“Esa charla fue muy tensa porque en un momento me dijo que no le pregunte datos ni detalles, que él me admitía haber participado de los vuelos de la muerte y en secuestros. Pero que esos eran secretos de guerra”. La frase es del abogado Pablo Verna, hijo del médico militar Julio Alejandro Verna, que este martes declaró en el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el marco de la Contraofensiva de Montoneros que realiza el Tribunal Oral en lo Criminal N°4 de San Martín. Fue un testimonio histórico en el que por primera vez el hijo de un genocida involucró a su progenitor en los vuelos de la muerte en un juicio por crímenes de la dictadura cívico militar.

Verna habló en la decimotercera audiencia del juicio que comenzó el 12 de abril pasado y tiene nueve imputados por 94 acusaciones de delitos de lesa humanidad cometidos por la última dictadura cívico-militar en los años 1979 y 1980. Los jueces Esteban Rodríguez Eggers y Matías Mancini, aceptaron por mayoría -Alejandro de Korvez votó en disidencia- que el hombre hablara en el debate.

Su testimonio fue solicitado por el abogado querellante Pablo Llonto y la fiscal Gabriela Sosti en el marco de la investigación del cuádruple homicidio de Susana Solimano, Alfredo Berliner, Julio Suárez y Diana Schatz, quienes fueron adormecidos con anestesia y arrojados a un arroyo de Escobar por los militares para simular un accidente. “Él (el padre) le dijo a mi hermana que hicieron lo mismo (que con las víctimas de los vuelos) con 4 personas en un auto. Lo hicieron de esa manera porque estaba la CIDH y no podía desaparecer más personas. Entonces simularon un accidente”, contó en el estrado.

“Mi padre fue médico militar, llegó a tener el grado de capitán y estuvo desde el ‘78 al 83 en Campo de Mayo. Su nombre es Julio Alejandro Verna”, comenzó el hombre, también integrante del grupo de hijos de genocidas Historias Desobedientes, cuyos integrantes lo acompañaron sentados entre el público.

Ante el tribunal, Verna contó que supo por su madre que su padre “había participado de los vuelos de la muerte inyectando personas para ser arrojadas al mar y participaba en los secuestros de personas”. Contó que con esa información confrontó a su progenitor, quien terminó admitiendo que eso era verdad.

“Cuando yo le comento en esa charla lo que me dijo mi madre y le pregunto una vez más que me diga las razones, él empezó negándomelo, diciendo que lo había inventado mi madre”, recordó Verna. “Después me empezó a decir: ‘yo te lo niego, quedate con lo que te dijo tu madre’… y yo era una necesidad que tenia de saber”, completó.

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Verna contó que esa charla entre padre e hijo ocurrió en julio de 2013 en el hotel Pizarro de Villa Luro.  Y contó que, más allá de la primera negativa, su padre confesó. “Vio a embarazadas que llevaban esposadas a tener al hospital y que quien estaba a cargo de esa área era el alemán Lederer (Ricardo, obstetra de la maternidad clandestina de Campo de Mayo). Después él preguntaba a las enfermeras qué hacían con esos bebes y le dijeron se los entregaban a la policía femenina para después entregarlo a los familiares”.

Verna contó que su padre hizo confesión más concreta el 8 de julio de 2013 a su hermana más chica, Silvina Patricia, que tenía un consultorio en la casa paterna. “Le cuenta a Silvina que todos los que estaban en el hospital de Campo de Mayo tenían que pasar por esas tareas. Que aplicó las vacunas para los vuelos de la muerte, que las personas luego de esa anestesia eran arrojadas al mar, que después aparecían en el Rio de La Plata”, recordó Verna.

El hijo del represor contó que su hermana escuchó que en una oportunidad fueron víctimas de esos vuelos “un matrimonio, después unas 4 personas y después unas 5 personas”. Y que “el médico tenía q estar en todo el vuelo por si alguien se descomponía”, relató ante los jueces.

Pablo Verna es autor del proyecto de ley que para poder denunciar a sus padres, los hijos e hijas de genocidas del grupo Historias Desobedientes presentaron en el Congreso en noviembre de 2017, con el que buscan modificar los 178 y 242 para que exima de la prohibición de denunciar o testificar contra ascendiente o descendiente en los casos de delitos de lesa humanidad.

Verna declaró como testigo en un juicio en el que su padre no está imputado. Pero sus dichos tuvieron validez probatoria. Ofreció información sobre el múltiple homicidio del caso Berliner, Solimano, Suárez y Schatz, quienes fueron sedados y arrojados al arroyo dentro de un Peugeot 504 de color rojo, episodio en el que los genocidas usaron el mismo método que habían utilizado con el diputado Diego Muniz Barreto.

Pero además, ofreció información sobre Horacio Mendizabal, dirigente de Montoneros de 34 años –padre de los Diego y Martín, hermanos de Benjamín Ávila, todos testigos que pasaron por el juicio- que fue asesinado en plena calle, en Munro, el 19 de noviembre de 1979. “Me contó que lo vio a Mendizabal que estaba en terapia intensiva y lo querían salvar, que le habian metido una bala en un pulmón”, recordó.

En la audiencia de este martes también declaró Liliana Milberg, sobrina de Raul Milberg. Sobre el cierre, el abogado Hernán Corigliano, solicitó que el tribunal convoque a declarar a Julio Verna, el protagonista de los hechos atroces que relató su propio hijo. La fiscalía y las querellas se opusieron. El tribunal deberá definir si acepta el pedido el próximo martes.

El juicio por los delitos de lesa humanidad cometidos en el marco de la contraofensiva tiene entre sus imputados a militares de la inteligencia de Campo de Mayo. La lista de acusados la integran Raúl Guillermo Pascual Muñoz, ex jefe del departamento de personal del Estado Mayor, y los miembros del Destacamento de Inteligencia 201, Carlos Blas Casuccio, Jorge Eligio Bano, Eduardo Ascheri, Marcelo Cinto Courteaux y Alberto Daniel Sotomayor. Además, incluye a Roberto Dambrossi y Luis Angel Firpo, del Batallón 601, y al ex jefe de la división de Inteligencia Subversiva Terrorista del Departamento Interior de la Jefatura II de Inteligencia del Estado Mayor General del Ejército, Jorge Norberto Apa.