De acuerdo a un informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, en los últimos tres años hubo un importante aumento del déficit alimentario, del desempleo, del hacinamiento y de la imposibilidad creciente de amplios sectores de la población a acceder a medicamentos esenciales para su salud, además de un empeoramiento en materia de acceso a la educación.

 El relevamiento indica que el 4,9 por ciento de los chicos de entre 2 y 17 años no realiza al menos una de las cuatro comidas diarias y la última alimentación del día es la más frecuentemente salteada, dado que el 7 por ciento no la ingiere.

La UCA reveló además que el 37 por ciento de los chicos recibió una alimentación con déficit de al menos un nutriente esencial en 2018, lo que representa un aumento de 6,6 puntos porcentuales respecto al año anterior, cuando esta problemática afectaba a sólo el 30,4% de los chicos. El 14,5% de los chicos registró carencias de carne, pollo y pescado; el 22,6 de fruta; el 20.7 de verduras y el 9,9 de lácteos.

La población infantil que redujo su dieta o pasó hambre por problemas económicos en el último año, el informe muestra que los chicos que pertenecen al estrato socioeconómico «muy bajo» tienen 13 veces más chances de no cubrir sus necesidades alimentarias que los que pertenecen al sector «medio alto» y esa brecha sufrió un incremento respecto a 2017, cuando era de 11,4 veces.

 La inseguridad alimentaria severa pasó del 4,8 % de la población urbana argentina en 2015 a los 6 puntos en 2018, mientras que en el mismo período el porcentaje de personas que no acceden a medicamentos pasó del 16,5 % al 21,6 %.

La incidencia de la inseguridad alimentaria total o extrema -experiencia de hambre- es mayor entre los niños de 0 a 12 años, los que viven en hogares extensos y monoparentales, los que se sostienen con fuentes de trabajo marginales u obrero y los que viven en el conurbano bonaerense.

Hogares con privaciones

El Observatorio de la UCA advierte además que no sólo aumentó la pobreza multidimensional, sino que también se incrementó la pobreza estructural.

A nivel de los hogares las privaciones con mayor incidencia, aunque con variaciones relevantes a lo largo de la serie, fueron los “servicios básicos”, los “recursos educativos”, el “empleo y la seguridad social”.

En 2018 al menos 3 de cada 10 hogares se encontraba afectado en alguna de estas dimensiones, mientras que el nivel de carencia se ubicaba cerca del 20 % en las otras dimensiones de derechos consideradas tales como alimentación y salud, vivienda digna y medio ambiente.