Fue de los pocos gobernadores que decidió apartarse del primer reclamo colectivo contra las medidas de urgencia electoral de Mauricio Macri. Ni la defensa de las cuentas provinciales, ni los riesgos sobre los recursos en plena crisis pos PASO fueron argumento suficiente para sacarlo de su hoja de ruta.

En las últimas horas, Juan Schiaretti volvió a dar señales firmes de que está decidido a transitar el tramo que resta hasta octubre con el mismo equilibrio que consolidó su liderazgo en Córdoba y lo mantuvo a distancia casi idéntica del presidente Mauricio Macri y el candidato del opositor Frente de Todos, Alberto Fernández.

Como informó Tiempo, desde el Ejecutivo cordobés dejaron trascender que el gobierno provincial “tiene en estudio” una presentación judicial por la afectación de los recursos coparticipables. Sin embargo, Schiaretti mostró otras cartas: no se sumó a la cumbre de líderes provinciales de la semana pasada en el Consejo Federal de Inversiones (CFI) y optó por el silencio. Al menos en lo inmediato, no parece decidido a romper lanzas con el poder central.

El comportamiento del electorado cordobés es la llave para entender esa posición. El mandatario provincial consiguió este año su reelección por amplio margen con un mensaje de ¿independencia? del gobierno nacional. Sus adversarios reconocen hoy que su imagen positiva en el distrito orilla el 80 por ciento.

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La táctica se hizo extensiva a la disputa nacional: el gobernador jugó en las PASO del 11 de agosto con boleta corta y evitó comprometerse con el respaldo a Fernández. Su nómina para cargos legislativos sumó en porcentajes casi idénticos de las fórmulas presidenciales de Juntos por el Cambio y el Frente de Todos.

“Schiaretti gobierna la única provincia en la que Macri ganó en las PASO. Y aunque pueda establecer un diálogo institucional con Alberto Fernández, la historia de recelo con la figura de CFK es antigua; se remonta al conflicto con el campo y a la crisis de las fuerzas de seguridad durante el gobierno de José Manuel de la Sota”, evaluó la politóloga Ana Zuban a Tiempo.

Para la analista -miembro de la consultora Gustavo Córdoba y Asociados, con base en la provincia mediterránea-, Schiaretti logró un triunfo con “números históricos” a partir de una receta que se alimenta de “múltiples factores”, pero que hace pie “en mantener una postura de ´neutralidad suiza´”. Todo indica que será el manual hasta octubre.    

Alberto no es Cristina

La designación del exjefe de Gabinete de Néstor Kirchner como la cabeza de fórmula del frente peronista-kirchnerista allanó el diálogo con Schiaretti. El gobernador aceptó una foto de campaña, pero evitó los pronunciamientos. “Se mantuvo en su juego”, explicó a este diario un dirigente que acompañó al candidato del Frente de Todos en todas sus incursiones en territorio cordobés.

“Puede alimentar una buena relación con Fernández. Con Cristina, las diferencias eran irreconciliables”, apuntó Zuban.

La oferta de unidad opositora y el mensaje dieron resultado: el Frente consiguió mejorar su perfomance con respecto a 2015, especialmente en el interior provincial donde cosechó el 34 por ciento de los votos. La ciudad capital ratificó su adhesión al macrismo que tuvo un desempeño parejo en ambas regiones. Allí, la fórmula FF cayó casi diez puntos.  

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El alineamiento de los intendentes fue decisivo para el Frente. “A pesar de las presiones, jugaron con Alberto”, señaló un exfuncionario provincial.

A esa llave, el candidato opositor sumó en las últimas horas –vía gestión de Sergio Massa- una foto con Natalia de la Sota, hija del fallecido mandatario, cercana a Schiaretti y también con llegada al electorado de la capital provincial.  La legisladora cordobesa había esquivado participar de los actos de campaña que Fernández realizó en la provincia en la campaña para las PASO. “La foto es un paso, ahora se tiene que convertir en una herramienta de construcción” en un distrito adverso, razonan en el equipo de la alianza opositora.