El hombre es parte de la estirpe de escritores que sienten tanta pasión por la palabra como por la política. El hombre nació y vive en el Chaco, en Resistencia, donde el final del verano se agradece, aunque el calor parezca eterno. El hombre es un argenmex. Estuvo exiliado en la tierra de Emiliano Zapata durante los años de la dictadura. Es autor de una decena de novelas, de libros de cuentos y ensayos. Ganó, entre otros premios, el Rómulo Gallegos, en 1993. Es columnista del diario Página 12 y lidera el movimiento social Manifiesto Argentino.

Y además de todas estas cosas, Mempo Giardinelli es hincha de Vélez Sarsfield. Por eso, a través de mensajes de texto, pidió realizar la entrevista telefónica con Tiempo luego del partido que jugaron el jueves pasado Vélez y Estudiantes de La Plata, que terminó 3 a 2 a favor del equipo de Liniers. «Bien, arrancamos mejor», dijo Mempo sobre el partido, antes de entrar de lleno en la la actualidad nacional.

«A mí me alegra que el gobierno haya tenido una semana compleja –remarcó, al ser consultado por la oleada de protesta que el presidente Mauricio Macri sufrió esta semana–. La agenda fue la gran movilización popular. Conozco gente que ha ido a las tres marchas. Acá, en el Chaco, hubo mucha gente en las calles. Son síntomas de un estado de molestia y fastidio de los sectores populares, que están pagando el festival de los ricos. La semana estuvo signada por eso y lo que viene, de acá a octubre, va a ser un poco así. El rostro del país está cambiando.»

–¿Le parece que cambió el humor de sectores que acompañaron a Cambiemos en su momento?

–No tengo dudas. Conozco casos. Es gente que creyó en la estafa. Macri prometió cosas que sabía que no iba a cumplir. Esa decepción todavía no se exterioriza del todo, quizás por pudor, por amor propio, pero no hay dudas de que existe. Es claro que muchos sectores que votaron al macrismo están arrepentidos y cada vez será más evidente, en especial en las clases medias urbanas, que terminarán haciendo un gran escándalo porque son las más fuertemente traicionadas.

–Circula la hipótesis de que Macri se sostiene porque hay segmentos de la sociedad que temen un retorno del kirchnerismo y no porque respalden a Cambiemos. ¿Le parece que ese tipo de apoyo puede perdurar mucho?

-Acá no hay peronismo y antiperonismo, ni kirchnerismo y antikirchnerismo. Acá el asunto es: sectores populares versus sectores oligárquicos. Dentro del campo popular hay peronistas, kirchneristas, radicales, socialistas, gente de izquierda. Todos, más allá de lo que hayan votado en 2015, son víctimas de lo que está haciendo el gobierno. Creo que ni siquiera la palabra neoliberalismo alcanza para describirlo. La realidad es muy lacerante. A este paso, dentro de poco se va a importar la leche. Hay rumores de que puede subir el IVA. Son todas cosas que impactan en los sectores populares. Y al mismo tiempo hay más exenciones de impuestos para los ricos. La antinomia peronismo-antiperonismo es histórica en la Argentina, pero la realidad es mucho más urgente. No es sólo que no hay inclusión, que sí hubo durante el kirchnerismo, sino que hay una exclusión sistemática. Esto viene acompañado de la idea de dejar de lado el voto obligatorio o de impulsar el electrónico. A mí me parece que ellos mismos se dan cuenta de que así el país no es viable y entonces van a buscar la forma de hacer trampa. No hay que olvidarse que son fuerzas potencialmente represivas. La sociedad no se va a terminar definiendo por peronismo y antiperonismo sino que va a definir que no quiere esto.

–Antes habló del descontento y de la forma de canalizarlo. Los incidentes en la marcha de la CGT, ¿muestran la dificultad, en este caso de un sector de sindicalismo, para representar el descontento?

–Hace muchos años que la CGT no representa a los trabajadores. Basta ver algunas conductas, por ejemplo lo que hicieron enfrentando al kirchnerismo y lo que no hacen ahora con el gobierno de Macri. Es muy evidente. No quiero especular con si hay algo detrás. Sí creo que la representación de los sectores populares está en otra parte, en las dos CTA, por ejemplo. Lo que pasó en la marcha tiene que ver con una realidad. La violencia la viene cocinando todos los días el gobierno. Yo creo que tiene una sed represiva muy grande.

