Luego de 13 horas de ininterrumpidas negociaciones, logradas tras varias jornadas de huelga en la principal industria del país, sindicatos y patronales metalúrgicas alemanes sellaron un acuerdo que permite incrementos de salarios y la reducción de jornada laboral a 28 horas semanales en determinados casos. El convenio regirá inicialmente para cerca de un millón de trabajadores del suroeste germano, donde se asienta la industria automotriz, pero da pie a que se extienda a unos 4 millones de metalúrgicos de toda la nación.

Ubicada como la avanzada de la economía alemana, los beneficios para las empresas alemanas, Daimler-Benz, Volkswagen, Audi, BMW y la aeronáutica Airbus y las eléctricas Siemens y AEG tuvieron beneficios del orden del 11% en 2014, 9% en 2015 y 12% en 2016. Pero fueron bastante avaros a la hora del derrame: apenas entre un 2 y un 3 % anual en estos períodos.

Por esa razón desde mediados de enero los gremios vienen reclamando incrementos salariales y reformular el ordenamiento de los horarios de trabajo bajo el lema de “mi vida, mi tiempo”.

Así fue que como parte de las negociaciones en las que el sindicato IG Metall, que nuclea a unos 3 millones de afiliados, pedía un 85 de aumento, se buscó reducir la jornada laboral a 28 horas para quienes tengan hijos menores o deban atender a enfermos o ancianos.

Finalmente, las patronales -que conforman Gesamtmetal- acordaron un 4,3 % de suba, un pago adicional de 100 euros al mes entre enero y marzo y 400 euros anuales desde 2019. El convenio finaliza el 31 de marzo de 2020.

Además, hubo fumata blanca para el equivalente al 27,5% de las vacaciones mientras que la actual jornada laboral de 35 horas semanales puede ser a solicitud del empleado llevada hasta las 40 horas.

La patronal de la industria metalúrgica dijo en un comunicado había firmado un «compromiso llevadero» aunque argumentó que ese acuerdo mantiene «elementos dolorosos». Con el nivel de ganancias que obtuvieron en estos año no queda claro a qué tipo de dolor se referían.

Para los gremialistas, a su vez, si bien no obtuvieron todo lo que querían, lograron mover un poco el amperímetro por sobre del fatídico 2% de las últimas paritarias y además impulsaron una modificación en los horarios de trabajo.

De este modo, los empleados del sector con al menos dos años de antigüedad en la empresa podrán tienen derecho a las 28 horas la semana laboral por entre seis y 24 meses, al cabo de los cuales podrán volver a su puesto a tiempo completo.

«El acuerdo marca un giro importante en cuanto al tema del tiempo de trabajo», señaló el titular de IG Metall Jörg Hofmann. «Durante demasiado tiempo la flexibilidad del tiempo de trabajo ha sido un privilegio de los empleadores» y «de ahora en adelante los empleados tendrán el derecho de optar por un tiempo laboral reducido, para ellos mismos, para su salud o para su familia», abundó, según un cable de la agencia AFP.

A cambio, las empresas podrán aumentar el tiempo de trabajo a 40 horas semanales en caso de necesidad y siempre y cuando los empleados acepten el convite.

Este acuerdo puede servir de marco para futuros arreglos entre partes teniendo en cuenta la influencia que tienen los metalúrgicos alemanes en el resto de los trabajadores no solo del país sino de Europa. Tal vez por eso las negociaciones no fueron fáciles y las medidas de fuerza fueron tan importantes como para que los memoriosos tuvieron que recordar como antecedentes del mismo nivel a las que se produjeron en los años 80 del siglo pasado.