Que un británico reemplace en el máximo cargo de una automotriz que fue emblema de Italia en reemplazo de un ciudadano canadiense es de por sí una señal de la globalización de la industria automotriz. Pero la muerte de Sergio Marchionne también es noticia por la forma en que repercute la desaparición del hombre que rescató de la quiebra a la Fiat, a Ferrari y a Chrysler para concretar la mayor fusión de ese rubro y llevar al grupo a los primeros lugares en el mundo en apenas 14 años.

En el camino, la firma italiana virtualmente desapareció, sus oficinas centrales ya no están en la península y el eje de sus negocios está diseminado en el mundo de tal manera que ante el obituario las acciones cayeron peligrosamente hasta al apurado anuncio del desembarco de Mike Manley como CEO de FCA (Fiat Chrysler Automobile).

Es que Marchionne, nacido en Italia hace 66 años pero criado y formado en Canadá, se había convertido en el genio de las finanzas y el alma mater del conglomerado que tiene más de 230 mil empleados en todo el mundo y plantas en Italia, Brasil, Argentina, Estados Unidos, Polonia y los países balcánicos. Y cuando se supo que como producto de una operación de cáncer de alto riesgo había quedado en coma irreversible el domingo, se alarmaron los inversores. Ese mismo domingo fue anunciado el reemplazo, con lo que la caída en las bolsas fue atenuada, pero por ahora todos orejean las cartas para ver como sigue esta historia.

Marchionne había quedado al frente de Fiat en 2004, llamado a recuperar a una empresa que venía en picada desde hacia tiempo, lo mismo que la marca más valorada de la península, Ferrari. Chrysler arrastraba años de pérdidas y ya había estado al borde de la desaparición en los 80, pero entonces recurrió al gobierno de Ronald Reagan y a la mano de un ítalo norteamericano, Lee Iaccocca. Tuvo un primer «casamiento» con la Daimler alemana, pero no prosperó. 

Así fue que la Fiat, la firma creada en Milán en 1899 y que desde entonces había estado en manos de la familia Agnelli fue comprando acciones de Chrysler.

Esta segunda chance de rescate llegó en 2014, cuando Marchionne alcanzó lo que dijo entonces que había sido el logro más grande de su vida, la creación de FCA. Para entonces, la sede legal de la Fiat se había ido a Amsterdam y la dirección fiscal a Londres.

«Lamentablemente, sucedió lo que temíamos. Sergio Marchionne, el hombre, el amigo, se fue. Pienso que la mejor manera de honrar su memoria es seguir construyendo sobre la herencia que nos deja, cultivar sus valores de humanidad, responsabilidad y apertura moral», afirmó John Elkann, nieto de Gianni Agnelli, la figura histórica de Fiat.

Poco después de conocerse la noticia, la cámara de diputados de Italia celebró un minuto de silencio en homenaje a Marchionne, hospitalizado desde finales de junio en Zúrich tras someterse a una operación en un hombro.

Marchionne sufrió varios complicaciones posoperatorias y el viernes su estado de salud se deterioró bruscamente, por lo cual Fiat reunió de urgencia a sus instancias dirigentes para reemplazarlo en los puestos ejecutivos que cumplía en el grupo.

Y así tranquilizar a los mercados, preocupados por el destino del grupo para el que Marchionne había diseñado un plan de negocios por unos 45 mil millones en inversiones hasta el 2022. Y que ahora parecen garantizadas por Manley, que había dirigido personalmente el relanzamiento de la marca Jeep en Estados Unidos y en Europa con los modelos Wrangler y Cherokee.