Fuerza y vigor. Amor y ternura. Todo desborda en Paz Ferreyra o Miss Bolivia, desde hace diez años, cuando dejó de lado su profesión de psicóloga para dedicarse a la música. Aquella decisión que vino de haberse quedado desempleada fue acertada. Lo reafirma cada vez que sube al escenario y lo asegura ahora, con la salida de Pantera su tercer disco donde se consolida musicalmente y legitima su costado compositor.

Producido otra vez por Guillermo Beresñak, el disco implica en Miss Bolivia un salto enorme, tanto para afuera como para su interior y el productor, afirma, tuvo que ver muchísimo. «Es una pareja profesional muy buena, hemos dejado nuestros egos de lado y así pudimos crecer. Es difícil estar en un estudio, pasan muchas cosas, yo lloro, me enojo, me duele la panza… Hacer una canción no deja ser ser un trabajo de embarazo y parto y por entonces, hay muchos miedos que aparecen», afirma.

Miss Bolivia debajo del escenario parece pequeña. Pero comienza a hablar y es tan gigante como sensible. Recuerda que la primera vez que subió a cantar en vivo estuvo escondida detrás de los bafles. «Me invitó un dj, fui con tres amigas, nadie se enteró que había subido a cantar porque me daba tanto miedo que me escondí. Ellas me contaron después que había salido tan bien que parecía un disco, nadie se enteró que yo había cantado en vivo», cuenta a Tiempo.

El paso, recuerda, de profesión a otra, generó intrigas en su entorno. «Era una nerds con dos carreras terminadas, recibida con honores, mi familia estaba profundamente intrigada».

–Un cambio drástico, ¿cómo fue tomar esa decisión?

–Fue una necesidad que empecé a sentir, sentí un placer, un deseo concreto de comunicar en este formato. Siempre investigué mucho, escribí mucho. Como fui docente durante años siempre estuve vinculada con la comunicación y la expresión. Fui feliz cuando descubrí que podía comunicar a través de la música, sentía que a la gente le gustaba y me generaba más placer. A eso se sumaba que no me sentía cómoda trabajando en el sistema institucional por eso cuando me quedé sin laburo, me hice la pregunta de qué pasaba si me jugaba por lo que me gustaba. Me costaba abandonar la zona de confort, estable, asalariada. Tenía que bancarme ese momento bisagra para empezar de cero, en forma autodidacta, hasta poder grabar mi primer disco. Porque no es que uno va a cantar en el escenario y listo, hay que grabar un disco, hacerlo bien, porque son las herramientas para empezar de cero. Mi camino fue y sigue siendo autogestivo.

–Además, elegiste un estilo que comercialmente en ese momento tenía un circuito acotado.

–Elegí hacer el hip hop y al toque me metí con la cumbia y el reggae. La verdad es que me parecían soportes privilegiados para poder contar lo que yo quería escribir. Si bien no era lo comercial, ni mainstream empecé a hacerlo en el under y de forma remada. Lo sigo haciendo así, cada cosa que hago es remado. Al principio era más distinto y más nuevo lo que proponíamos y tenía más resistencia en el público y los medios. Tuve que evolucionar mucho, aprender, quería cantar cada vez mejor y hacer mejores canciones. Y la gente tuvo que aprender que podía dejarse llevar, y gozar de algo nuevo y distinto. No fui la única sino que había una escena emergente y eso también genera una tendencia en la escucha de la gente.

–¿Sentís una apertura en todos los ámbitos respecto a los géneros musicales?

–Todos tenemos capas de lo que venimos escuchando y de todo lo que está disponible. Por eso es que hay hoy toda una apertura y una pluralidad tanto para hacer música como para escucharla. Hay menos prejuicios en todas partes ya nadie se detiene a cuestionarte el género que estás haciendo o con qué lo estás mezclando. A mí me parece muy bueno cómo se pueden fusionar esos elementos que vienen de distintos palos, música que no tiene nada vez pero que unida no queda como una cosa horrible de un «copy-paste». Se logró un sonido nuevo y distinto utilizando cosas que ya existían o que no, pero sacándose el prejuicio de cómo y dónde tiene que ser grabado.

–¿Qué sucede con las mujeres dentro del hip hop?

–Veo un creciente foco sobre las artistas que están en el palo y son mujeres. Siento que es una red y eso me pone feliz porque si bien acá quizá tenemos más visibilizadas nuestra presencia, cuando viajás y compartís show con otros artistas me pone feliz ver que somos tantas. A este movimiento le falta visibilizarlo. Y quizá la épica del circuito comercial también tendría que ser revisadopara darle acceso a estas artistas. Que también el filtro de lo que se va a escuchar esté un poco equiparado. Todo en lo comercial, el rock o el mainstream es música hecha por hombres entonces hay una ética en el programador y en el circuito comercial que tiene que pensarse nuevamente.

Paren de matarnos

Es el nombre del tema seis de Pantera. Ferreyra cuenta que fue una necesidad concreta y personal. Que cuando encontraron muertas a las chicas mendocinas en Mendoza, se quedó en cama dos días. «Sentí un palazo tremendo. Ahí me di cuenta de que necesitaba transformar el dolor que había sentido y sacarlo del cuerpo como canción. Fue la primera vez que elegí la voz de otra persona para decir, tomé la voz de la víctima que en definitiva, somos todas», recuerda conmovida.

