembros de la CTA Pedro Wasiejko y Adrián Basteiro; el diputado del Parlasur Mario Metaza; Alejandro “Coco” Garfagnini (Tupac Amaru) y Eduardo Montes (FeTraEs), entre otros. También la acompañaban los diputados bonaerenses Lucía Portos, Lauro Grande, Miguel Funes y José Ignacio “Cote” Rossi, todos ellos de La Cámpora.

 En sus primeras palabras, D’Avila trazó un diagnóstico sombrío de lo que ocurre en Brasil. “Si es posible que el más grande líder popular que haya tenido mi país esté detenido en estas condiciones, esto significa que cualquier brasileño puede ser apresado, en cualquier momento y bajo cualquier circunstancia. La democracia en Brasil ha sido golpeada”, denunció con mucho énfasis. 

En otro tramo del acto, la legisladora y precandidata presidencial bromeó sobre los recelos deportivos que suelen dividir a brasileños y argentinos. Pero enseguida añadió que a partir tras la detención de Lula “los argentinos nos muestran que son hermanos”.

D’Avila contó que Celso Amorim, el ex canciller de los gobiernos lulistas, le pudo mostrar a Lula imágenes de las movilizaciones por su libertad que se realizaron en Argentina. “Se lo vio muy contento por lo que pasaba en las calles de Buenos Aires”, confió. La dirigente del PCdoB analizó luego el trasfondo del progresivo deterioro de la democracia que se vive en su país.

“El problema es que los neoliberales creen que para salir de la crisis tienen que optar por un programa de austeridad, recorte de derechos populares y prohibición de la inversión en política social por 20 años. Y si ese programa no se puede implementar en el marco democrático, entonces afectan la democracia, como si fuera una ropa que se puede sacar”, advirtió en portuñol.

Por último, la joven legisladora explicó que el departamento de 150 m2 –un tríplex- que se le atribuye haber recibido a Lula como ‘dádiva’ de una empresa constructora brasileña nunca fue del ex presidente. Además, D’Avila dijo que se trata de una vivienda en “un balneario de obreros”, por el balneario de Guarujá, en el litoral de San Pablo, que tiene un costo accesible para un político promedio de Brasil. “No es un departamento en Nueva York o en la esquina más cara de París, como tienen dirigentes de la derecha”, contrastó.

Además, D’Avila recordó que “la derecha fascista” y el “agro-business” (el complejo agro-exportador) apelaron a la violencia durante la Caravana por el territorio brasileño que Lula encabezó en las semanas previas a su captura.

“Llegaron a pegar tres tiros en uno de los micros de la caravana. Quisieron matarlo a Lula porque como todos los micros eran iguales no sabían en cuál iba él. Después desplazaron al policía que estaba investigando el hecho, que lo había definido como ‘tentativa de homicidio’. Ellos son los antidemocráticos”, cargó. 

“También hubo un pronunciamiento de un general antes de que se conociera la sentencia. Hay un ambiente de presión muy profunda, que realizan los militares, los medios, sectores de Poder Judicial y el ministerio público”, agregó para completar el panorama.

Antes de despedirse, y de ser reclamada para los numerosos pedidos de ‘selfies’ de quienes habían quedado atrapados por su contundencia y su carisma, D’Avila explicó por qué la respuesta popular a la detención de Lula fue menos numerosa de lo que se esperaba. 

“A la gente la tomaron por sorpresa. Pero nadie lo vio a Lula con la cabeza baja. Eso es importante. Hasta último momento él nos hacía bromas para que tuviéramos ánimo. Lo vamos a liberar, en dos días, dos semanas o un mes”, remarcó, esperanzada.