–Entonces no cree que es una expresión de derecha democrática, algo que implicaba cierta novedad en Argentina…

–Eso fue parte de la estafa del PRO. No es verdad que es una derecha con convicciones democráticas. Se vistieron de eso para atraer a ciertos sectores de clase media. Hubo una persistente campaña en los medios gobernantes diría, porque Clarín es parte del gobierno, y fueron parte de la estafa electoral. Lo que sí es cierto es que aprendieron durante estos 30 años de democracia a construir un discurso, a esperar, y a ocultar su pulsión violenta. Alcanza con ver la cantidad de apellidos y de funcionarios que pueblan el gobierno en sus diferentes líneas que tuvieron alguna relación con la dictadura. No parece que haya habido un aprendizaje sino una resignación y una espera paciente. Esta derecha considera la cosa pública una oportunidad de negocios. Lo que sí hay que decir es que  aprendieron algunas cosas. No tienen escrúpulos y tienen un sistema propagandístico, goebbeliano, conducido por (Jaime) Duran Barba, que sin duda es un hombre inteligente. Es el que escribe los guiones. Macri no existiría sin él.

–Durante el ciclo kirchnerista, usted respaldaba el rumbo general, pero hacía críticas también. ¿Cree que el Frente para la Victoria puede darse un debate o el clima de revanchismo cerró la posibilidad de la autocrítica?

–Lo que yo hacía sobre todo era señalar las cosas que el kirchnerismo no hacía. Sostenía que tendrían un costo muy alto. El no haber tenido una posición clara frente al tema ambiental, el no haber convocado a las PASO en 2015 para que el candidato fuera votado, aunque hubiera ganado (Daniel) Scioli. También cuestioné que no hubiese una política específica para dotar de mayor transparencia al Estado. Que no se ocupara de combatir la corrupción que puede anidar en el sector público. Otro punto que cuestioné fue la Ley de Medios, que era excepcional, que tuvo un enorme debate social y político, y que una vez sancionada no se aprovechó para fortalecer los medios comunitarios y alternativos. Todo eso tiene un costo y creo que ayudó a que el macrismo ganara. No sé si esto está siendo debatido o no en el seno del kirchnerismo. He escrito muchos artículos hablando de la necesidad de la autocrítica.

–El autoritarismo que usted le adjudica al oficialismo, ¿es sólo un rasgo del gobierno o muestra un costado de la sociedad?

–La población argentina se democratizó muchísimo en las últimas décadas. Es una sociedad que cree en el voto, que anhela estar regida por valores democráticos. Ha sido reeducada en términos de memoria, verdad, justicia y valores republicanos. Es un patrimonio muy importante y positivo del pueblo. Esto va más allá de que ahora haya votado por Macri. Hay una porción que tiene ideas muy autoritarias. Es algo que sucede en muchos países. Miremos Alemania, Inglaterra, Francia. Macri representa a esos sectores, que en general son minoritarios y ahora tuvieron un golpe de audacia.

–En Jujuy, Milagro Sala está presa por motivos políticos. Sin embargo, pareciera que una porción importante de la sociedad jujeña respalda ese encarcelamiento. ¿Eso no mostraría que la reeducación democrática no ha sido tan contundente?

–Realmente discutiría cuanto consenso tiene. Creo que ahí hay mucho de propaganda. Es una provincia con mucha pobreza. Y a veces puede pasar que algunos sectores marginados adhieran a posiciones que rozan el fascismo. Sé que es una palabra fuerte, Pero creo que realmente describe lo que pasa. «

Por una reforma de la Constitución

«Nuestra propuesta central es una reforma constitucional, de arraigo popular, que no sea producto de una negociación de dirigentes. Esa idea de que el pueblo no gobierna ni delibera sino a través de sus representantes hay que cambiarla», sostuvo Mempo Giardinelli al hablar sobre el objetivo de Manifiesto Argentino, el movimiento spcial que lidera. «El pueblo tiene que deliberar y gobernar. El patrimonio público, el territorio y el subsuelo, deben ser inalienables, innegociables e irrenunciables. Eso debe estar en la nueva constitución. La salud, la educación y la previsión social son derechos y debe explicitarse que garantizarlos es una función irrenunciable del Estado. Son cuestiones que no se puede tercerizar. Proponemos un replanteo profundo del poder judicial. Y yendo a la actualidad, hay que dejar claro que el endeudamiento brutal que está tomando este gobierno no se va a reconocer ni a pagar. Hoy estamos en una oleada de repliegue popular. Cuando venga la próxima ola popular, tenemos que estar listos y para reformar la Carta Magna».