Es una verdad aceptada de modo casi unánime por economistas de todas las vertientes ideológicas que la economía se mueve, parcialmente, por expectativas. Para decirlo de un modo llano: cuando la sociedad cree que las cosas van a empeorar, muchas veces (no siempre) esa creencia ayuda a empujar el resultado, la famosa “profecía autocumplida”. La percepción sobre el futuro, claro, está teñida por el presente, así que el accionar concreto del gobierno impacta sobre la visión de lo que vendrá.

Desde que comenzó su plan de ajuste y de intento de restauración neoliberal, el presidente Mauricio Macri buscó compensar el impacto de sus medidas con comunicación. Volvieron frases que rememoraron otros momentos de proyectos conservadores. La promesa de que todo iba a mejorar “a partir del segundo semestre” parecía la versión 2.0 de la histórica definición utilizada por Álvaro Alsogaray en 1959: “Hay que pasar el inverno”. El oficialismo intentó de esa manera mantener altas las buenas expectativas que siempre genera en la población un gobierno nuevo. Y parcialmente lo logró. El punto es que el segundo semestre llegó y, con él, más ajuste y recesión.

A pocas horas de que comience 2017, ¿cómo está el crédito del presidente con la sociedad? ¿Cuánta eficacia tiene la nueva “promesa” de que el próximo año “será maravilloso”? Tiempo consultó a varios encuestadores al respecto. Esto dijeron.

“La opinión acerca de lo que vendrá está muy mal. En estos 12 meses el optimismo cayó 30 puntos”, remarcó la consultora Analía Del Franco, cuya encuestadora tiene el mismo nombre. “La opinión positiva sobre el futuro estaba en el 66% de la población. Ahora cayó al 37. Hay un 56% que cree que la situación va seguir mal o peor y un 7 que no contesta”, remarcó la analista, citando su última medición nacional, cerrada a mediados de diciembre.

Durante buena parte de los 12 años de kirchnerismo, producto en gran medida de la construcción de los medios dominantes y de los propios errores de comunicación del FpV, a pesar del crecimiento económico y la mejora del poder adquisitivo, las encuestas también mostraban que la mayoría de la opinión pública creía que la situación del país iba a empeorar. Sin embargo, cuando la pregunta no se refería al país sino a la situación personal, el resultado se daba vuelta y la mayoría creía que le iría mejor. Se producía una paradoja. Los buenos resultados electorales que tuvo el FpV durante 10 años terminaron demostrando que la segunda respuesta pesaba más que la primera. Macri, en cambio, logró poner en línea ambas percepciones.
“El resultado sobre la situación personal es muy similar al que da la evolución del país. En lo personal, el 53,4 por ciento cree que le irá peor, un 39 que estará mejor, y otra vez hay 7,6 que no sabe o no contesta”, destacó Del Franco.

Es el consumo

El punto en el que más se fija la sociedad para responder sobre el futuro, según el sociólogo Ricardo Rouvier, es la capacidad de consumo. “La población responde sobre la economía, pero lo que mide básicamente es qué tan satisfechas están sus necesidades y qué posibilidades siente que tiene de concretar algún proyecto, una casa, un auto, un viaje.”

El analista resaltó que, en sus mediciones, “el 70 por ciento contesta que las cosas están peor hoy que hace un año”, cuando asumió Macri. A pesar de esto, Rouvier destacó que el presidente aún preserva cierto crédito con la sociedad. “La ilusión aún no se rompió del todo”. “Por eso al consultar la evaluación de la gestión la sociedad se divide en mitades, un 50 la valora y un 50 la rechaza”.

Para Hilario Moreno, de la consultora Dicen, “lo más claro es que 2017 arrancará con mucha incertidumbre sobre el devenir del país y del gobierno. Los indecisos cada vez son más respecto de los indicadores centrales. Hay mucha gente que comienza a sentir que esto no es lo que se imaginaba”. “De todos modos-agregó el consultor-el partido todavía no terminó para el oficialismo. Ahora viene el segundo tiempo. Vienen abajo en el resultado, pero lo pueden remontar porque no es una goleada.”

