Clima de época, violencia contagiada y un fanatismo abrumador se mezclaron el sábado por la noche en Tucumán cuando dos sujetos agredieron a los actores del elenco Chicos católicos, apostólicos romanos

Mientras la obra de teatro dirigida por el director y doctor en Artes Escénicas, Sebastián Fernandez estaba plena función, dos hombres se movían incómodos en sus butacas. Luego empezaron a entrar y salir de la sala. 

Por el contenido de la obra, la inquietante actitud de los individuos no resultaba sorprendente, sin embargo cuando quedaban veinte minutos para finalizar la función, se pararon al lado del escenario y empezaron a gritar e insultar al elenco. Los actores continuaron lo que pudieron con la obra pero el nivel de violencia en los insultos era tan grande que se detuvieron. Al encenderse la luz de sala el público les pidió que se retiraran de la sala, ante la mirada atónita de los actores. «¡Blasfemos!», «¡Esta es mi religión!», gritaban. Los fanáticos religiosos tomaron unos atriles que eran parte de la escenografía, los arrojaron hacia el escenario y huyeron. Las luces se apagaron y continuó la función.

«El jueves hubo un intento de sabotaje, dos personas habían ingresado al centro cultural a intentar cortar la luz pero fueron descubiertos por el personal del lugar», cuenta el director tucumano Sebastián Fernandez a Tiempo Argentino. «Eso nos había alertado, pero no nos imaginamos jamás que se llegue a esta situación», afirma. 

“Nunca tuve miedo de que cualquiera pueda hacer cualquier cosa por odio. Eso no pasaba unos años atrás. No estaba permitido. ¡Y esto era un espectáculo! Podés levantarte e irte si no te gustó o te incomodó. Podés después escribir en tus redes las razones de tu disgusto. Lo que pasó en la sala habla de un odio contenido que está apareciendo cada vez más y de distintas maneras. Con todas las formas de la violencia. Podría haber terminado de otra forma. Mucho peor”, escribió luego Paula Storni en su página de Facebook, una de las espectadoras que estuvieron esa noche en la sala. “Son los microfascismos con los que hay que terminar. Los peligrosos son los blanquitos de pañuelos celestes, los de los globitos amarillos y la sonrisa y la camisita impecable. Así, iguales a los que subieron anoche al escenario”, agregó.

La obra de Juan Paya, dirigida por Fernández y Belén Mercado narra la historia de un grupo de estudiantes de colegio católico que va a tomar la primera comunión. Las metáforas de la religión se vuelven literales y contradictorias desde las miradas desprejuiciadas de estos chicos, quienes interpretan el catecismo de una forma muy particular, desencadenando situaciones disparatadas permanentemente. La espontaneidad del lenguaje juvenil pone en relieve la violencia naturalizada en las instituciones educativas, los mandatos de los adultos y la búsqueda desesperada por pertenecer al mundo del «bien».

“Hay gente que se para y se va ofendida. Es algo que está contemplado porque la obra mira con humor temas complicados como la situaciones de violencia que se viven en instituciones religiosas que educan adolescentes y niños. Esto de hacerles creer a los chicos que en distintos niveles son abusos por generar una fantasía malintencionada», explica Fernandez. «Más allá de esta situación que venimos sosteniendo en la obra porque hemos sufrido amenazas desde que estrenamos la preocupación es por este paso al acto: de intentar sabotear una función cortando las luces pasó tirar cosas a los actores ante la vista de todos. Es un paso más me preocupa como coordinador del espectáculo pero también por esta época de retroceso, por estamos saliendo a denunciar. Hay una «estructura del sentir», como diría Raymond Williams que se consolida. El efecto Bolsonaro hace que esta gente desde un pensar violento, hagan su paso hacia el acto. Todo esto sucedió delante de un montón de gente», agregó el actor, director y docente.

Por su parte, el elenco emitió un comunicado que recibió numerosas adhesiones. “Repudiamos la violencia y reforzamos nuevo compromiso con esta obra que seguiremos haciendo contra cualquier tipo de ataque porque el teatro no se debe callar”; dijeron los actores y pidieron fotos o imágenes de los agresores a quienes presenciaron la función.

La voz oficial. El Centro Cultural Virla, donde se presenta la obra pertenece a la Universidad Nacional de Tucumán. Apenas se conocieron los sucesos del sábado por la noche, emitieron un comunicado solidarizándose con los actores. 

“Frente a la agresión sufrida por artistas y la obra “Chicos Católicos” La Dirección del Centro Cultural Virla expresa su apoyo incondicional a todas las expresiones artísticas, de todo tipo, que se desarrollen en su ámbito, y a los artistas que se expresan en ellas, particularmente a quienes la han sufrido recientemente. No somos la censura ni la aprobación. Nadie nos ha dado la verdad para juzgar el esfuerzo creativo, la corrección de las ciencias duras, la certeza de las teorías sociales, ni el acierto estético, ni por tradicional o vanguardista, del arte. Desde este Centro Cultural ratificamos nuestro rechazo a las expresiones violentas.”.

También el Secretario de Extensión Universitaria de Tucumán, Marcelo Mirkin comunicó su solidaridad con el elenco teatral. “En el marco de los actos de violencia cometidos durante función de la obra de teatro Chicos Católicos en el centro Cultural Virla dependiente de la Secretaría de Extensión de la Universidad Nacional de Tucumán quería expresar mi absoluto repudio a lo sucedido. Además considero necesario aunar esfuerzos para poner un límite oportuno e inmediato a las crecientes expresiones de intolerancia manifesta”, escribió el funcionario.