La Marcha de la Resistencia, que soportó aguaceros, el frío de la madrugada y la campaña de demonización de algunos medios, concluyó con una sucesión de discursos muy duros que hicieron foco en la destrucción de puestos de trabajo y los costos del plan económico que aplica Mauricio Macri. Desde un escenario montado a la izquierda de la Pirámide de Mayo y de espaldas a la Casa Rosada, el diputado Máximo Kirchner criticó «el cinismo» de la administración de Cambiemos. «En campaña hablaban de pobreza cero. Pero queda claro que no les importaba la desocupación. Sólo les importaba volver a la Casa Rosada para imponer este programa de gobierno. No nos sorprende que un gobierno de CEO tenga un plan de negocios para las trasnacionales… Este modelo es gélido y frío como la mirada del presidente», cargó. El santacruceño dedicó un largo párrafo a desmontar la acusación de que el kirchnerismo pretende desestabilizar al gobierno, una hipótesis de la que se hicieron eco ciertos medios, algunos periodistas y no pocos dirigentes alineados con el PRO. En el mismo sentido se pronunciaron los otros cuatro oradores: la propia Hebe de Bonafini, el legislador del Parlasur Agustín Rossi, el diputado Edgardo Depetri y el intendente de Ensenada, Mario Secco.
«Nos quieren provocar. Acusar a los trabajadores argentinos de poner palos en la rueda, y que lo haga un presidente, mientras sube la desocupación, es algo muy cínico. Hoy tenemos más deuda, más desocupados, a Milagro (Sala) presa, hasta un pibe Di Paola de apellido que ya lleva un mes preso por haber puesto una palabra en árabe. Hablaban de lluvia de inversiones y hoy la única lluvia que vemos es la que está acá. Llama la atención que vean fantasmas en todos lados. Y que pretendan acusarnos precisamente a nosotros, que durante los gobiernos de Cristina padecimos de todo: como que en 2008, cuando apenas había arrancado, Clarín festejara 200 cortes de ruta. Ellos festejaban los saqueos, incentivaban los cacerolazos, y ahora de repente se asustan o quieren hacerle creer a la gente que los quieren desestabilizar», se explayó Máximo, mientras seguía cayendo la lluvia y bajo la mirada atenta del resto de los dirigentes que poblaban el palco.
Tanto en su discurso como en las demás intervenciones se escucharon mensajes dirigidos hacia sectores del PJ y el movimiento obrero. Hubo críticas a los legisladores que colaboran con los proyectos de ley que promueve el PRO, se exhortó a la CGT a que convoque a un paro general y se sume a la Marcha Federal que tendrá lugar la semana próxima. También, en tren más conciliador, se exhortó a la militancia a «saber perdonar» para «volver todos juntos» con una nueva mayoría. «Macri no puede ni hacer un acto en un baño porque no lo llena», ironizó Hebe con su desparpajo. «A los trabajadores les pido que no elijan tipos que tienen fábricas, porque a veces hay algunos que son más malditos que el propio ministro de Economía, porque negocian con las obras sociales», deslizó la titular de Madres en alusión a ciertos dirigentes sindicales. «Yo vengo de Rosario, y ahí los últimos índices del Indec la vuelven a poner como era en los ’90: el aglomerado urbano con mayor desocupación. El gobierno lleva adelante denuncias de corrupción contra el kirchnerismo para tapar la protesta social que surge de cada rincón de la argentina», señaló Rossi. «La CGT unificada tiene que convocar a un paro general junto con la CTA para enfrentar el ajuste. Porque si se consolida esta política, la desocupación va a llegar al 15%», dijo Depetri.

