El aire político se enrareció en las últimas horas con el ataque a la sede porteña de la Tupac Amaru que sumó todos los ingredientes de un mensaje: fue perpetrado por tres hombres armados que maniataron a tres militantes tupaqueros –a uno le gatillaron en la rodilla sin que saliera el disparo– y, sin robar nada, ordenaron que se “dejen de joder” con la dirigente social y aseguraron tener la zona liberada. Los atacantes también relacionaron la amenaza con el acampe que tras la multitudinaria marcha de las dos CTA, el Comité por la Libertad de Milagro Sala iniciaba en Plaza de Mayo para reclamarle al presidente Mauricio Macri que acate la resolución internacional.

“Queremos ir hasta el final porque cuando lleguemos a estos tres tipos vamos a saber quiénes los mandaron. Porque no fueron a robar, fueron a apretar. Y si Patricia Bullrich piensa que apretando nos va a sacar de la calle está muy equivocada”, dijo ayer el coordinador nacional de la Tupac Amaru, Alejandro “Coco” Garfagnini. El señalamiento político fue en una conferencia de prensa del Comité que se realizó en la carpa instalada a metros de la Casa Rosada para anunciar el acampe que se extenderá hasta el viernes 11 de noviembre, cuando se cumplen los 300 días de detención de la parlamentaria del Mercosur.