Moreno ubica el quiebre en las expectativas sobre el futuro, casualmente, alrededor del inicio del segundo semestre. “A partir de agosto la cuestión se comenzó a complicar y el optimismo cayó muy fuerte. El impacto del tarifazo en la vida cotidiana tuvo mucho que ver”. Acerca de la valoración de la gestión por áreas, el analista remarcó que “la economía es el punto más flojo del gobierno. Además suele ser una respuesta muy transversal. Puede haber cuestiones con respuestas más ideológicas, algunos están en contra de la intervención de la AFSCA y otros a favor. Pero en que la economía no camina están casi todos de acuerdo.”

El director de la consultora OPSM, Enrique Zuleta Puceiro, tuvo una visión similar: “El gobierno de Macri tiene dos dimensiones. Una es la económica y la otra el manejo político. La parte económica es la menos apoyada. Y para salvar la desconfianza popular en la economía es necesario mostrar gobernabilidad y creo que en eso sí le ha ido bien”, destacó Zuleta. Se refiría, puntualmente, a que el oficialismo logró sacar varias de las leyes en el Congreso y también pudo mantener bastante ordenado el frente sindical, a pesar de las medidas. “No pueden sacar a relucir logros económicos al final de este primer año. ¿Los galardones que deja Alfonso Prat-Gay cuáles son?: El blanqueo y el arreglo con buitres. Nada que tenga que ver con la reactivación. No son logros de una política económica.”

Al igual que el resto de los consultores que hablaron con este diario, Zuleta remarcó que, a pesar de la caída, el oficialismo conserva un crédito en buena parte de la sociedad. “Hay un sector de la población que piensa que ya pasó lo peor. Además-agregó-el oficialismo hace cosas que tranquilizan los ánimos porque si es necesario retrocede. Eso ayuda a que las expectativas no se desplomen tanto para el año que empieza.”

Otro punto analizado fue el miedo a perder el empleo. El director de OPSM señaló que la creencia más extendida es que, si se pierde el trabajo, no será posible recuperar un empleo de la misma “calidad”. “El 80% piensa que, si pierde su trabajo, quizás logre conseguir otro, pero está seguro de que será peor al que tiene. Es también es un indicador de que la gente percibe que la situación económica está mal.” «

El impacto en la opinión pública de la salida de Prat-Gay

Históricamente, ha sido parte de la cultura política argentina mirar mucho al ministro de Economía, casi tanto como al presidente. Este hábito fue relativamente modificado en los años del kirchnerismo, particularmente desde que Roberto Lavagna dejó el gobierno del expresidente Néstor Kirchner.

De todos modos, los movimientos en un gabinete de gobierno siempre tienen impacto, algunas veces pueden despertar la sensación de cierta «oxigenación» y otras producir un efecto muy adverso.

Para los encuestadores consultados por Tiempo, la salida del ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, no es inocua, pero al mismo tiempo remarcaron que su influencia en la opinión pública es baja. «La mayoría de la sociedad no sigue de modo tan atento estas noticias. Eso ayuda a que no sea muy potente el golpe por la salida de Prat-Gay», destacó el sociólogo Ricardo Rouvier.

Para Analía Del Franco, la primera baja en el gabinete de Mauricio Macri, «no fue muy relevante para la sociedad porque no se trataba de un superministro. No es lo mismo que cuando renunciaron (Domingo) Cavallo o (Roberto) Lavagna». «El propio Macri debilitó mucho la figura del ministro de Economía al desguazarlo. Eso hace que la salida tampoco sea tan traumática».

A pesar de esto, la consultora sostuvo que hay un efecto. «En los sectores medios urbanos tiene cierta relevancia. Ayuda a profundizar la percepción de que el gobierno no tiene un rumbo económico claro. Pero esa opinión es previa a la salida de Prat-Gay”.

Un punto al que también se refirieron los consultores fue a la imagen de la oposición. «El peronismo está muy dividido –señaló Rouvier–.La incidencia de Cristina no es la de antes. Ella misma no se ha propuesto conducir al peronismo ni estar presente en la cotidiana. Esto favorece al macrismo, que tiene que negociar en las legislaturas. La política argentina muestra debilidad en su conjunto».