24 horas de ronda
«Resistencia», repite Sabrina, de 36 años, empleada en un banco privado. «Nunca mejor la palabra. Si hasta en el clima tenemos el día en contra. Lluvia, viento, los medios en contra», comenta, mientras camina frente al Cabildo junto a una multitud mojada hasta los huesos. Es otra de las rondas de la Marcha de la Resistencia que ya lleva casi 24 horas ininterrumpidas en el escenario emblemático de las protestas populares: la Plaza, así, a secas. Sabrina anda junto a un grupo de compañeras que portan cañas con banderas azules. Algunas llevan sombrillas o paraguas, otras intentan protegerse con la capucha de la campera.
Son las 14 del sábado. Han pasado 21 horas desde que se inició la marcha a la que convocaron la Asociación Madres de Plaza de Mayo y otras agrupaciones. El corazón de la protesta es el grupo de las mujeres de pañuelo blanco que intenta reponerse dentro de una carpa estructural. Allí está Hebe con su clásico poncho salteño de color rojo. Parece estar al mando de todo, incluso cuando permanece en silencio. La acompañan, inseparables, Celia de Prósperi («Chela»), Evel De Petrini («Beba»), Elsa de Manzotti («Elsita»), Visitación de Loyola («Visi») y Mercedes de Meroño («Porota»). También otras Madres de la Plaza que viajaron desde Mar del Plata.
La lluvia no cesa, el viento empuja en dirección sur todas las banderas que cortan el cielo. Para seguir marchando hay que tener convicción. «Este día tan feo puede tomarse como un símbolo de cómo estamos como país. Pero tenemos que resistir. Para seguir defendiendo lo ganado. La dictadura cívico-militar tenía un objetivo económico, y ese objetivo es el mismo de quienes hoy gobiernan, basta con ver las medidas que toman», dice Sabrina, la empleada bancaria que camina con sus compañeras. Justo pasa frente a un cartel con la consigna central de esta edición de la marcha: «Por el derecho al trabajo, resistir sin descansar, Cristina conducción».
Como si se hubiera inspirado por la frase, Sabrina advierte que en el sector de los bancos se viene una ola de despidos. «El Citibank ya anunció que retira del país el área vinculada al consumo y sólo deja la banca corporativa», advierte. La cuestión del empleo (a pocos días de que el Indec confirmara que la desocupación subió al 9,3%), el ajuste de salarios y el recorte de puestos de trabajo habían sido elegidos como eje central de la protesta. Lo había anunciado la propia Hebe, en la ronda 2000 de cada jueves. Volvió sobre el tema al comenzar la primera vuelta alrededor de la Plaza, el último viernes por la tarde. «Esta no es la marcha de las Madres, ustedes no vinieron a acompañar a las Madres, ustedes vinieron a acompañar a los hombres y mujeres que no tienen trabajo», aclaró para que la multitud entendiera cuál era la prioridad.
Desde el inicio de la Marcha en la Plaza estuvieron los diputados Edgardo Depetri, Andrés Larroque, Mayra Mendoza y Carlos Castagneto; los diputados bonaerenses Lauro Grande y Miguel Funes; los legisladores porteños Lorena Pokoik, José Campagnoli y Paula Penacca; el titular del Instituto Patria Oscar Parrilli, el ex titular del AFSCA Martín Sabbatella, los dirigentes Leopoldo Moreau, Carlos Raimundi, Ariel Basteiro, Eduardo Sigal, entre muchos otros.
Por la calle quedan pocos rastros de las pintadas contra Macri que se habían hecho sobre el asfalto. «La lluvia de la madrugada fue muy fuerte. A pesar de las adversidades estamos acá, dando respuesta. Pero esta lluvia es una lluvia que lava, que limpia la mugre», comenta con una mueca Carlos López, ex funcionario del gobierno de Cristina Fernández, mientras se protege del agua en un gazebo blanco de las Madres. La imagen de los efectos de la lluvia se refiere de modo implícito al proceso que está viviendo el peronismo y el FPV. Colaboradora histórica de las Madres, Cristina (61) comparte con Hebe que desde el 10 de diciembre se reinstaló la peor política, la que «transfiere los ingresos de los trabajadores a los que más tienen». «Esta es la reafirmación de la resistencia», subraya Cristina. «