«Gerardo Morales me quiere muerta». La frase de Milagro Sala resume la semana en la que el gobierno jujeño acusó a la líder de la Tupac Amaru de victimizarse por la autoagresión que se produjo en la cárcel de Alto Comedero ocasionada por la incesante presión del aparato jurídico-político-mediático. La operación mediática fue pergeñada desde el poder político de Jujuy para construir la idea de que la diputada del Parlasur vive un estado psicológico festivo en la Unidad Penitenciaria N°3 de Alto Comedero. La semana terminó con el informe anual sobre la situación de los derechos humanos que realiza el Departamento de Estado de EEUU en el que consideró arbitraria la detención de la referente. Esa posición contrastó con la tibia reacción de la Corte Suprema de Justicia que se limitó a pedir un informe de salud y el estado de las causas, luego que Sala intentara clavarse una tijera en el estómago tras ser notificada de tres nuevas causas por amenazas y minutos después de que una presa amenazara con asesinarla. «Estoy podrida de que me armen causas», redondeó ayer Sala.

El miércoles, el Día Internacional de la Mujer, Milagro cumplirá 417 días ilegalmente detenida. En una entrevista con el padre Juan Carlos Molina en Radio Rebelde, la diputada dio cuenta de la violencia de la que es víctima. También pidió perdón «a los argentinos» por haber intentado matarse. «Fue una consecuencia de las causas que me están fabricando. Nunca fue una pelea por un liderazgo en el penal. Todo lo que dijeron es mentira», detalló.

La mentira comenzó el lunes en la casa de Gobierno de Jujuy cuando el vocero Raúl García Goyena dijo en los medios nacionales que Milagro no había sufrido una agresión, que buscaba «victimizarse» y que tuvo una pelea con otra presa. De inmediato comenzó la operación mediática en TN, del Grupo Clarín, con un video tomado de una cámara de seguridad del penal en el que se ve a un grupo de mujeres en un breve baile. La imagen fuera de foco fue expuesta con el título «Festejo de Carnaval» con la intención de pobrar el supuesto buen estado de Sala.La operación televisiva fue reforzada con una nota en La Nación, publicada el martes, con el título «Sala tuvo una pelea en el penal por el Festejo de Carnaval», que negó el «hostigamiento» que venía denunciando la abogada Elizabeth Gómez Alcorta.

La secuencia real de los hechos fue la siguiente: el miércoles 22 de febrero por la tarde una interna de apellido Maldonado -que Milagro dijo que le pagaron $500 mil para que la hostigue- amenazó a Milagro: «Si no te matan fuera te voy a matar yo acá adentro», le dijo. Media hora después la notificaron que debía presentarse en las fiscalías por tres causas de amenazas. El pedido para hacer el ritual del Jueves de Comadres, como aclara Agostini aunque dice que todo ocurrió el jueves, tiene como fecha el día 21, es decir, el martes.

El jueves 23 Milagro fue atendida por la psicóloga del penal, Laura Aguirre, quien por escrito pidió a la Fiscalía que no se haga la audiencia. En ese texto al que accedió Tiempo, la licenciada y magister en salud mental, le informa al fiscal Walter Rondón que Sala atraviesa «una crisis de angustia», que quiso lesionarse a causa de una «discusión» con una interna «así como la notificación de causas judiciales».

A mediodía y por teléfono, la fiscalía le comunicó al abogado Luis Paz que suspendían la audiencia. En el horario de la siesta, Milagro y las internas realizaron el ritual del Jueves de Comadre, una actividad religiosa de los pueblos originarios en que las mujeres, sin hombres, agradecen a la Pachamama. «No es una fiesta. Es una ceremonia religiosa de los pueblos originarios y pedimos hacerla por primera vez en la cárcel», resumió Milagro. Pese a todo, esa misma tarde Sala fue citada y trasladada con un despliegue de fuerzas de seguridad desproporcionado que incluyó efectivos con armas fusiles cargados. «