David de Rothschild desciende de una familia que es sinónimo de dinero y poder. Su chozno Mayer Amschel fundó la banca Rothschild en el siglo XVIII. La relación de la dinastía con la Argentina es tan añeja como su historia: junto a otros apellidos célebres de la banca transnacional, como Morgan o Baring, Rothschild lideró el proceso de colonialismo financiero que, a través de la deuda externa, condicionó el desarrollo productivo argentino desde los orígenes de la patria.

El jueves, en París, David de Rothschild ofició de anfitrión en un encuentro entre Mauricio Macri y los CEOs de algunas de las multinacionales más influyentes del planeta. Del almuerzo participó, entre otros, Laurent Dassault, director de operaciones de Dassault Aviation, fabricante de aviones de combate. El empresario pudo verificar en carne propia la generosidad con la que el gobierno argentino busca aceitar su “regreso al mundo”: el Estado nacional pagará 12,5 millones de euros para adquirir cinco cazabombarderos Dassault-Breguet Super Étendard. Las aeronaves, por cierto, son material de rezago de la Fuerza Aérea francesa.

Dassault tiene intereses diversos en la Argentina. Con Rothschild, por caso, comparte la propiedad de la bodega mendocina Clos de los Siete. También posó su mirada sobre el negocio minero, en especial en la explotación de Litio, dónde sus socios viñateros picaron en punta.

En marzo de 2017, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y el secretario de Minería, Daniel Meilan, viajaron a Londres para participar de una ronda de negocios argentino-británica. El gobierno resumió el objetivo de la visita con un título en Clarín: “Litio, oro y plata, las estrellas de un road show de inversiones en Londres”. Uno de los sponsors de la gira fue el banco británico HSBC. 

El 23 de marzo de 2017, tres días después de la cumbre en Londres, el gobierno anunció que la minera Orocobre invertiría U$S 160 millones en la extracción de litio. Según sus balances, el principal accionista de Orocobre es el HSBC. El banco británico posee un estrecho vínculo con el Grupo Rothschild. Tanto que en 2015, cuando el HSBC estuvo cerca de colapsar por denuncias de lavado de dinero, Rotschild salió al rescate aportando ejecutivos y cuantiosos fondos frescos.

Rotschild también tiene su minera, Río Tinto, que tuvo un paso fallido por la Argentina. En 2007, Río Tinto prometió invertir U$S 735 para un proyecto de minería de potasio en Mendoza. El proyecto naufragó por la oposición popular, que reaccionó frente al probable daño ambiental al Río Colorado. ¿Influyó ese antecedente para que la primera medida del gobierno fuera encarcelar a Milagro Sala, la referente social más combativa  de Jujuy, una provincia pródiga en Litio? Es una duda razonable.

Rio Tinto se desprendió de sus últimos activos en la Argentina en 2012, cuando vendió la mina de borato Tincalayu, en la provincia de Salta, a Orocobre LTD. Un pase de manos que, según los indicios, confluye hacia la misma billetera.

En 1890, Argentina estuvo al borde del default. La carga de los servicios de deuda representaban cerca del 50% de los ingresos fiscales. Buena parte de esas acreencias tenían orígen espurio, pero Carlos Pellegrini decidió que el país debía “honrar sus deudas” para mantener abiertos los mercados externos. La reestructuración se negoció con el titular del Comité de Bancos Ingleses: Lord Rothschild.

El plan consistió en realizar un préstamo sindicado a la Argentina por un monto equivalente a las suma adeudada -un «megacanje»-. El agente colocador de los nuevos títulos fue J.S. Morgan, uno de los principales acreedores. 

Como parte del acuerdo, el país se comprometió a aplicar un severo programa de austeridad fiscal que consistió en bajar gastos, aumentar impuestos, restringir la emisión monetaria, retirar de circulación de un porcentaje considerable de la base monetaria y la venta de empresas públicas.

Cualquier parecido con la actualidad, no es casualidad.

En 2017, el gobierno de Macri batió records en toma de deuda. En sus dos primeros años de mandato se emitieron más de 121 mil millones de dólares y el stock creció más del 10% respecto del PBI, del 26% al 36%. 

El gobierno decidió acelerar el proceso de ajuste para hacer frente a los vencimientos de intereses y servicios, que en 2018 insumirán 1100 millones de pesos por día, según el presupuesto elaborado por el propio oficialismo.

A Rothschild le gusta esto. «