Noviembre. Éramos pocos, y reaparece el Aedes aegypti. O nunca se fue. El 2020 fue un año récord de casos de dengue, con unos 58 mil en todo el país, y 7251 en CABA, 800 más que la gran epidemia de 2016. Todo esto contemplando un importante subregistro, especialmente a partir de marzo cuando llegó el Covid-19, con quien comparte algunos síntomas. Pero al mismo tiempo la pandemia generó una oportunidad única: todos y todas en sus casas, disponibles para erradicar en invierno los huevos de las larvas.

Sin embargo, poco se focalizó en ese momento, y las campañas comienzan, como casi siempre, en esta época del año. Aún hoy gobiernos y medios recaen en errores comunes al hablar del mosquito. Por eso Tiempo dialogó con una de las personas que más trabaja el tema: Nicolás Schweigmann, director del Grupo de Estudios de Mosquitos de la Facultad de Exactas de la UBA, para analizar mitos y verdades acerca del Aedes aegypti.

1) Sólo crece en agua limpia. Suele ser una creencia de muchas personas, e incluso autoridades municipales. Pero no es así: «He encontrado Aedes aegypti en recipientes con agua de cualquier color. En el agua colorada de Misiones, las larvas son coloradas. Porque al ser filtradoras, van metiendo dentro de su cuerpo lo que hay en el agua. En Tartagal, dentro de un tacho con grasa negra de motor había una burbuja de agua. Ahí encontramos larvas negras. En Buenos Aires vimos verdes. También en cementerios».

2) Se reproduce en charcos. En lagunas, charcos o zanjas, normalmente hay antrópodos, que son depredadores naturales, como larvas de libélulas o coleópteros: «Las larvas de los mosquitos son muy vivarachas, ese movimiento atrae a cualquier depredador, eso hace que no se puedan criar en ese tipo de ambientes naturales. Ni siquiera en las piletas de natación llenas».

3) Arrancar la campaña en noviembre. El especialista remarca que en lugar de campañas se debería hablar de programas a largo plazo, para lograr un cambio cultural: «En invierno están los huevos, que no se pueden mover. Habría estado genial que ahí se hablara de prevención para evitar que esas poblaciones surjan en primavera y verano. Los programas deben contemplar aspectos como diseños curriculares en las escuelas, que se enseñe el ciclo de vida del mosquito. Es ridículo que no exista. Justamente porque eso no existe y porque se hace campaña cuando ya es tarde, invitamos a que entre el virus. Y habrá más récord de casos, aunque no es una cuestión de números. Si uno mira La Rioja, por ejemplo, en el boletín del Ministerio de Salud de Nación figuraban 900 casos, y en el boletín provincial eran más de 5000. Hay que hablar de ‘manzanas limpias’ en lugar de ‘patios limpios’ y dejar de pensar en términos bélicos de la lucha contra el mosquito, porque es cultural y pasa por saber observar».

4) La eficacia de los repelentes. Un trabajo de la Universidad de Creta (Grecia) demostró que el principio activo de los repelentes más comunes (DEET) es altamente protector cuando las hembras son expuestas en una primera instancia. Pero luego ellas se acostumbran: «Que las hembras pierdan sensibilidad o aumenten su tolerancia al DEET sugiere un llamado de atención para no considerar que simplemente usando repelente estamos protegidos. El uso de los repelentes no puede ser continuo».

5) Hablar solo del dengue. Schweigmann propone cambiar la mirada. Dejar al «dengue» para hacer foco en el mosquito: «Hay que enfatizar en el Aedes aegypti, que transmite 103 virus distintos. En la Guayana Francesa se están contagiando del virus Mayaro, que en cualquier momento puede bajar. Por eso hay que enseñar sobre el mosquito. Saber que si pegás un manotazo y capturás uno con rayitas blancas en sus patas, es un Aedes. Y significa que tenés un criadero a menos de 50 metros a la redonda».

6) Dar vuelta los recipientes. Las larvas se crían en agua estancada en recipientes que nos olvidamos. Sin embargo, tampoco sirve solo darlos vuelta. «Podés hacerlo, pero si la parte de abajo tiene un reborde, puede juntar agua y ser un criadero. Por eso invito a que seamos observadores ambientales. Ubicar dónde hay agua en la casa, por ejemplo si la heladera anda mal, la bandeja que está arriba de la bocha, del lado de atrás, puede acumular agua. Tu heladera puede transformarse en un criadero. Lo mismo que bandejas del secaplatos que no limpiás, la de una máquina de café exprés o dispenser de agua. Se encontraron muchos criaderos ahí este año que cerraron oficinas y se dejó la bandeja con agua; lo mismo si acumulaste basura en el techo, si tenés un cerco de caña mal cortada en los entrenudos, plantas que acumulan agua, como las bromeliáceas, o materiales para la construcción, barriles, mezcladoras o caños. Además, hay criaderos escondidos llamados criaderos crípticos, porque las larvas dejan una hormona que permite señalizarlos. Hay que descubrir los lugares y controlarlos. Conocer al mosquito y su funcionamiento hasta puede hacer divertida la prevención, encontrando sitios. Es un cambio cultural».

7) Cuánto tarda en desarrollarse. En un ambiente húmero y fresco, los huevos pegados en las paredes de los recipientes pueden aguantar un año. El embrión eclosiona cuando hace calor y hay bastante luz. En verano la larva puede llegar a adulta en una semana. En otoño, 21 días. Depende la temperatura ambiente. «El tema es por qué vuelan. Las hembras lo hacen en la búsqueda de recipientes con agua para poner sus huevos en distintas canastas. Raramente cruzan de manzana. Por eso hacemos hincapié en que se hable de ‘manzanas seguras’ y no de casas individuales».

8) La vacuna contra el dengue. A diferencia del Covid-19, el dengue no tiene una carrera mundial por la vacuna. La dosis (Dengvaxia® de Sanofi Pasteur) demoró 20 años en lograrse, no es 100% efectiva y solo está indicada para el rango de entre 9 y 45 años. La OMS la recomienda únicamente en personas que ya hayan tenido el virus. En 2017 se aprobó para la Argentina. «Se rebaja solo a las zonas de circulación endémica y no tiene muy buena cobertura. Igual la cosa no pasa por ahí, porque el Aedes transmite 103 virus. ¿Vamos a hacer 103 vacunas o vamos a sacar al mosquito de adentro de nuestras viviendas?».  «

El lobby «agroaéreofumigador»

«Las aplicaciones aéreas son fundamentales para controlar el dengue». La afirmación de la Federación Argentina de Cámaras Agroaéreas es reproducida por sitios como Primicias Rurales, en el que advierten que «la aplicación aérea es la alternativa complementaria más rápida y de mayor alcance para el control del mosquito».

Nicolás Schweigmann lo desmiente: «Dicen que es un mito que las fumigaciones preventivas no funcionan, o hablan de prevenir el dengue por métodos químicos, cuando eso no corresponde. Hay muy mala praxis. Me comuniqué con ellos hace un tiempo, les di una charla explicando por qué la fumigación aérea no sirve con el Aedes aegypti, supuestamente dijeron entenderlo, y ahora están queriendo otra vez aplicar insecticidas promoviéndolo como un gran negocio con los municipios, aprovechando el miedo de la población para hacer cuestiones engañosas».