–Sos una referente a la hora de pensar en canciones de género, ¿cómo se dio en tu carrera?

–Fue algo natural porque siempre escribí mucho, me atraviesan muchas luchas. Siento que soy un actor social que aporta un grano de arena, y tengo la necesidad física emocional y simbólica de poder utilizar mis canciones para las luchas urgentes. La de género es una lucha urgente, necesaria, de una emergencia absoluta. Puedo aportar al capital cultural una canción como «Tomate el palo», pero no es todo lo que tengo para decir. Hay ciertos contenidos que hay que visibilizar antes que otros, por eso elijo asumir el rol de artesana de una herramienta de cambio social como puede ser una canción. Quise transmitir la voz de otras aquellas mujeres que hoy no tienen curso.

Una constelación de compositoras latinoamericanas

Componer, hablar desde el género, comprometerse con las luchas sociales fueron bandera de grandes compositoras de este lado del continente. Necesarias y fuertes son un referente para el corpus de canciones populares y se multiplican con el tiempo. «Siento que ni como artista ni como mujer nací ahora sino que es viable nuestra aparición y nuestra emergencia en las artistas de la actualidad gracias a que otras artistas y comunicadoras han arado y abierto el camino con mucha lucha y resistencia», dice Paz Ferreyra. «Escucho a Chavela, escucho a Violeta … Tengo y me hago mi propia constelación latinoamericana. Estas mujeres me inspiran un montón, las siento vigentes. En lo personal me motivan a salir adelante, casi como homenaje a ellas, a sus luchas y esfuerzos. A veces cuando me canso o estoy desmotivada me dijo «no loco, hay que pelar el par de ovarios y seguir adelante, es lo que aprendí de estas artistas. Este espíritu es una evolución de la lucha de ellas». «

Canciones profundas para bailar

Pantera es el nuevo disco de Miss Bolivia. Tiene 13 temas bailables pero discursivamente profundos, contundentes y hasta se podría ser, combativos. La reivindicación de género, el amor ausente y el desamor están presentes en un disco en el que Paz Ferreyra recorre con el mismo compromiso musical ritmos como la cumbia y el hip hop –que son su sello distintivo– pero les suma pop, baladas, electrónica y hasta el punk rock. Impacta la voz de Marta Dillon hacia el final de «Paren de matarnos» y conmueve Liliana Herrero en el tema de apertura. Autora de once de las canciones Paz, optó por sumar dos cover, «Gente que no» aquel clásico de Todos Tus Muertos y «María María», de Milton Nascimento. Producido por Guillermo Beresñak, el álbum cierra con el recitado de un fragmento de «Yo monstruo mío», grabado por Susy Shock . Entre los invitados están también Lito Vitale, Hugo Lobo, Ale Sergi y Andrea Álvarez.

Mujeres con el cuerpo en la calle

Preocupada por la situación de las mujeres, fue parte hace unas semanas de la multitudinaria marcha que se realizó el 8 de marzo. «Hay una masividad sorprendente en estas marchas, son indicadores de cómo va creciendo y se organiza el repudio, en la sociedad ya está instalado el alerta y el motor de cambio. Estos movimientos masivos y con acciones concretas dan cuenta de la urgencia porque es algo que afecta a la sociedad en su conjunto. El síntoma de la violencia nos afecta a todos como sociedad por más que sea ejercida sobre el colectivo femenino. Paralelamente (y lamentablemente) ha crecido en forma exponencial la tasa de violencia. Hasta que esto no baje y no se tomen medidas a nivel institucional, hasta que el Estado colabore con la erradicación de violencias hay que seguir haciendo cuerpos y tomando medidas en pleno diálogo. El feminismo está muy golpeado y muy escindido pero la violencia es la misma. Por eso siempre prefiero hacer foco en lo que hay».

Una bola de amor

Potencia. Es la palabra que define a Miss Bolivia sobre el escenario. Una excelente frontwoman al que público se entrega sin ninguna resistencia. «Ahí arriba hay una energía muy poderosa. Se despliega un ida y vuelta, una bola de energía que va y viene todo el tiempo, se siente en todo el cuerpo. Eso, a su vez me hace pensar dos cosas, primero la responsabilidad gigante que implica estar en un escenario con un micrófono y un sistema de sonido abierto, es un acto de mucho poder. ¿Qué hacés con eso?¿Lo vas a tomar para tu propio ego o lo vas a usar para que esa fuerza vaya y vuelva? Yo elijo ser canal, que este lugar de visibilidad sirva para que a través de mí y de mi cuerpo puedan hablar voces silenciadas. Es una decisión que está relacionado con lo que uno dice y cómo prefiere comunicar. Es difícil bajar después de un show. Quedás con un nivel de alerta que tenés que dejar pasar un rato para poder conectarte de nuevo. Me gusta mucho el vivo, ese momento de comunicación esa bola de energía yo la podría llamar amor. Ese ese el momento hermoso que justifica todas esas cosas que atravesás en esta profesión y que son a veces un garrón», dice la cantante.