Es tiempo de nuevas obras en el mundo del teatro. La temporada 2018 del Teatro General San Martín da cuenta de un nuevo comienzo con el reciente estreno de Las amargas lágrimas de Petra von Kant, el clásico de 1972 de Rainer Fassbinder. La obra dirigida por Leonor Manso (miércoles a domingo a las 20:30 en la sala Cunill Cabanellas) cuenta con Muriel Santa Ana como una de las protagonistas que en su encuentro con Tiempo afirmó estar afectada con esta nueva experiencia teatral. «Esta es una instancia que claramente movilizó muchos aspectos de mi vida. Esta obra modificó mi mirada del mundo y de mí misma. Me hace cuestionarme muchas cosas. El reencuentro con Leonor Manso, con quien tengo una relación de profundo amor, respeto, admiración y confianza me ayudó a iniciar la búsqueda de algo que esta obra me provocaba, que me viene interpelando hace tiempo y no sé bien qué es», comenta la actriz.

Mirando atrás, el proyecto de llevar esta obra de Fassbinder comenzó hace tres años, cuando Santa Ana, por recomendación de un amigo, comenzó a hacerse la idea de llevar al escenario el film del director alemán. «Tiene un universo particular Fassbinder y miramos toda su filmografía como una primera acción. En eso hicimos foco con Leonor. Todo cambia en un detalle, en un instante y hasta último momento nada era definitivo, no lo es ahora tampoco. Esta es una obra de arte enorme y cuando uno entra en contacto con ella, como con cualquier obra de arte, nunca sale limpio. Tiene un gran alcance humano, es desgarradora y muestran una angustia en los personajes que parecen que se quiebran y que se rompen en cada escena», reconoce la protagonista.

Las amargas lágrimas de Petra von Kant recrean un mundo en el que se desarrollan las emociones y necesidades humanas, y el drama no nace de las relaciones que se establecen entre los personajes sino de las tensiones generadas por el ansia de poseer. Fassbinder utiliza esta historia de amor lésbico y a sus personajes femeninos para equiparar las esferas del poder y la opresión sexual a la opresión de la sociedad capitalista. «Hay un juego de máscaras, de sostener representaciones de lo social que expresan la presencia del capitalismo, del poder del capital. Petra es una mujer que ha sido obligada por el sistema, me animo a decir, que para poder sobrevivir siendo mujer ha tenido que luchar titánicamente. Es una mujer viuda, que tiene una hija que estando embarazada pierde a su marido, pero Petra sigue la vida y tiene un segundo matrimonio donde hay una relación desigual con el dinero, donde el marido no tiene control económico sobre ella. Porque ella es más exitosa que él. Entonces el marido abusa de ella en reiteradas ocasiones. La viola en venganza, la maltrata, ella admite y soporta eso, pero el abuso no está muy alejado de lo que alguna mujer hoy podría llegar a vivir», comenta la intérprete.

El particular universo de Petra von Kant habla del espacio social de la mujer y la aristocracia alemana. «Ella es una mujer de la aristocracia, con un pasado noble, su apellido habla de una estirpe. Es un personaje que encarna a una burguesía que tiene que ver con lo que vivía Alemania en los ’70 y los ’80, una sociedad marcada por mucha de las características que quizás hoy en día se ven en nuestro país: mucha mediocridad, conformismo y aburguesamiento total de las ideas, lo que se dice un achanchamiento total de todos los aspectos de la sociedad, que se podría ver como con una falta de vitalidad basada en la individualidad. La Alemania decadente de esos años se acerca a la Argentina decadente que vivimos hoy», dice Santa Ana, quien cree que la clave está en el compromiso que se toma con lo que se hace y sobre todo el compromiso político que se puede tomar en lo que se encara. «Esta obra es sumamente política, son voces que resuenan, son ideas que se mueven, básicamente es un cúmulo de ideas que circulan en el escenario».

Luchar contra esa mediocridad debe nacer, para la actriz de 47 años, de una convicción de creer que las cosas pueden ser hechas, o podrían llegar a ser hechas, de mejor manera o de la mejor manera que uno pueda, básicamente por una profunda conexión con el deseo vital. «El hecho de que la vida no es eterna y se termina hace que uno se pregunte para qué estoy acá, entonces uno mantiene viva esa llamada del interés por mejorar y hacer las cosas bien, pero la verdad, no sé. Es una paradoja porque quizás uno puede llegar a creer que todo se vuelve más claro con la experiencia, pero no siempre es así, no siempre uno tiene más respuestas cuando recorrió más camino. Sólo sé que mi trabajo es mi vida, no hay una diferencia entre lo que yo hago y lo que soy», concluye. «

Un inicio de temporada con múltiples temáticas

Lo dicho: marzo es el mes del despegue de las novedades del San Martín, que no se agota con el estreno de la obra de Fassbinder: El casamiento, del escritor polaco que vivió décadas en Argentina Witold Gombrowicz –traducida por Alejandro Rússovich y adaptada y dirigida por Michal Znaniecki–, se estrenará el sábado próximo en la sala Martín Coronado. El elenco incluye a Luis Ziembrowski, Roberto Carnaghi, Laura Novoa, Nacho Gadano, Gabo Correa, Federico Liss, Emma Rivera, Luis Almeida, Tomás Rivera Villatte, Teresa Floriach, Klau Anghilante, Juan Cruz Márquez de la Serna, Cristian Vega y Marco Gianoli. El casamiento fue escrita en polaco por Gombrowicz en 1944 en las sierras de Córdoba y pinta muy bien la cultura nacional gracias a su afilada mirada. Por otro lado, ayer se estrenó en la sala Casacuberta la obra El reñidero, de Sergio De Cecco, en versión coreográfica del Ballet Contemporáneo –que dirige Andrea Chinetti y codirige Miguel Ángel Elías–, bajo coreografía y dirección de Alejandro Cervera. La obra cuenta con música original de Federico Zypce.